la palabra esposa no figura en ningún poema, sentencia su nueva mentora. Esta historia de claudicación moral y de vampirismo afectivo, la relatará el propio Thorkild Bjornvig en El pacto (Pagten, 1974), su versión literaria de los hechos, breve relato publicado 12 años después de la muerte de Karen Blixen.
El cineasta danés Bille August, ganador dos veces de la Palma de Oro de Cannes, primero por Pelle el conquistador (1988), luego por Las mejores intenciones (1992), en colaboración con Ingmar Bergman, responsable del guion, propone ahora en El pacto (2021), incursión en la personalidad compleja de la autora de Cuentos de invierno (1942), mujer de inteligencia calculadora y carácter imperioso que vive refugiada en su mansión de Rungstadlund, en el norte de Copenhague, alejada de la mundanidad literaria, en parte para mantener en secreto una larga enfermedad venérea devastadora, en aquel entonces incurable, que le atormentó toda la vida. El poeta Bjornvig llega hasta ese lugar y se convierte en cómplice devoto de las fantasías romántico-literarias de esta mujer madura, dejando de lado todo lo que hasta el momento había representado su seguridad doméstica y afectiva. Entre las enseñanzas de su tutora manipuladora figura el consejo libertino de procurarse una amante joven para ampliar así su criterio y rehuir a la tentación de la mediocridad. Aunque cuando esto finalmente sucede y el poeta se enamora de la joven Benedicte (Asta Kamma August), la sorprendentemente incauta iniciadora en las artes galantes se muestra muy contrariada. Cabe señalar aquí que el desempeño de la actriz Birthe Neumann como Karen Blixen no parece extraer el mejor provecho de todas las posibilidades y matices dramáticos que sugiere el personaje real, mucho más complejo, de la escritora temperamental y tiránica. Algo parecido sucede con la propia cinta, contenida en su estética preciosista y su formalismo académico.
Las mejores intenciones –cinta suya muy superior– cautivaba por su tono sombrío y su visión desencantada de la pasión amorosa en tanto toque bergmaniano realzaba en el relato toda la complejidad del tema. El pacto, en cambio, se encamina desde su concepción hacia un tratamiento convencional que el desenlace confirma ampliamente. El problema no es la historia original narrada, de suyo fascinante, sino la manera convencional y plana en que el guionista Christian Torpe la adapta para la pantalla. A modo de comparación, cabe advertir acerca de un documental, aun pendiente por llegar a México, que narra de modo formidable una historia parecida. Se trata de Quisiera hablar de Duras (2021), de la directora francesa Claire Simon. En él, Yann Andréa, joven cinéfilo, entabla correspondencia con Marguerite Duras, su autora admirada, y acepta convivir a lado suyo como alumno y amante durante 16 años, sin importar el abismo generacional de 38 años que mediaba entre él y la escritora. Se trata de una relación de poder llena de frustraciones y gratificaciones afectivas y sexuales, de abuso autoritario y de sometimiento voluntario, basada también en hechos reales, y que de modo lacónico y a la vez intenso, aparece como el espejo oscuro de la confusión sentimental que vive el joven Bjornvig a lado de su maestra castradora.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 15:30 horas.