Lo recuerdan como un hombre incansable y vital
Su labor, además de científica, se extendió a la educación y el desarrollo social
Innovador de la ciencias computacionales en México, pionero en el impulso de las neurociencias en el proceso de aprendizaje, promotor incansable de la democracia y ciclista militante, el doctor Enrique Calderón Alzati dejó una “huella imborrable en quienes lo conocimos y tuvimos el honor de colaborar con él.
Fue un hombre incansable, vital y con una enorme capacidad de convertir cualquier obstáculo en una oportunidad. Era un visionario que comprendió, desde los primeros años de su desarrollo, el impacto que tendría la computación en México y en el mundo
, afirmaron familiares, amigos y ex colaboradores, quienes rindieron homenaje a su vida y obra.
Reunidos, la tarde del pasado miércoles, en la sede del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE), organismo que encabezó desde 2019 y hasta su deceso en mayo pasado, hijos, nietos y compañeros recordaron su lucha incansable contra toda forma de desigualdad y su compromiso con la educación como base para cualquier transformación social.
Sus hijos, Marcos, maestro en ciencias de la computación, y Carlos, ingeniero geofísico y experto en sismología, destacaron su innata curiosidad que lo llevó desde su infancia a interesarse por la ciencia y el conocimiento. Cursó la licenciatura de física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para luego continuar su formación de posgrado en Estados Unidos, en el campo de las ciencias computacionales.
Fidel Ortuño, maestro en ciencias de la computación, egresado de la Fundación Arturo Rosenblueth, fundada en 1978 por el doctor Calderón Alzati en honor al destacado científico mexicano, recordó que el joven Enrique Calderón cursó su doctorado en la Escuela Moore de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Pensilvania, institución pionera en el desarrollo de la primera computadora digital en el mundo.
A su regreso a México labora en la dirección del Centro de Procesamiento de Datos, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), y más tarde fue director general de Sistemas y Procesos Electrónicos de la Secretaría de Programación y Presupuesto.
Tras la creación de la fundación, Calderón Alzati lanza la primera maestría en ciencias de la computación, con la que se impulsó el desarrollo del software en México. En 1981 crea el Premio Nacional Arturo Rosenblueth de Computación. Convoca al primer Congreso de Computación en Instituciones de Educación Superior y crea la primera revista de computación en México y América Latina. Años más tarde, impulsa la primera maestría en inteligencia artificial en Iberoamérica.
Rubén Darío Gómez, jefe de la Unidad de Administración y Finanzas del ILCE, señaló que la creatividad académica y de investigación de Calderón Alzati lo lleva a concebir en los años 80 del siglo XX el Proyecto Galileo, pionero en el uso de las computadoras para la educación, pues a través de laboratorios de simulación y con materiales científicos de alta calidad, hizo accesible el conocimiento para miles de estudiantes. Contenidos que donó al ILCE.
Pero su labor no se limitó al campo científico. En los años 60 del siglo XX, durante su estancia en Estados Unidos, se sumó a las protestas contra la guerra de Vietnam, la segregación racial y la lucha por los derechos civiles.
Su compromiso con las causas sociales y la justicia social siempre estuvo presente. Fue un hombre comprometido con el cambio, simpatizante de la revolución cubana y promotor de la educación y el desarrollo social
, afirmó Gloria Sánchez, maestra y senadora por Veracruz, quien recordó el importante papel que tuvo en la construcción de espacios de participación civil para el ejercicio de la democracia al ser pionero en el uso de las ciencias computacionales en el conteo rápido de votos.