exóticosque ocurren en lugares
exóticos: Turquía, Perú, Persia, América. Como es de esperarse, la visión primitiva de libretista y compositor sobre esas lejanas otredades (y esos aún más lejanos otros) está teñida fuertemente de paternalismo y condescendencia, precursores directos del colonialismo, la esclavitud, el racismo, la expoliación.
Como antídoto (revancha, reivindicación) a todo ello, Cogitore, Dembélé y sus colaboradores arman un gran corps de ballet… pero no al estilo de la época, sino con danzarines convocados, muy a propósito, con una amplia idea de diversidad. Vienen de la tétrica banlieue parisina, del África negra, del Magreb, del Lejano Oriente, de la selva paraguaya y se forma ahí una auténtica mélange de razas, culturas, colores, lenguas, identidades sexuales, temperamentos, y la combinación no puede ser más sabrosa, una auténtica masala bailable. Sí, ahí está la música, y el canto, y todos los demás accesorios de una ópera, pero en este caso la esencia es cuerpos, cuerpos, cuerpos, movimiento, movimiento, movimiento, a través de los cuales se deconstruye a golpe de baile la intención original de Rameau y Fuzelier, y se presenta bajo una nueva, poderosa y muy actual luz. Este inusual proyecto se estrenó en la Opéra Bastille el 27 de septiembre de 2019, en una función que, se dice, fue memorable y aplaudida ruidosamente por el conservador público parisino.
El desarrollo entero de este interesante proyecto fue registrado minuciosamente en el notable documental Indes Galantes (Philippe Béziat, 2020), que contiene numerosos momentos claves del proceso realizado por Cogitore y sus colaboradores, desde el exhaustivo casting, los ensayos, las pruebas de vestuario, el entramado de la música de Rameau (dirigida por Leonardo García Alarcón) con la compleja puesta en escena, hasta la noche del estreno. Todo ello es, sí, muy interesante, pero el valor agregado fundamental del filme de Béziat está en los testimonios de los bailarines, que se muestran alternativamente asombrados, fascinados, temerosos, cohibidos, extrovertidos, pero, sobre todo, convencidos con el proyecto, comprometidos con el trabajo y, ciertamente, muy orgullosos de sus raíces y sus identidades, disfrutando por todos los poros de esta improbable mescolanza.
De entre los valiosos testimonios de los jóvenes bailarines que aparecen en el filme de Béziat, rescato uno, particularmente potente: Iba yo de camino a casa en mi patineta, tarareando las melodías de la obra. Nunca creí que una ópera pudiera hacerme llorar
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¿Cuándo entenderemos aquí que aquello que llamamos educación, cultura, arte, se trata precisamente de eso, de mover y conmover a un individuo, y luego a otro, y a otro, hasta que sean millones? ¿Cuándo entenderemos que un proyecto como esta versión de Las indias galantes hace más, mucho más, por fomentar una verdadera equidad, que los numerosos manuales de uso incluyente del lenguaje
que circulan por doquier y que son, en sí mismos, un atentado al lenguaje y al sentido común? Recomiendo muy enfáticamente buscar y ver el filme Indes Galantes. Mientras tanto, comparto aquí esta liga que los llevará a un video del explosivo número culminante de esta versión de la ópera de Rameau: https://www.youtube.com/watch?v=TfQJZ76WR0U&list=RDTfQJZ76WR0U&start_radio=1