En 2009 surgió como iniciativa ciudadana la celebración del Día Nacional del Maíz, inspirada en los festejos que familias campesinas hacen en sus milpas para cosechar los primeros elotes, en concordancia con una de las fiestas más importantes para las comunidades: la fiesta de San Miguel Arcángel, quien simbólicamente lucha contra el mal y protege la milpa.
Además de organizaciones y sociedad civil, la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País (CNSMNHP) ha defendido esta planta sagrada, convoca a celebrar su diversidad y su valor cultural y nutricional. Esta celebración es además un acto a favor de las formas de producir alimentos desde las manos campesinas que sostienen la soberanía alimentaria a partir de su diversidad y sustentabilidad, así como un acto de protesta contra los más de 30 años de abandono al campo, como resultado de políticas anticampesinas neoliberales impuestas durante décadas. Éstas ocasionaron la precarización de la vida en el campo, la inseguridad a partir del ingreso del crimen organizado a los territorios y el acaparamiento de la producción alimentaria por parte de las empresas agroindustriales. Cabe reiterar también que, mediante el uso de semillas de maíz transgénico, la agroindustria aplica agroquímicos tóxicos, como el glifosato, y realiza prácticas de monocultivo que erosionan los suelos donde se siembra. Esto ha ocasionado graves daños no sólo al medio ambiente y a la salud de las personas, sino también a las culturas, identidades y vida comunitaria de muchas colectividades.
El Día Nacional del Maíz es ocasión para refrendar el compromiso por defender la milpa y los maíces nativos. Para reconocer que es urgente trabajar para lograr un buen vivir que parta de una alimentación nutritiva, suficiente y culturalmente adecuada para todos. Para alertar sobre la necesidad de proteger bienes comunes fundamentales como agua, bosques, suelos y semillas nativas, y con esto la exigencia del respeto a los derechos humanos.
Han sido diversas las acciones conjuntas impulsadas en la búsqueda por alcanzar la soberanía alimentaria. El pasado 22 de septiembre se discutiría en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación la ratificación de la medida precautoria que ha impedido dar permisos de siembra de maíz transgénico en México, logro alcanzado por la demanda de acción colectiva contra esta siembra. Sin embargo, la resolución se aplazó para el próximo miércoles. Sobra decir que esperamos que sea favorable.
Por otro lado, el jueves pasado se llevó a cabo la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, foro mundial que ha sido cooptado por intereses de las grandes corporaciones de producción industrial de alimentos y de agroquímicos tóxicos, dejando de lado la intención verdadera de reformar los sistemas alimentarios para enfrentar las necesidades urgentes de alimentación que vivimos como humanidad. Además de que se han omitido las participaciones del Comité de Seguridad Alimentaria de la FAO y del Mecanismo de la Sociedad Civil Internacional. Diversas organizaciones de la sociedad civil se han pronunciado sobre el conflicto de intereses en dicha cumbre, para lo cual han hecho un llamado enérgico al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la delegación que representará a México, para poner sobre la mesa nueve puntos esenciales que deben abordarse, en aras de transformar los sistemas alimentarios en el mundo desde la agroecología y una perspectiva de derechos humanos.
Septiembre es un mes muy sentido por injusticias sociales, como el 19S o la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Pero también es uno en el que alzamos la voz por la defensa de la milpa y los maíces nativos. El 29 de septiembre, Día Nacional e Internacional del Maíz, es ocasión para hacer un recuento de los alcances que las luchas sociales y campesinas han tenido para la construcción de un modelo de producción de alimentos libres de transgénicos y agrotóxicos, equitativo e incluyente, agroecológico, respetuoso y garante de los derechos humanos, y la protección de la biodiversidad, los suelos y el medio ambiente. Festejemos desde las diversas geografías y culturas que comprende nuestro territorio. Compartamos la diversidad de alimentos preparados con maíces nativos, reconociendo su valor histórico y cultural. Como lo enuncia la CNSMNHP: ¡qué nuestra celebración sea tan variada y rica como la milpa y el