Citla, el perrito salvador en la montaña; ve sus historias

Citla, el perrito salvador en la montaña; ve sus historias

El perrito vivió solo en el Pico de Orizaba sobreviviendo con la comida que le daban algunos escaladores. Salvó a muchos excursionistas de quienes se convertía en guía

Orizaba, Ver.- Montañistas que conocieron al perro Citla, el guardián de la montaña, ascenderán a donde el can fue enterrado hace cuatro años, para compartir recuerdos de los ascensos y descensos que hacían al Pico de Orizaba acompañados por el can que vivió muchos años en el bosque.

El alpinista Layo Aguilar, quien lo cuidó durante sus últimos años, convocó en sus redes sociales a quienes comparten el gusto por el montañismo y lo conocieron a que se unan y lleguen hasta el lugar donde lo sepultaron a 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar, al lado de su piedra favorita; donde cada mañana esperaba a los montañistas a los que acompañaba en sus expediciones.

Otra historia, de la que da cuenta la página www.mexicopetfriendly.com, dice que en el año 2012, una familia escaló la montaña, pero una tormenta de nieve cubrió los senderos e hizo imposible continuar el ascenso. Fue entonces cuando escucharon los ladridos de Citla y la familia caminó hacia él, que moviendo su cola los esperaba para guiarlos hasta el refugio. Comenzaron a buscar a su dueño para agradecerle porque su perro los salvó, pero nunca lo encontraron.

Otra historia narra que en una de las expediciones una jovencita presentaba inicios de hipotermia, el perro lo notó y no dejaba de ladrarle a ella y a su familia para que le pusieran atención. Creían que el perro estaba jugando, pero la chica comenzó a tener alucinaciones y la atendieron enseguida. Su madre dijo que si no fuera por Citla su hija hubiera fallecido; así que ella fue una de las personas que subió la montaña, cuando sepultaron al can, como agradecimiento por haber salvado la vida de su hija.

El guardián de la montaña fue considerado como uno de los guías de alpinismo más experimentados del mundo. Como buen perro, conocía las tres rutas de ascenso de la cara Sur del pico de Orizaba, y a veces subía a la cumbre, a 5 mil 630 metros sobre el nivel del mar; siempre acompañaba a los alpinistas y percibía a los que sufrían del “mal de montaña”, de quienes no se separaba.

Su fama fue tal que en una ocasión lo trajeron a la ciudad de Orizaba, donde fue recibido con gusto y muchos abrazos de parte de niños y adultos que llegaron hasta el parque de la Concordia, para tomarse fotos con él.

A cuatro años de su partida, el jefe “Layo” Aguilar su protector y quien lo cuidó al final, invitó a los montañistas a recordarlo como el mejor amigo del hombre, porque su fidelidad incondicional no tuvo precio.

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