El novelista tanzano Abdulrazak Gurnah gana el Nobel de Literatura
Gurnah, que creció en la isla de Zanzíbar pero llegó a Inglaterra como refugiado a finales de la década de 1960, fue galardonado por su escritura «empática y sin compromisos de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados atrapados entre culturas y continentes».
Gurnah ha publicado una decena de novelas además de libros de cuentos, y es conocido sobre todo por su novela Paradise (Paraíso) de 1984, ambientada en África Oriental durante la Primera Guerra Mundial, finalista en su momento del Booker Prize en ficción y traducida al español.
Nacido en 1948, comenzó a escribir a los 21 años en el exilio en Inglaterra, y a pesar de que el suajili es su lengua materna, su herramienta literaria es el inglés, según la Fundación del Premio Nobel.
Hasta su reciente jubilación, era profesor de literatura inglesa y poscolonial en la Universidad de Kent en Canterbury, y se lo reconocía por su excelente conocimiento de la obra del Nobel de Literatura nigeriano Wole Soyinka y del keniano Ngugi wa Thiong’o, que figuraba entre los favoritos para este año.
La voz de los desplazados
Gurnah ha sido un agudo observador de los efectos del colonialismo y la inmigración durante una carrera de 35 años aclamada por la crítica.
«Fue en los primeros años de vivir en Inglaterra, cuando tenía unos 21 años, cuando empecé a escribir», explicó en una ocasión al diario británico The Guardian.
«En cierto sentido, fue algo con lo que tropecé por accidente más que el cumplimiento de un plan», reconocía. «En gran medida, tuvo que ver con la abrumadora sensación de extrañeza y diferencia que sentí allí», recordaba sobre sus primeros años de emigración.
Pasaron casi otros 20 años hasta que publicó su primera novela, Memory of Departure, en 1987. Le siguieron Pilgrims Way un año después y Dottie en 1990.
Las tres exploraban las experiencias de los inmigrantes en el Reino Unido de aquella época.
El reconocimiento de la crítica le llegó gracias a Paradise, ambientada en el África Oriental colonial durante la Primera Guerra Mundial y que le valió un puesto en la lista de finalistas al prestigioso Booker Prize británico.
Su obra de 1996 Admiring Silence narra la historia de un joven que regresa a Zanzíbar 20 años después de marcharse a Inglaterra, donde se casó con una británica y trabajó como profesor
Las obras de Gurnah están «dominadas por las cuestiones de la identidad y el desplazamiento, y cómo éstas son moldeadas por los legados del colonialismo y la esclavitud», escribió sobre él el académico Luca Prono en la página web del British Council, organismo público que promueve la cultura británica.
«Todos los relatos de Gurnah se basan en el impacto que emigrar a un nuevo contexto geográfico y social tiene en la identidad de sus personajes», subrayó.
«Las cuestiones que planteo no son nuevas», reconoció el escritor a The Guardian sobre su propio trabajo. «Pero si no son nuevas, están firmemente influenciadas por lo particular, por el imperialismo, por la dislocación, por las realidades de nuestro tiempo», consideraba.
«Y una de las realidades de nuestro tiempo es el desplazamiento de tantos extranjeros hacia Europa», añadía.
Primero desde Soyinka
Abdulrazak Gurnah es el primer autor negro africano que recibe el premio más importante de literatura desde Soyinka en 1986.
El premio Nobel consiste en una medalla y la suma de 10 millones de coronas suecas(unos 980 mil euros o 1.1 millones de dólares).
El año pasado la galardonada fue la poeta estadounidense Louise Gluck.
Con un palmarés copado mayoritariamente por hombres occidentales en sus 120 años de existencia, la Academia Sueca había prometido ampliar sus horizontes geográficos tras un compromiso de hacer más diverso el prestigioso galardón, aunque su presidente dijo a inicios de la semana que el «mérito literario» seguía siendo «el criterio absoluto y único».
De los 118 galardonados desde que se instauró este premio 95 han sido europeos o norteamericanos, es decir, un 80 por ciento del total. Entre ellos, ha habido 102 hombres y 16 mujeres.
Pero tras el escándalo #MeToo que sacudió a la Academia y obligó a aplazar el premio de 2018 durante un año, el organismo dijo que ajustaría sus criterios para tener mayor diversidad geográfica y de género.
Dos mujeres fueron laureadas desde 2018, la novelista polaca Olga Tokarczuk, ese mismo año, y Gluck.
En 2019, el premio fue para el austriaco Peter Handke, una opción polémica por su apoyo al expresidente serbio Slobodan Milosevic, quien enfrentaba cargos por genocidio cuando murió en 2006.
El novelista chino Mo Yan fue el último galardonado no europeo o estadounidense, en 2012.