una forma alterna de resistencia; el tiempo de la sangre pasó
La revolución en Bielorrusia tiene rostro de mujer, no sólo por el número, sino por sus cualidades, que impidieron un baño de sangre
, expresó la escritora y periodista Svetlana Alexiévich este viernes en el Hay Festival Querétaro.
La ganadora del Nobel de Literatura 2015, y una de las principales figuras de la oposición bielorrusa, está escribiendo un libro sobre el movimiento social que ocurre en su país desde el año pasado. Explicó que la caracterización corresponde a que “gracias a nuestras mujeres no tenemos tantas bajas. Se han registrado unas 10 muertes. Hay desaparecidos, por supuesto.
Por eso nuestra revolución ha adquirido tanta importancia y ha sido tan memorable para todos. La gente está convencida de que no es una revolución más, sino que está buscando una forma alterna de resistencia, que no queremos derramamiento de sangre. Creo que el tiempo de la sangre pasó.
La diferencia, explica Alexiévich, se ejemplifica con la historia de dos hermanas que tuvieron que huir a Lituania porque ya tenían amenazas de detención con penas de seis y ocho años de cárcel.
“Ambas fueron a todas las manifestaciones mientras el marido de una de ellas, que no fue, dijo: ‘¡Bueno, qué clase de revolución es ésta con flores y globos! Si nosotros los hombres participáramos, iríamos armados’.”
La autora de La guerra no tiene rostro de mujer recordó que cuando se graduó de periodista y empezó a ejercer, notó que las historias de las mujeres eran completamente diferentes. Tenían otro color y olor, y lo más importante, lo que ha moldeado mucho mi punto de vista es que en el centro tenían la vida humana, porque las mujeres son dadoras de vida y no pueden renunciar a ella tan fácilmente por conquistar un poco de terreno
.
Escuchar la calle
Alexiévich refirió la historia de una médico de combate en la Segunda Guerra Mundial que tras la batalla buscaba heridos antes de que los servicios funerarios simplemente se llevaran a todos. “Ella me dijo: ‘vas caminando y hay soldados rusos tendidos y soldados alemanes tendidos, todos jóvenes y guapos, mirando al cielo. A su alrededor hay un mar de trigo pisado’.
Ahí iba descubriendo el círculo de todo lo que vive y constituye nuestra vida en esta tierra. Habla del precio de la guerra. Éste, por supuesto, es el punto de vista de las mujeres. Nunca he oído nada parecido de parte de los hombres. Ellos son más de acción, de propósito y de resultado final. Mientras esa mujer se detuvo a observar el sufrimiento de los hombres, del trigo y de los pájaros.
Svetlana Alexiévich mencionó que su escritura “consiste en escuchar la calle y a los individuos; conversaciones casuales cuando voy a cualquier lugar; es decir, escucho el murmullo del tiempo, y mientras lo hago intento formarme una imagen de ese tiempo.
“Mi oído siempre está ahí en la calle, siempre atento tratando de escuchar la palabra ‘cambio’; cambio sicológico, de vida. Estamos sumergidos en algún grado de tensión y cada vez más oímos hablar de una Tercera Guerra Mundial y de los desafíos de la democracia. Oigo la desesperación de la gente, su confusión y la búsqueda de nuevas ideas que necesitamos con urgencia.”
Añadió que el mundo está buscando un nuevo significado, una nueva comprensión y filosofía. Eso es lo que estoy tratando de escudriñar en este momento, en el libro que estoy trabajando sobre nuestra revolución en Bielorrusia
.
Explicó que su país, tras las protestas, “se está convirtiendo en un sitio donde las ideas espirituales y la sociedad civil están destruidas; es decir, donde se está produciendo una catástrofe humanitaria. Crecimos rodeados de verdugos y víctimas. Parecía que eso ya era historia pasada, pero resulta que no es así.
Desde el verano pasado, cuando comenzó nuestra revolución, en un instante regresó la maquinaria estalinista con el mismo tipo de denuncias, detenciones nocturnas y los furgones de la policía que venían a llevarse a la gente. Es un misterio para mí el porqué de esta cadena de maldad, ¿por qué existe este círculo maldito en el que todo se repite y se repite en nuestra historia? Estudiamos y vivimos según los libros de Soljenitsin.