El ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), se convirtió en un recital de poesía y música dedicado a la figura de Ricardo Yáñez.
En el evento realizado la noche del martes en la Sala Manuel M. Ponce, el poeta y periodista jalisciense escuchó las palabras de sus amigos poetas, Enrique G. Gallegos e Isolda Dosamantes, así como el texto que envió Hermann Bellinghausen y leyó Felipe Vázquez.
La poeta y académica Isolda Dosamantes expresó: Estamos reunidos aquí para festejar a Ricardo como protagonista de las letras en el país. Estamos ante un autor que vive la poesía, que tiene como coordenadas principales a las emociones decantadas con una sabiduría que va entrelazando con un gran sentido del humor. Es un hombre capaz de transferir los sentimientos al lenguaje, un ejemplo de trabajo y constancia
.
Dosamantes también mencionó de manera especial el libro Desandar, que recopila la obra del poeta de 1972 a 2013. “Cada libro del maestro Yáñez tiene su propia personalidad, podemos consultar gran parte de su poesía hasta 2013 en Desandar; sin embargo, hay una vida transversal que nos atraviesa y esa explosión que sucede en los poemas es abrir la caja de donde salen las emociones que vuelan al ánimo de quien lee y escucha.
El trabajo literario de Yáñez no se puede leer una sola vez. Cada lectura de un poema nos revela algo: música, ritmo, formas que nos permiten descubrir la experiencia vital.
Enrique G. Gallegos festejó los 50 años que se cumplen del primer poemario de Yáñez, Divertimento, y leyó el texto que escribió acerca del poeta, en el que se refirió a la política del poema del jalisciense. “La poesía es política porque escribe nuevas visibilidades, construye mundos, cultiva emociones y reconstruye la piel. En este sentido, la poesía de Yáñez es política.
La poesía de Yáñez es un canto de lo colectivo y de la colectividad. Esto no significa que no exista el elemento individual en su poesía
. Gallegos explicó que los poemas de Ricardo recurren a las formas tradicionales del verso, el soneto y la décima.
El poeta, periodista y ensayista Hermann Bellinghausen, quien no pudo asistir al evento, envió el texto Ricardo Yáñez donde pone el ojo, pone la voz
, en el que compartió que al mejor Yáñez que conoce es al que ha leído. También recordó anécdotas con el poeta en el mundo literario y su encuentro en La Jornada, donde ambos colaboran, y se refirió a Yáñez como el poeta de la casa
.
Durante el evento, Ricardo Yáñez leyó un pequeño poema en el que mostró su emoción cuando se le cortó la voz.
“Si acaso de amor yo muero, / y eso quiero, / que nadie llore por mí. / Pero si / no ocurriera como espero, / no es así, / que nadie llore por mí. / Cierta vez amor entero / supe ser, fui. / Qué frescura aquel venero / del que bebí. / Volverán, no desespero, / ese entonces, ese ahí… / Pero si de amor no muero / que nadie llore por mí.”
La velada continuó con la música de la agrupación Cinco Centavitos, que cantó, entre otras piezas, La oaxaqueña, Cantar, En un rosal florecido, Que no es tristeza, La Lupe y Emborráchate por mí.