Fin de siglo y otros poemas
Cronista, novelista y poeta de un mundo que ve en proceso de extinción y que, de alguna manera, para nosotros, se inició con la devastación de la Ciudad de México –sobre la que lleva quinientos años de caer la noche–, José Emilio Pacheco (1939) intenta postergar, sumergiéndose en los laberintos de la poesía de todos los tiempos, de la que es ávido lector, la sentencia de muerte mediante la narración, como lo hacía Scherezada. Encuentra que pocas cosas lo alegran y que sólo –especifica– daría la vida por diez lugares, cierta gente, los bosques de pinos, algunas figuras de la historia, montañas y tres o cuatro ríos.
Desde la aparición de su primer libro de poemas, Los elementos de la noche (1963), Pacheco se ubicó como el poeta joven más completo de su generación. Ejerce el oficio de las letras en varias direcciones y con maestría; son abundantes sus ensayos, reseñas y notas de crítica. «Algunos me reprochan –dice– que escriba cosas tan diversas. Yo diría que los géneros no son incompatibles.»