más completa y mejor articulada que jamás hayamos visto en nuestras excavaciones en el Templo Mayor, señaló el arqueólogo Leonardo López Luján.
Un conjunto único de 164 estrellas de mar provenientes del océano Pacífico fueron descubiertas en el Templo Mayor por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El instituto difundió que el hallazgo de estas estrellas originarias del litoral del Pacífico mexicano, tan distante de la capital tenochca, se realizó en la ofrenda 178 del antiguo recinto sagrado de Tenochtitlan, investigada desde 2019.
El conjunto incluye una figurilla de copal, el cuerpo de un jaguar armado con un atlatl (propulsor de dardos) y organismos marinos como corales, peces globo y caracoles.
Destaca entre el conjunto de vestigios, datado en el año 1500, un ejemplar de la especie Nidorellia armata, conocida coloquialmente como chispas de chocolate
, de 22 centímetros, que preserva de forma inusual la impronta de su forma y estructura interna.
Esta ofrenda es una de las más grandes que hemos encontrado en el Templo Mayor, por lo que, hasta no explorar los 30 o 40 centímetros de profundidad que creemos nos faltan, es difícil saber su significado
, explica el arqueólogo Miguel Báez Pérez.
El 1º de marzo, el historiador Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor (PTM), difundió en su cuenta de Twitter una foto con el texto: “En estos momentos aparece este maravilloso ejemplar de Nidorellia armata (Pacífico), la estrella de mar más completa y mejor articulada que jamás hayamos visto en nuestras excavaciones en el Templo Mayor. La descubren Miguel Báez y Tomás Cruz”.
La ofrenda, que según el INAH fue realizada en la transición entre los reinados de Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin, representa un caso único de conservación de uno de estos equinodermos que, de manera similar a un fósil, preserva su forma casi intacta, pese el paso del tiempo dado
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El INAH detalló que durante el gobierno de Ahuízotl, los mexicas establecieron rutas de comercio al parejo de su expansión militar en Mesoamérica, por lo cual en Tenochtitlan se encontraron corales traídos del Golfo de México, estrellas de mar del Pacífico y un jaguar hembra posiblemente cazado en el Soconusco.
Los arqueólogos del PTM sostuvieron, con fuentes históricas como la Matrícula de tributos y hallazgos previos, que la ofrenda está vinculada a la guerra, no sólo por el arma que portaba el jaguar en una garra, sino por su ubicación en el Cuauh-xicalco, edificación alineada con el costado sur del Templo Mayor, consagrado a Huitzilopochtli, dios de la guerra.
En el análisis de los vestigios marinos colaboran especialistas del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El descubrimiento proporcionará información de la evolución de la Nidorellia armata, pues en la actualidad esa especie ha reducido su tamaño, tanto por la explotación humana como por el calentamiento global, mientras en la antigua capital tenochca se han encontrado estrellas que alcanzaron hasta 60 centímetros
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