A j. Jesús Félix Magaña; Historiador y cronista

Homenaje a J. Jesús Félix Magaña, Historiador y Cronista

Apuntes para una historia…

Por José Félix Zavala

Quien me dedicara los últimos años de su vida y me pidiera que rescatara del olvido su obra.

Como lo demuestran sus cartas.

Con gran emoción, con sentimiento de gratitud y con la responsabilidad de presentar a ustedes un trabajo valioso, que se me entregó hace ya varios años para su publicación, llega a ustedes.

Son “Las Efemérides Irapuatense del siglo XV al XX”, más propiamente hasta días antes de la muerte del autor, acaecida a finales de octubre de 1993.

Un trabajo como este con la minuciosidad y extensión con que las recopiló su autor, es verdaderamente un trabajo titánico, pero sobre todo fundamental y de servicio a los estudiosos de la historia de cualquier tema del quehacer humano en Irapuato, un servicio a los irapuatenses para conocerse así mismos y a los habitantes de Irapuato para entender su pasado, gozar su presente y planear su futuro.

El autor no está presente, quiso estarlo a su tiempo pero las circunstancias no lo permitieron. El es J. Jesús Félix Magaña, hoy por hoy el historiador mas recurrido por los investigadores sobre la región quien a sus 80 años de vida, 58 de ellos los dedicó al estudio de la historia, la filosofía y la literatura, solo 50 de ellos a la historia regional, dejando valiosos artículos y 25 años de ellos a esta obra que hoy pongo en manos de los irapuatenses entre los que me cuento por nacimiento, sangre y devoción.

“Apuntes para una Historia…” es la vida de San Marcos Irapuato, que tiene sus fiestas patronales, Las de San Marcos, el 30 de abril y la de Virgen de La Soledad. Para quienes no están de acuerdo con la fecha de fundación, este es un hecho que puede serles útil. De cada una de las efemérides se infiere si se pretende, el principio de una búsqueda de la intención del lector o bien se puede seguir en ellas y acercarse a las fuentes que él mismo autor indica.

Unos buscan el origen de la población, allí se encuentran sus diversas versiones, otros la llegada de la luz eléctrica, quién la fecha de construcción de la Estación del tren, mas allá la forma, día y autor de la llegada de las fresas y los nardos que le dan fama mundial, por allí otros quieren saber los nombres de los primeros empresarios que invirtieron aquí al principio del siglo, quién sobre las fabriqueñas, los nombres de los Curas de la Parroquia, hoy catedral, de los más antiguos periódicos y periodistas o sobre los hombres ilustres de este pueblo. Todo allí comienza y termina.

Para contar con este valioso documento se tuvo que pasar por muchas cosas, como que nuestro historiador se fijara un día a la semana, el jueves, en que cerraba el comercio en nuestra ciudad, el Henao el suyo la famosa perfumería “La Corona” donde se encontraba desde las brillantinas y polvos aromáticos a granel hasta cosméticos de marcas prestigiadas, como orgullosamente decía, pero era mas bien una perfumería con carácter de Ágora, punto de reunión de los irapuatenses de los años cuarentas, con fines de discusión científica positivista, las tardes de jueves dedicadas a la búsqueda del dato, en las plazas, en las calles, en las casonas antiguas, en las gentes que pudieran o debieran quedarse en la memoria de los irapuatenses.

Las noches estaban dedicadas a la lectura de los periódicos, los tenía desde su aparición en la ciudad en 1884, para que luma en mano se tradujeran en efemérides.

Irapuato era así como su amante, que acudía a diario a la perfumería disfrazada de mujer, para llevarse las fragancias que allí se ofrecían, como ahora acudimos los lectores a buscar identidad.

Nuestro autor estuvo entre los cinco fundadores rescatadores del Archivo Histórico Municipal. Tener entre sus manos testimonios documentales de primera mano, era su rigor y dejar testimonio de los hallazgos, el sentido de su vida y sí a esto se unía el dejar un espacio para gente como él, la opción de dejar su negocio un momento, para estar en ese grupo de amantes de papeles viejos y de olor a historia, que mejor.

Tener como interlocutores a Fulgencio M Vargas, Pedro Martínez de la Rosa, Fulgencio Vargas, urgar los Archivos de la Nación, ir en busca del Pbro., Rafael Reyes y Eduardo M Vargas, era el reto.

Hay quien busca el dato de la primera inundación o la última, en esta obra se encuentran, es la calamidad permanente de este pueblo, otro más inquisidor busca los nombres de los alcaldes de este municipio comenzando por los Teniente de Alcaldes Mayores, los encontrará en orden cronológico, gentes como yo buscaremos las etapas de construcción del templo del Hospitalito, y no nos defrauda la obra, hay quienes quieren saber cuando se terminó la torre del Convento de San Francisco y a rodos satisface.

Leer un libro de datos parecería ser muy tedioso, pero para quienes viven en esta ciudad, los puede llenar de imaginación y recordar los primeros jorongos, cobijas de lana y rebozos trenzados, que salieron de las manos de los artesanos irapuatenses, que entre cardos tejieron los sueños de este pueblo, mientras los talabarteros grababan las baquetas de las sillas de montar y los olleros esperaban con ansia el día de plaza para vender sus jarros frente al Hospitalito.

Se recuerda el grato olor a panadería, los mesones, que hospedaban también a las bestias de carga, las fondas donde los guisos platicados eran más sabrosos y los sombreros todavía complacían a sus clientes con los “panameños”, “tejanos” y “ cubanos”, los reboceros entregaban para el trenzado a las mujeres más pobres de la ciudad, sus cambadas.

El nombre de Ramón Barreto de Tábora nos lleva al recuerdo de los benefactores de Irapuato, a la historia de la educación y a la fundación que hicieran las Monja de La Enseñanza de México o el de Samuel Ruiz García quien fuera el último obispo de Las Chiapas, originario de ésta ciudad, la diócesis mexicana más antigua junto con las de Puebla y Oaxaca, predecesor en la sede de Fray Bartolomé de las Casas.

Mencionar los nombres de los templos como La tercera Orden, Santiaguito, San Cayetano, San Antonio, El Convento, San Francisco de Paula, La Parroquia, San José, llenan de recuerdo la vida de los habitantes de este pueblo. Allí las bodas, los bautizos, los funerales, las plegarias, los días de dolor.

Volver con fechas la vida de sus indios y su cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia, el Hospital de Indios, que un día fechado en este libro nos recuerda como renovaron su Irapuato volviéndolo Pueblo de Indios, porque ya los tenían “hasta el copete los españoles”.

Ese maestro de la historia como fue Don Jesús Félix Magaña, no quería que se nos fuera nada, ni un detalle y que a su tiempo lo recordáramos entre las volutas del humo de los cigarros irapuatenses, como “Los Faros”, “Monarcas”, “Argentinos”, “Casinos” y “Polares”.

Es necesario entender a esta ciudad que construía sus propios carruajes, una fábrica de carros local, empezando por los trenes tirados por tracción animal de La Calle real a La Estación. Fue importante para la región La Fundidora de Samuel W Jones, mas tarde Willi S. Furber y el Viejo Molino de Harina que surtía la región y que tanta fama adquirió, su gerente, por muchos años fue Aurelio Herrera.

Nadie que se precie de ser irapuatense puede olvidar los jabones de “La Constancia” de Evaristo Cortes y la mezclilla que se hacía en la fábrica de ropa del turco Halim B. Nassar, fechas y circunstancias encontraremos en las efemérides.

Este pueblo formado mayoritariamente de indios tarascos y chichimecas, predecesores estos últimos de la gran cultura Tolteca, mantuvieron y mantienen sus diferencias culturales extraordinarias ante el mundo, que las ha aprovechado abundantemente, con los españoles de entonces, y con quienes mantienen las teorías discriminatorias, por ignorancia y a veces con mala fe, también esto se puede leer en las efemérides, basta solo son leer detenidamente.

La bibliografía utilizada por J. Jesús Félix Magaña en sus efemérides, dan seguridad de un trabajo bien sustentado, hay que agregar, las relaciones profesionales y de amistad con Don Eduardo M Vargas, Pedro Martínez de la Rosa, Fulgencio Vargas, entre muchos otros y su vinculación por muchos años con el Archivo de La nación.

Por otro lado él se encargaba de guiar a quienes acudían a su domicilio de la calle de reforma 24, junto al mercado, en busca de información ya fueran investigadores formales o simples estudiantes.

La ex directora de la Casa de Cultura de Irapuato Carmen Vega, fue durante su responsabilidad, atenta a escucha de las conversaciones de Don J. Jesús Félix Magaña y con continuidad le enviaba las invitaciones a los eventos que en esa casa de realizaban, lo mismo que las guardianas heroicas del Archivo Histórico Municipal, Leticia y Alba Aguilar Velásquez. Ellas son sabedoras de la importancia del trabajo que hoy se presenta de las penalidades de muchos años, para realizarse, del acopio de libros y documentos que el autor recabó en forma personal.

Usufructuarios de ese trabajo, como debemos de serlo todos los interesados en el devenir de Irapuato, han sido María García Acosta y Patricia Arias, que con sus trabajos profesionales han aportado a temas muy concretos de la larga vida de este pueblo.

Al abrir las Efemérides o Apuntes para una Historia nacen los deseos de descubrir las raíces de esta comunidad. Como ejemplo bastaría pensar en que allí se nos refresca la memoria, cuando oímos que Jesús R Marques fue el creador de la colonia Moderna, mucho tiempo orgullo del nuevo urbanismo o que Arnulfo Nieto encabezó en 1947 el comité pro festejos de los 400 años de la ciudad, que la vida del Pbro. Lawers muerto en el altar, siendo cura de Irapuato, fue narrada por Isauro Torres o que la hermosa Delia Servin, además de reina de La feria y de Los Rotarios fue Srta. México.

Allí esta esa la lista interminable de Alcaldes Mayores hasta los últimos presidentes municipales de Irapuato, la fecha en que se da inicio la construcción de La Calzada del centenario y cuando se inauguró, que en 1914 se creó el primer equipo de fútbol en esta ciudad futbolera por antonomasia. Estos “Apuntes para la historia de San Marcos Irapuato” serán cumplimentados con algunos de los artículos que me dio el autor para su publicación y que dan una muestra de lo que se puede seguir haciendo a partir de las Efemérides.

Son Las Calles de Irapuato, Los Orígenes de Irapuato, entre otros que en su conjunto hacen un aporte invaluable y una invitación a que se publiquen obras de historiadores de principio del siglo XX y que han mantenido como colofón de su permanencia al Archivo Municipal de Irapuato y no la difusión masiva de contenido.

Los recuerdos familiares también se vienen de golpe con la lectura de este libro al recordar los jueves de serenata, las vendedoras de gardenias, las esquinas con la venta de la garbanza, las gorditas de trigo de cuajada, los vestidos que mi madre lleva en las fotografías de los años treintas, cuando ella era maestra rural en este municipio o las fotos de mi padre que se fue de bracero a los E E U U, cuando en la segunda guerra mundial los buscaban en La Aduana Los Enganchadores, mientras con toda falta a sus derechos humanos los fumigaban desnudos antes de embarcarlos a su destino.

La tradicional fiesta de Todos Santos, donde La Plaza de La Tanda se llenaba de puestos de alfeñique, donde la creación popular tenía una oportunidad invaluable de expresarse.

También se viene la necesidad de indagar donde quedaron los archivos de historia de Irapuato, que con tanto esfuerzo recopiló Eduardo M. Vargas yi el Padre Rafael Reyes.

Como noticia común, pero que es necesario saber es que 1916, un 26 de abril los carrancistas quemaron el Archivo Municipal, que junto con la destrucción del Convento de San Francisco, son oprobios a la ciudad de muy reciente factura.

Las camisas que lucían los irapuatenses también lo sabemos que venían de “La Nacional”, “El Centro de París”, “El Competidor”, “El Nuevo Mundo”, “Titán”, “La Francia”, “Las Tres B”.

La obra de J. Jesús Félix Magaña es pionera de este esfuerzo y su contenido engrandece a los historiadores de su tiempo y alimenta a los actuales, mientras invita a las nuevas generaciones a conservar su patrimonio pero sobre todo a incrementarlo.

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