María O’Higgins defendió las causas campesinas y obreras, estos ideales en favor de los vulnerables y su profundo amor por el arte fueron el eslabón más fuerte en la vida que compartió con el artista Pablo O’Higgins. La abogada y profesora falleció la noche del lunes a los 101 años luego de varias semanas de permanecer postrada.
El cuerpo de María de Jesús de la Fuente de O’Higgins fue velado ayer en la agencia funeraria Gayosso Félix Cuevas. La Secretaría de Cultura federal y la Universidad Autónoma de Nuevo León anunciaron que el próximo año le rendirán un homenaje póstumo a la pionera en la defensa de los derechos de la mujer.
María dedicó sus últimas décadas a luchar por la conservación del legado de su esposo, el pintor, grabador y muralista mexicano de origen estadunidense Pablo O’Higgins, quien llegó a nuestro país en 1920, invitado por Diego Rivera. Fue aquí donde el originario de Utah adquirió la nacionalidad mexicana y residió hasta su fallecimiento en 1983. Se enamoró de los murales, los magueyes y una inteligente abogada que conoció en Monterrey. Pablo y María se casaron en 1959.
En vida, ella se dedicó a acompañar el quehacer pictórico del muralista y después fue la guardiana de su obra, perseverante y fuerte en hacer cumplir el deseo de que la producción artística del pintor permanezca como patrimonio de los mexicanos.
La reconocida abogada, animada por su esposo, produjo obra propia con técnicas como acuarela, óleo, litografía, bordado y grabado, además de que entre 1962 y 1964 fue ayudante de Pablo O’Higgins en los murales que pintó en el Museo Nacional de Antropología.
La también pintora y promotora cultural inició su quehacer artístico en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León y trabajó con ahínco en favor de los derechos de las mujeres.
Cercana al centenario de vida, dijo en entrevista a La Jornada (10/03/2019) haber recibido propuestas de instancias privadas para adquirir la obra de Pablo. Respondió con negativas firmes: ‘‘si no son instituciones oficiales, no me interesa darles nada, porque la obra de Pablo es de México y para México”. Añadió que el muralista ‘‘siempre respetó y quiso a la gente de este país, los trabajadores primero”.
María de Jesús de la Fuente Casas nació en el pequeño poblado de Valle de Rayones, Nuevo León, el 18 de octubre de 1920. De su padre, quien participó en el reparto agrario de Lázaro Cárdenas en su estado natal al norte del país, aprendió el amor por la tierra y el trabajo duro de quienes se dedican al campo.
Fue la primera mujer egresada de la licenciatura en Derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León; destacó por ser pionera en defensa de los derechos de las mujeres y su acceso a la justicia. También fue una de las fundadoras, en 1947, de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano en Monterrey. Al ejercer el derecho vio los maltratos de género en el sistema de justicia, por lo que implementó la primera defensoría de oficio para ellas en los años 50.
Al ver la miseria e indefensión de las mujeres comenzó a ayudarles con su casos. Habló con el entonces gobernador en Nuevo León, Arturo B. de la Garza, e instauró la defensoría de oficio para mujeres en materia civil. María O’Higgins relató que el común denominador de las personas que defendió era que ‘tenían hambre, hijos abandonados, a veces golpes. Los maridos se iban y ellas se quedaban sin hacer nada, porque en esa época debían ser ‘de su casa’, y la gente decía: ‘si te tocó ese esposo, pues aguántate’, pero ya con hijos no podían soportar esa vida”.
Fue en 1958 que conoció al pintor de origen estadunidense, cuando llegó a Monterrey, acompañado por su amigo Leopoldo Méndez, ambos fundadores del Taller de Gráfica Popular. Se casaron al año siguiente y comenzaron a vivir en la Ciudad de México. Juntos diseñaron el que fue su hogar en Coyoacán, y donde ella residió hasta sus últimos días, acompañada del recuerdo de su compañero de vida. Tras afron-tar el duelo, encontró consuelo en el estudio de la casa y digitalizando el acervo de Pablo O’Higgins.
Como promotora cultural, María de Jesús ocupó desde 1997 la presidencia de la Fundación Cultural María y Pablo O’Higgins. En 2009, por su trayectoria y labor como pionera en la defensa de los derechos de las mujeres, recibió la presea Amalia Solórzano Bravo, otorgada por el gobierno de Michoacán, y en 2019 recibió otro reconocimiento en la Ciudad de México.
En 2017, la luchadora social donó al Museo Mural Diego Rivera 14 bocetos de siete murales de Pablo: La lucha de los obreros contra los monopolios (1934), Expropiación petrolera (1939), Lucha contra la discriminación racial y la unidad obrera (1945), La maternidad y la asistencia social (1946), Dios del fuego/Lucha del pueblo tarasco (1964), Boda indígena en San Lorenzo (1964) y Paisaje tarahumara (1964).