«Un finquero contra los villistas» por Refugio Reyes Ramírez

Un finquero contra los villistas

“…Tendrán un poco de reflexión y pensarán que es más productiva la vida en el seno de la sociedad y no en el fondo de las selvas y en lo solitario de las montañas donde sus crímenes les han empujado”

Refugio Reyes Ramírez

Durante la Revolución mexicana en Chiapas hubo quienes decidieron sacar provecho y obtener beneficios personales con la falsa bandera de “revolucionarios”. En contra de lo anterior los propietarios/finqueros en Cintalapa decidieron defender sus tierras en contra del “bandidaje”. Debido a lo anterior se dirigieron a Tuxtla Gutiérrez para hacer patente “su adhesión al Gobierno” y ofrecieron ayudar para abatir a los bandidos. En otras palabras, es muy probable que con la capacidad económica que tenían los propietarios, o finqueros les era posible enfrentar ellos solos u organizados por secciones a quien los pusiera en peligro. Sin embargo, prefirieron trasladarse hasta la capital del Estado y ponerse a disposición del gobierno para “batir al bandidaje”.

La sede fue el Palacio de Gobierno, el día viernes 28 de julio de 1916. Los finqueros llegaron desde el Valle de Cintalapa, entre ellos estuvieron: Ignacio Cal y Mayor, Benigno Cal y Mayor, Leopoldo Esponda, Casimiro Farrera y José M. Esponda. En este lugar los recibió el General Blas Corral, a la sazón Gobernador y Comandante militar.

Los bandidos señalados habían llevado a cabo ya “mil y una atrocidades” de las cuales quienes se dedicaban a trabajar en el campo ya no lo soportaban y “ofrecieron al señor Gobernador una ayuda amplia y eficaz para batir a dichos bandidos, manifestando que están dispuestos no solo a proporcionar al Gobierno los caballos, monturas o cualquiera otras cosas que pueda necesitar, sino hasta llegar a empeñar el rifle en contra de los facinerosos reaccionarios”. El gobernador aceptó la ayuda y acordaron estar en comunicación. Los motivos por los que se haya olvidado o haber dejado de lado el rescatar del atraso y el abuzo a los habitantes de la República, fueron variados: El indiferencia, el individualismo, la confusión, el odio, etc. “El zapatismo y el villismo como partidos militantes, han desaparecido del escenario político de México. Zapata y Villa si pudieron disfrutar durante algún tiempo de la simpatía de los hombres honrados, fue precisamente mientras su inteligencia y su brazo estuvieron al servicio de la libertad y la justicia, mientras permanecieron fieles a los ilustres caudillos que iniciaron y consumaron el gran movimiento armado cuya finalidad última es la más amplia y completa reivindicación de los derechos humanos que naufragaban en el fango de una inacabable tiranía”

Por ejemplo para el 16 de enero de 1916 aquellos que se habían declarado leales al gobierno, al mando del Mayor Romero infringieron una derrota a los “reaccionarios” en la finca “La Chaya”. El que estuvo al frente de éstos era, Virgilio Culebro, el cual resultó herido de bala en la pierna derecha. Cerca de la finca “El Carmen” en la jurisdicción de La Fraylesca habían sido ya detectados y perseguidos en varias ocasiones asimismo, les propinaron varias derrotas como lo cuenta el Mayor José Romero “Con la oportuna lección que recibieron últimamente y de la que

enseguida damos cuenta, creemos que esos desalmados bandoleros tendrán un poco de reflexión y pensarán que es más productiva la vida en el seno de la sociedad y no en el fondo de las selvas y en lo solitario de las montañas donde sus crímenes les han empujado”. El enfrentamiento se llevó a cabo en un lugar conocido como “La Puerta”, ahí las fuerzas del Estado se prepararon, y dejaron que los alzados se acercaran sin que dieran cuenta de la presencia de sus contrarios. El enfrentamiento duró por lo menos dos horas. De esta victoria se obtuvieron: 87 caballos, 14 mulas y 63 monturas que dejaron abandonados el enemigo; además de “15 armas de sistema máuser, carabinas 30-30, escopetas y 600 cartuchos para fusil máuser y otros de diversos calibre”. Asimismo, murieron en el combate 8, e hirieron 6 que ya no pudieron huir. Mientras que aquellos que sí lo hicieron y para evitar ser perseguidos incendiaban los montes por donde pasaban. Los que los enfrentaron fueron: “el soldado Rosalino Díaz, quien fue levemente herido, y pertenecía al “Regimiento “Voluntarios de Cintalapa”, además el “un Mayor, un Teniente, 4 Subtenientes y 31 individuos de tropa constitucionalista”. Para el 9 de febrero fueron “pasados por las armas” “Triunfo Fernandez Capitán 1º. Villista y Otilio Díaz, mecánico quienes fueron prisioneros durante el combate”.

Por otra parte y con respecto a quienes no simpatizaban con los villistas del norte de la República; en San Martín fue abatido con éxito un grupo de “latrofacciosos”. Éstos, conducían armas en dirección a Ocosingo al ser sorprendidos por las fuerzas armadas del Gobierno. El resultado del enfrentamiento fue la captura de: dos mulas, un caballo, un rifle 30 30, un Remington de 7mm. 227 cartuchos de máuser, 11 bolsas, parque calibre 50, 25 bolsas para cargar parque y dos prisioneros llamados Manuel y Rómulo Cancino, los cuales eran hermanos.

El odio en contra de un grupo y la defensa de otro durante la Revolución se construyó poco a poco gracias a los resultados arrojados en sus correrías. En el periódico el Regenerador, de agosto 13 de 1916 se lee: Es cierto que el “zapatismo y villismo” pudieron disfrutar de la simpatía de muchos adeptos pero, mientras sus acciones estuvieron al servicio de la libertad y la justicia. Sin embargo, Zapata y Villa no eran Madero y Carranza. “Un abismo los separa el que media entre la honradez y el vrime, el vicio y la virtud. Ladrones y asesinos los primeros, austeros y virtuosos los segundos, no podrá nunca establecerse un paralelo entre ellos. Se necesita haber perdido el sentido moral para intentarlo. Sobre Zapata y Villa y todos sus secuaces pesa esta acusación irrefragable, desleales, ladrones, asesinos. Madero, Carranza y cuantos le rodean, han sido juzgados de este modo consecuentes con sus principios hasta la muerte, honrados hasta lo hiperbólico, si es que en la honradez puede haber hipérbole, paladines del Derecho, salvadores de la República”. En Ixtacomitán también fueron derrotados los bandoleros de los cuales estaban al frente, Librado Galindo, el cual era “huertista y palafoxista de excecrable memoria y por Rodulfo Gamboa”. Asimismo, señalaron que recuperaron 602 caballos que habían sido robados en su mayoría a los propietarios de Ixtacomitán. El 8 de agosto de 1916 se le comunicó al Gobernador del estado que se les hicieron 25 bajas, mientras que de los militares hirieron al soldado Eliseo Aguilar y al cabo Diego Sánchez de las fuerzas de Tabasco.

 

El Estado no permitiría que los “levantados” se apropiaran del esfuerzo de aquellos que habían invertido en la región, además de los ciudadanos claro está. Para lo anterior emitió comunicados con el objetivo de que convocar a los ciudadanos en defensa del territorio. Uno de éstos se emitió el 31 de julio de 1916 desde Tuxtla Gutiérrez; y como una forma de animar a la población de que las fuerzas compuestas por el Estado eran más poderosas que los sublevados, publicaron el enfrentamiento cerca de la finca “Jesús”, en donde fueron derrotados “los facinerosos que eran capitaneados por General zapatista Benito de la Garza. Al frente de los victoriosos se encontraba el Mayor Romero y su enemigo fue Benito de la Garza. Éstos se enfrentaron el martes 1 de agosto; los derrotados perdieron: 40 caballos, 33 monturas y 5 armas de distintos calibres y 1,000 cartuchos; asimismo, fallecieron cuatro. Algunos huyeron rumbo a la finca “El Tablón” que pertenecía a la Frailesca. En este enfrentamiento también participaron los Capitanes Epitineo Morales, Ernesto Montalvo y el Capitán 2º Santa Ana Córdova.

Para el 10 de agosto de 1916 se publicó una lista con los nombres de aquellos valientes chiapanecos que decidieron combatir a los sublevados y que dañaban la economía del estado, aquí algunos de ellos: “Tuxtla Gutiérrez, agosto 2 de 1916. José G. Matuz, Amadeo Ruiz, F. Martínez, D. Gómez jr. E.D. Cruz, Moisés Enriquez, R. Zepeda, Rafael Pascacio, Flavio Lazos, B. Pascio, Flavio Lazos, B. Pascacio. Enrique B. Sánchez, Santiago A. Vázquez, Leonel R. Zebadua, Noé Vázquez, quien ofrece además 3 caballos, R. Rabasa hijo, J. Aguirre Beltrán, Porfirio I. Molina, R. Solís C. J Alvarez Paz, Raúl Vázquez, Francisco M. Grajales, J. M. Palacios, Tomás Martínez, Oel A. Solís, J. Domingo Palacios, Luis de la Cruz A. Mariano Enriquez M. Rincon R. Paredes E. F. Emilio Gamboa, Casimiro Mejía, José P. Castro, Tomás Ríos, Encarnación Hernandez, J. Felipe Esquinca, Emilio Gutiérrez, Arnulfo Cruz, José Aguilera hijo, José A. Martínez,

Otra de las formas utilizadas para desmoralizar a los que decidían sublevarse al gobierno fue el publicar notas acerca de que los Generales o Comandantes no tenían el control de sus tropas. Que existía una completa anarquía entre los cabecillas; que a Tiburcio Fernández no le gustaba que se hicieran depredaciones y se cometieran crímenes sin justificación que los “zapato-villistas” cometían, que a Rafael Cal y Mayor “que se titula “General de General” en cierto momento dejó de rendir cuentas a Fernandez, Castañón y compañía.

Este mismo periódico “el Regenerador” de agosto 17 de 1916 publica un singular artículo, el cual es de destacar la forma en la que un “Un valiente finquero castiga ejemplarmente a los foragidos reaccionaros que atentan contra sus intereses”.

Es innegable que el movimiento revolucionario en México a partir de 1910 fue utilizado por otros que sólo buscaban sacar provecho sin el menor intento de resolver los problemas de fondo en el territorio sea éste nacional o en el estado de Chiapas. Unos y otros movimientos revolucionarios fueron rechazados por aquellos que habían invertido en sus propiedades y que al convertirse en sus víctimas al aportar de manera forzosa para “el beneficio del movimiento libertador” vieron disminuidos sus ingresos.

Es conocido también que los extranjeros se hicieron de grandes propiedades, fincas cafetaleras o de caña de azúcar, empresas, almacenes, tiendas o ferreterías. Pues bien, en vista de

que las propiedades de este finquero no serían defendidas por las autoridades y el peligro en el que se encontraban era ya inminente, tomó la decisión de defenderlas él mismo. Así, puso “fuera de combate a siete latrofacciosos, dispersando al resto de la gavilla con todo arrojo y éxito”. El finquero era el Doctor Eduardo I. Inman; su finca llevó por nombre “Chigtésita, en el Municipio de Teopisca”. Él tenía otra propiedad en San Cristóbal Las Casas, a la cual tenía la posibilidad de ir a vivir sin embargo, ante la incertidumbre vivida en esos días por los constantes ataques de los autoproclamados villistas, decidió quedarse para defender sus propiedades. En San Cristóbal tenía un Consultorio dental. Los que le ayudaron a llevar a cabo tal hazaña fueron sus “sirvientes”. “En la primera ocasión les hizo cuatro bajas y les recogió tres rifles, una pistola, dos machetes, una corneta de caza, algunos cartuchos y otros objetos que en seguida fueron entregados al Comandante Militar de San Cristóbal. En la segunda mató a tres, resultando heridos otros dos reaccionario. Es de advertir que las gentes de Inman se defienden como pueden y con las armas que tienen a la mano” el autor del artículo instaba a los lectores a defenderse ellos mismos en contra de cualquiera que atacara o pusiera en riesgo sus propiedades y a no no permitir que sólo el Gobierno tenga la fuerza de poner bajo resguardo a los habitantes del territorio estatal. … “Confiarlo todo al Gobierno ha sido el mayor de nuestros defectos, que acusa a leguas, nuestra falta de iniciativa y de responsabilidad personal. El Gobierno no puede como se comprende cuidar las propiedades de cada uno de los terratenientes por ser ello materialmente imposible mientras estos van a vegetar a las ciudades”. Señaló el Doctor que había finqueros que no tenían ni el valor de firma la lista de ciudadanos que estaban dispuestos a combatir a los “bandoleros reaccionarios”. Los instaba a que se revistieran de energía y defendieran sus intereses materiales y morales contra el reducido grupo de bandidos, “…No permitamos que se llegue a pensar nunca que hemos dejado a las mujeres el deber de defenderse y defendernos contra las liebres reaccionarias”.

Esta es sólo una muestra de cómo algunos propietarios chiapanecos tuvieron que salir a defender sus propiedades. El organizarse para hacerse de lo necesario y poder así destruir cualquier atisbo de violencia en contra suya. Sin lugar a dudas algunos de los que decidieron continuar se hicieron de algún puesto en la Administración pública para que desde este espacio desarrollar estrategias que aseguraran la vida diaria.

Fuente: Periódico el Regenerador. Bisemanario de Combate e Información. Registrado como artículo de 2ª clase el 17 de mayo de 1915. Valía 10 centavos. Tomo II, núm. 116. Impreso en Tuxtla Gutiérrez, enero 16, julio 30 de 1916, agosto 6, agosto 13, de 1916. CUID-UNICACH. Hemeroteca Fernando Castañón Gamboa.

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