Fábulas y leyendas de la mar’ (1982), del escritor portugués Álvaro Cunqueiro

El ensueño marítimo de Álvaro Cunqueiro

Alejandro García Abreu

Este 2022 se cumplen cuarenta años de la publicación de ‘Fábulas y leyendas de la mar’ (1982), del escritor portugués Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981). Conmemoramos las cuatro décadas de la aparición del libro con un ensayo sobre los cuerpos de agua y sus posibilidades literarias.

Carla Brau

en aquella habitación de Miholaš?ica, estaba allí también la selva austral de las orillas del océano, Terra Australis incognita.

Claudio Magris, A ciegas

 

 

El viajero de Galicia

El rumor me llama, es el mar de Poseidón. Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981) –quien escribió en gallego y en castellano y fue un viajero de la fabulación oceanográfica– escuchó el mismo rumor. Publicó los libros de poemas Marao NordePoemas do sí e nonCantiga nova que se chama Riveira y Elegías y canciones, entre otros. De su obra en prosa destacan Merlín e familiaAs crónicas do SochantreUn hombre que se parecía a Orestes, Si o vello Sinbad volvese ás illas, Vida y fugas de Fanto Fantini della Gherardesca, Tertulia de boticas prodigiosas y escuela de curanderosFábulas y leyendas de la mar El pasajero en Galicia. En 1964 ingresó en la Real Academia Gallega y leyó su discurso Tesouros novos e vellos. Fue galardonado con el Premio Nacional de la Crítica y con el Premio Nadal.

En Álvaro Cunqueiro. El juego de la ficción dramática, Ninfa Criado Martínez –investigadora de la Universidad de Sevilla– recuerda que el sueño, como declaró el propio escritor, es un imposible. El autor gallego –dice la autora– construyó sus narraciones como viajes, o como una convergencia de viajeros en un lugar, como Merlín en su casa de Miranda, para hablar del traslado: Orestes no arriba, Sinbad no regresa al mar en el barco construido por los carpinteros en Basora, Nulos muere cuando deja de soñar. “Para llegar al final de la soledad y la destrucción, el héroe ha vivido la plenitud humana y soñadora, tocado las cosas visibles e invisibles, habitado el misterio con vivacidad, ejercido poderes mágicos como ensueños”, aseveró Cunqueiro.

 

La atracción marítima

“Agua, agua, agua. La sensación acuática era profundamente estimulante”, escribió la antropóloga y traductora bilbaína María Belmonte en Los senderos del mar. Un viaje a pie.

Tras la muerte de Cunqueiro, Néstor Luján –escritor y periodista catalán– reunió en Fábulas y leyendas de la mar (Tusquets, Barcelona, 1982) textos aparecidos, en su mayoría, en la revista La Hoja del Mar que se refieren al universo del océano –tan atrayente para el escritor gallego–, a “zoologías quiméricas”, “increíbles geografías submarinas”, “temerosas historias” y “trágicas leyendas sin fin”.

Melville, Stevenson y Defoe –escritores de propensiones oceánicas– habitan las páginas de Fábulas y leyendas de la mar. La cartógrafa e historiadora Nathalie des Palmes evoca la fascinación por el mar de Álvaro Cunqueiro. Ahonda en su deslumbramiento por la leyenda de Alejandro Magno, quien vio sirenas, entre ellas una joven “que al moverse parecía un ejemplo de línea sinuosa de las geometrías euclidianas; ésta, al comprobar que el insólito visitante era Alejandro, comenzó a cantar trozos precisamente de El libro de Alexandre.”

Guarda especial relevancia para Nathalie des Palmes el texto de Cunqueiro intitulado “…Y, en la noche, el mar”:

 

Las horas se tienden al sol y al viento en esta soledad, y largos son el día y la noche. Parece como si aquí hubiésemos recobrado un reloj antiguo, más humano y sosegado. La noche se acerca desde el mar, a tientas, mezcladas las ondas de tiniebla con las ondas marinas. Los últimos coruxos –los pescadores de Coruxo, para quien Homero pudo decir el hexámetro: “Valerosos dueños del Océano abundante en peces”–, hace una hora que se han ido, al vuelo de las blancas velas. En la mano la copa de vino, me parece que puedo apoyar la frente en la oscuridad y en el viento y que el vino que voy a beber es un fruto lejano, robado a otras tierras más fecundas, para que aquí el alma humana pueda soportar la noche solitaria. ¿O acaso también el vino se estremece en esta nocturna soledad, como se estremece la llama? ¿No son de la misma condición? Decimos versos en la noche, como para que los oiga el mar, pero el más profundo significado y canto de las palabras se desdibuja ante el fuego encendido en el hogar y en la lámpara; me parece que por el fuego, y no por la palabra, que aquí tenemos la condición humana. El fuego es nuestro tesoro, y, si Ulises llega ahora, antes que
a nuestras palabras tenderá sus manos al fuego.

 

La experta en el arte de trazar cartas geográficas destaca el lirismo del autor de Si o vello Sinbad volvese ás illas: alude a la “navegación multiforme de temblorosas luces.” La escritora y experta en historiografía recuerda que para Cunqueiro “todo el mar se desliza en la sombra sonora, solemne y poderoso.” Des Palmes rememora: “Amanece vivazmente, allegro en el cielo, en el viento, en el mar.” En realidad se trata del hermoso canto secreto de una oceánide.

 

 

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