La situación exhibe rasgos asociados con las distorsiones que provocó en los mercados el Covid-19. También muestran las condiciones de la infraestructura de distribución de los productos. En cuanto a la energía, el gas natural aparece como el factor que impulsa los precios al alza.
Se dice que estos problemas son transitorios, pero no se sabe cuánto durarán, y mientras se resuelven, toda una serie de procesos productivos están interrumpidos. Los bienes intermedios no llegan a las fábricas y los productos finales no llegan a las tiendas entorpeciendo la distribución en los mercados. Por la otra parte, empresas y hogares confrontan altos precios por la energía que consumen. La inflación resurge.
La cuestión energética es hoy preponderante en Europa, donde los gobiernos están presionados por la situación y buena parte de las pugnas políticas se centran en el impacto del alto precio de la electricidad.
Hay un conjunto de factores centrados en el funcionamiento de los mercados de productos energéticos; en aquellos asociados con la transición a las energías limpias y, también, están involucrados asuntos de índole geopolítica.
A medida que se acerca el invierno, las presiones se acrecientan pues las facturas de consumo eléctrico se han elevado, podrían hacerlo aún más y no hay una salida a la vista. La situación está marcada por factores temporales, pero existen igualmente, otros de tipo estructural.
Un dato que se toma como referencia del problema de los precios es el Dutch Title Transfer Facility, un lugar virtual del comercio de gas natural. El precio ha subido de 16 euros el magavatio por hora a principios de enero hasta 88 euros actualmente.
Ya en 2020 la energía renovable fue la fuente principal de generación de electricidad, pero el precio del gas sigue siendo un componente relevante de la industria.
En la medida en que el carbón, que es el insumo más contaminante, se descarta, el gas natural es el recurso que se utiliza en una transición hacia las energías verdes: turbinas de aires y paneles solares. El gas es la fuente de energía más usada en la calefacción y las cocinas en las casas, lo que hace que el precio se resienta directamente en el consumidor final.
Los precios se han alzado por la creciente demanda en esta etapa de recuperación y por una menor oferta, debido a que las reservas de gas han caído desde el invierno pasado por las bajas temperaturas, a las que siguieron las inusualmente altas registradas este verano.
Hay también un componente de restricción en el abasto que proviene de Rusia, Noruega y Argelia. Rusia es el principal proveedor de gas en Europa (y en Turquía). El gasoducto Nord Stream 2 que se ha tendido entre Rusia y Alemania por la empresa Gazprom, de propiedad mayoritariamente estatal, cubre una distancia de mil 230 kilómetros y pasa por debajo del mar Báltico. Por razones de la regulación alemana aun no está en operación y la presión crece para que se abra.
El ducto tiene además de los aspectos eminentemente industriales del caso otros de índole geopolítico que son relevantes. Se manifiesta tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos. El caso del gasoducto se entiende como una muestra el lugar predominante que Alemania ocupa en la región y su autonomía de gestión. Igual que exhibe la creciente influencia rusa en la región. Por otro lado, Rusia evitó el paso del ducto por Ucrania, que habría de beneficiarse de estar en ruta del gas y que mantiene una fuerte disputa política con Rusia que ha ocupado ya parte de su territorio.
Un aspecto de esta cuestión pone de relieve el significado de la noción de soberanía que impone la dependencia energética. Su significado más tradicional se ha modificado ya en el curso del proceso de la globalización y de los acuerdos político-económicos de índole regional.
En todo caso el asunto de la energía, como ocurre con el gas natural, crea nuevos espacios y formas de las relaciones entre las naciones. La dinámica de este tipo de procesos es un elemento significativo en esta etapa del desarrollo del capitalismo.
Que la fuerte dependencia del gas ruso ocurra en Alemania es llamativo. La noción de espacio vital ( lebensraum) propuesta por Friedrich Ratzel como base de la geografía política a principios del siglo pasado, ha sido un elemento notorio en la historia política y militar de ese país, así como sus consecuencias durante el siglo pasado.