El litógrafo Francisco Lara, colaboró en el último trabajo de Vicente Rojo

Taller Bñackstone resguarda los últimos trazos de Vicente Rojo

El litógrafo Francisco Lara habla de su colaboración en el último trabajo del artista

Los últimos trazos de Vicente Rojo, antes de morir en marzo del año pasado, los hizo sobre una piedra 90 por ciento calcio de más de 150 años de antigüedad.

Es una placa litográfica de casi 200 kilos de peso y un metro de largo sobre la que dibujó a mano diferentes vistas de jardines para luego imprimir en litografía. La obra titulada Jardines a vista de pájaro en vuelo, una comisión del Museo Kaluz, salió del taller Blackstone, donde se conserva la piedra y pruebas originales de este último trabajo.

La litografía se subastó el 20 de enero pasado por la casa Morton y alcanzó un precio de 117 mil 140 pesos, casi el doble de las estimaciones de los valuadores. A pesar de que la obra está en manos de coleccionistas privados, el taller ubicado en la colonia Doctores guarda con genuino orgullo los trazos originales de Rojo, las correcciones en varias pruebas y la firma de la pieza final aprobada.

Francisco Lara, litógrafo y fundador del taller junto con Arturo Guerrero, cuenta en entrevista que sobre la piedra en la que trabajó Vicente Rojo, también hay huellas del trazo de Rufino Tamayo, Francisco Zúñiga, Raúl Anguiano, Francisco Toledo, José Luis Cuevas, y Leonora Carrington, entre otros.
“Normalmente se reciclan y se borran los dibujos para que trabajen otros artistas, pero en este caso que sabemos que es la última obra del maestro Vicente Rojo, no hemos querido borrarla, pero también se quedó la piedra así porque no hemos hecho otra gráfica tan grande”, revela Lara quien se ha dedicado a la gráfica por más de tres décadas.

El taller era de los favoritos de Vicente Rojo para sus proyectos. Con Francisco Lara y Arturo Guerrero trabajó más de 20 años en piezas como la serie de alfabetos, otra sobre imágenes de volcanes y un par de libros de artista. El diseñador y pintor sabía del trabajo artesanal que se hace en el taller, pues no sólo tiene más de un centenar de estas piedras sino que las entintan a mano y promueven la técnica más tradicional de la gráfica.

“El maestro era muy profesional para trabajar, casi no venía al taller porque no le gustaban las alturas y el taller ha estado en el sexto piso o ahora en el tercero y a él no le gustaban ni las escaleras, mucho menos el elevador, pero nosotros le llevábamos las piedras a su estudio en Coyoacán y ahí trabajamos con él. Esa piedra de 200 kilos la llevamos a su casa y nos dio mucho trabajo para conseguir el dibujo original”, revive el litógrafo.

La piedra hace las veces de cuaderno de dibujos, añade Lara. Sobre ésta bien húmeda el artista traza con materiales grasos el esquema de su dibujo y debido al agua, la superficie absorbe sólo el área del dibujo. Luego el litógrafo pasa el rodillo entintado sobre la piedra y se encima un hoja de papel sobre la que se calcan los trazos una vez que pasa por la prensa. Un trabajo artesanal.

“El maestro Vicente nos hizo ver nuestra suerte porque en ese tiempo puso masking sobre los límites de la imagen y eso no se puede hacer en la litografía porque el pegamento deja huella, pero no dijimos nada porque era el maestro, entonces nos dio mucho trabajo para limpiar el pegamento y sacar lo más fiel posible el dibujo original”, narra de la pieza que replica a vista de pájaro diferentes jardines que Rojo recuperó de su memoria.

Si bien la litografía fue indispensable en la publicidad durante el siglo pasado, Lara señala que con la entrada de la tecnología y diseños digitales, esta técnica se convirtió en un medio artístico no sólo para diseñadores como Vicente Rojo, sino incluso para pintores como Rufino Tamayo el primero en trabajar en BlackStone.

“Recuerdo que mi primer trabajo con un artista en los 90 fue con un señor que cuando vi pensé: quién es este viejito canoso; ¡de pronto me doy cuenta que es Rufino Tamayo dibujando en una de nuestras piedras!, fue maravilloso. Ahora los artistas jóvenes empiezan a interesarse por esta técnica por el valor manual, pero en publicidad se ha sustituido por la impresión digital”, refiere.

El taller Blackstone inició en 2001 con la herencia de Andrew Vlady quien, al cerrar su ciclo en la gráfica, vendió a Francisco Lara y Arturo Guerrero sus prensas litográficas, el papel y los elementos técnicos. Ambos litógrafos han colaborado con Manuel Felguérez, Francisco Toledo, José Luis Cuevas, Daniel Lezama, Gabriel Macotela, Gilberto Aceves Navarro y Flor Minor, entre otros.

 

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