Félix Agüero, 1936-2021
Independientemente de su evidente y depurada y versátil técnica instrumental, que llegó a implementar con importantes combos de jazz dentro y fuera del país, el maestro tenía una muy particular manera de atacar los tambores y los platillos con tiempos tremendamente rápidos. Cuando la velocidad de algún tema lo requería, sus baquetas eran un torrente que se aceleraba y volaba por la batería en pleno, pero sin perder ese toque de distinción y elegancia con que navegó a través de los años.
Félix Agüero Patiño nació el 12 de julio de 1936 en la Ciudad de México. Uno de los nueve hijos de Teresita Patiño Carmona y Salvador Agüero García (percusionista de la Orquesta Típica Miguel Lerdo de Tejada), inició sus estudios de la batería a los 11 años de edad como alumno de su hermano mayor, Salvador, el celebérrimo Rabito, aunque poco después Félix decidió formalizar estos estudios y se inscribió en la Escuela Libre de Música.
Desde la adolescencia tocaba profesionalmente supliendo de forma eventual a su hermano en grabaciones y conciertos, hasta debutar como baterista permanente de la cantante Begoña Palacios. Ya por su cuenta, no tardó en adentrarse al mundo del jazz con muchos de los más importantes exponentes del género, entre los que figuraban Chucho Zarzosa, Chilo Morán, Mario Patrón,Tony Alemán, Héctor Hallal El Árabe y Chico O’Farrill.
De 1954 a 1969 mantuvo un sólido ritmo de trabajo en México, ya como jazzista, ya como músico de estudio. Ángel Castillo, sobrino nieto del excelente trompetista José Solís, me comenta sobre una grabación de verdaderos maestros de la época que anda rolando por ahí (y que muy probablemente pueda localizar) donde se juntan a tocar Chucho Zarzosa (piano), Rodolfo Popo Sánchez (saxos alto y tenor), José Solís (trompeta), Mario Ballina (contrabajo) y Félix Agüero (batería).
En 1969 Félix emigra a la ciudad de Nueva York, donde permanece alrededor de cinco años; primero tocó con el grupo del flautista Art Webb y posteriormente con el bajista Stanley Clark y el pianista argentino Carlos Franzetti, además de varios combos de latin jazz.
Al regresar a México, Rodolfo Popo Sánchez lo invita a tocar con el grupo Polyfonías y con el Conjunto de Jazz de la Comisión Federal de Electricidad. En los programas de los innumerables conciertos que ofrecían, destacaban temas como Don’t Blame Me, Al sur de la frontera, Straight no Chaser, Granada, Aranjuez, Basin Street Blues, Manteca, Mack The Knife, Someday y Prince Will Come; piezas del jazz clásico y tradicional que tanto gustaba (y gusta) en nuestro país.
Admirador confeso de bateristas como Roy Haynes, Tony Williams y Jack DeJohnette (con este último cultivó una cercana amistad en sus tiempos neoyorquinos), Félix Agüero fue figura central del jazz en México durante muchos años. Entre las incontables invitaciones que recibió para acompañar a los grandes jazzistas que visitaban nuestro país, podríamos destacar los conciertos de Cannonball Adderley, Clare Fischer, Dave Brubeck y Michel Camilo.
Y entre las grabaciones, destaca sin duda el disco epónimo y familiar del grupo Rabbits & Carrots (Musart, 1970), con Salvador Agüero Rabito en percusiones, Félix Agüero en la batería, el sobrino Roberto Agüero en el bajo y el sobrino Sergio Herrera Agüero en el sax. Con este proyecto estuvieron tocando durante un año en el restaurante bar Los Globos, para después hacer otra larga temporada en el hotel Camino Real.
Félix dejó el grupo para regresar a Nueva York con su esposa; allá logró colocarse en bandas tan importantes como la de Ron Carter y la de Horace Silver. A su regreso a México se dedicó básicamente a dar clases de batería y percusiones. Descanse en jazz.