El 8 de marzo de 1922 llegaron a Chihuahua menonitas procedentes de Canadá,

Menno Simons y sus descendientes confesionales en México
Carlos Martínez García/I
Menno Simons vivió en el siglo XVI y en el siglo XIX mujeres y hombres identificados con sus postulados confesionales iniciaron asentamientos en México. El 8 de marzo de 1922 llegaron a Chihuahua menonitas procedentes de Canadá, al amparo de un convenio establecido con el presidente Álvaro Obregón.

De 1922 a 1926 se establecieron en el país entre 5 mil y 6 mil personas, eran descendientes de generaciones que comenzaron a migrar en el siglo XVI. Como bien dice la investigadora Ruhama Pedroza García, “la identidad de los menonitas asentados en México se ha construido a lo largo de la historia de sus grandes migraciones –de Prusia a Ucrania (1540-1789), de Ucrania a Canadá (1789-1874) y de Canadá a México (1874-1922)–, así como de los cambios que surgieron luego de las ‘rupturas’ no sólo con los contextos de vida conocidos, sino con las creencias instituidas dentro de tales contextos”. ¿Y quién fue Menno Simons?

El ex sacerdote nerlandés (1496-1561) vivió en un mundo en el cual dominaba la simbiosis Iglesia territorial/Estado. Por lo tanto, el principio de iglesias de creyentes con el que se identificó Menno necesariamente confrontó no sólo al stablishment religioso del régimen de cristiandad (tanto en su expresión católica como protestante), sino también, debido a la simbiosis mencionada, al orden político que negaba cualquier otra creencia religiosa que no fuera la oficial.

Menno nació en 1496, en una población llamada Witmarsum, Friesland, Países Bajos. Sus padres decidieron consagrarlo al servicio de la Iglesia católica y lo ingresaron, a los nueve años, en el cercano monasterio franciscano de Bolsward. Cuando cumplió 20 años hizo votos de novicio y ocho años más tarde recibió la ordenación sacerdotal. La primera parroquia en la que sirvió fue una situada en Pingjum, no muy lejos de donde vino al mundo. Como párroco, recordaría años más tarde que, en compañía de otros eclesiásticos, se la pasaba jugando, tomando y practicando otros pasatiempos en total vanidad.

Junto con dudas sobre la transustanciación (¿eran realmente transformados el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo mediante la declaración del sacerdote?), Menno Simons comenzó a leer la Biblia en 1524, sobre todo el Nuevo Testamento, y en eso no llegué lejos, antes de ver que habíamos sido engañados y mi anteriormente mencionada conciencia afligida fue liberada de esta aflicción, sin toda instrucción humana.

Menno, todavía como sacerdote católico, predicaba conforme a lo que iba comprendiendo de sus lecturas bíblicas. También leyó algunas obras de Martín Lutero y conoció grupos que habían roto con el catolicismo romano. Lo que aceleró el cambio en las concepciones de Menno sobre lo que significaba seguir a Cristo fue conocer acerca de la decapitación del sastre Sicke Snyder, el 20 de marzo de 1531 en Leeuwarden, por haberse rebautizado de adulto. Para él, sonó extraño a sus oídos que se hablara de un segundo bautismo.

El caso Snyder hizo que revisara la Escritura con diligencia, y reflexioné seriamente en ella, pero no pude encontrar ningún relato de bautismo infantil. En vista de que me había enterado de esto, conversé con mi pastor [católico] sobre estas cosas. Después de muchas palabras, conseguí que reconociera que el bautismo infantil no tenía ningún fundamento en la Escritura. Entonces Simons conoció la existencia de un grupo que no practicaba el bautismo de infantes, sino de creyentes conscientes de la decisión que tomaban al dar testimonio público de seguir a Jesús junto con otros y otras en una comunidad de fe.

Como antes la transustanciación, el tema de quiénes debían ser bautizados provocó que Menno buscara respuesta en el estudio bíblico y además en obras de reformadores como Lutero, Enrique Bullinger y Martín Bucero. Tras haber leído a estos teólogos, Simons escribió: Descubrí en todas partes que los autores divergieron tanto acerca del fundamento y que cada uno seguía su propio razonamiento, me quedó claro que fuimos engañados en cuanto al bautismo infantil.

En 1532, Menno Simons fue enviado a Witmarsum, su aldea natal, para encargarse de una parroquia. Entró en contacto con anabautistas, pero no se hizo uno de ellos, aunque ya tenía creencias similares. Los acontecimientos insurreccionales de 1534-1535 en Münster, donde dos autoproclamados profetas (Jan Van Leiden y Jan Matthijs) encabezaron mediante violencia el establecimiento de la Nueva Jerusalén y anunciaron el advenimiento del Apocalipsis, sacudieron la conciencia de Menno Simons. La decisión de abandonar a la Iglesia católica y renunciar al sacerdocio fue tomada por Menno Simons en 1536. Entonces se unió al grupo encabezado por Obbe Philips y fue bautizado por él. Al poco tiempo comenzó su ministerio pastoral itinerante entre las células anabautistas dispersas en los Países Bajos y el norte de Alemania. Contrajo matrimonio con Gertrude, con quien procrearía dos hijas y un hijo.

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