Don Miguelito
Convierte el oficio de peluquero en un arte;
Su historia
Don Miguelito relata que tenía 12 años y rápido lo animaron para integrarse como “Chícharo”, como se le decía entonces a los ayudantes de peluqueros
Veracruz, Ver.-
Las modas van y vienen, pero las antiguas barberías del puerto de Veracruz resisten a los embates de las crisis. Miguel Gil Escamilla, con 60 años en el oficio, es una muestra de que ser peluquero de antaño es un arte que se adapta en cualquier circunstancia.
Don Miguelito, como lo conocen sus clientes, inició en este oficio a inicios de la década de 1962 en la antigua peluquería La Moda, un local ya extinto que se ubicaba en la calle Emparan, en pleno centro de la ciudad de Veracruz.
En aquel entonces, relata que tenía 12 años, llegaba a bolear zapatos a los clientes, pero rápido lo animaron para integrarse como “Chícharo”, como se le decía entonces a los ayudantes de peluqueros; los ocho barberos que atendían en el negocio se convirtieron en sus maestros.
Por varios años aprendió a usar las tijeras y las máquinas de afeitar, hasta que fue acogido como todo un peluquero por los demás barberos.
“Yo aprendí en la peluquería La Moda, llegué ahí en el año de 1962, eran ocho peluqueros, yo era el chícharo, que es como le llaman al aprendiz en las peluquerías, no es algo fácil, pero no es nada del otro mundo. Ahora se aprende al vapor, antes era más lento, primero se aprendía en la tijera y después a las máquinas, ahora ya no”, relata.
De manera ininterrumpida Don Miguelito se ha dedicado a cortar el cabello a los jarochos, su trabajo de manera disciplinada en la peluquería en la que trabajaba le permitió reunir los ahorros para comprar un edificio en la avenida Benito Juárez, entre Independencia y Zaragoza, que ahora es el lugar donde tiene su propia barbería.
Del edificio antiguo dividido en cuatro locales, renta uno y ocupa otro, al frente de la fachada se pueden observar los colores característicos en espiral en azul y rojo que distingue a todas las peluquerías, viejas y modernas.
¿Cuál es el horario de su peluquería?
El letrero al frente dice “Figaros”, que es como se llama el negocio al que llega a las 7:00 de la mañana todos los días y del que se va dando las 9:00 de la noche. Apenas se entra al negocio parece un viaje al pasado.
Tres sillones para cortar el cabello se encuentran distribuidos frente a espejos, que en la parte superior tienen diversas fotografías a color y en blanco y negro de Don Miguel, sus clientes, sus compañeros de trabajo y estampas del Veracruz antiguo.
Tijeras y máquinas de afeitar cuelgan de las paredes o se asoman en las cajoneras ubicadas frente a las sillas donde corta el cabello, mientras que una hilera más de asientos en el otro extremo es el sitio en donde pueden esperar los clientes.
Don Miguel relata que ha pasado diversas crisis sociales, económicas y hasta de salud, como la que ahora se vive con el Covid-19, esta última es la más difícil para él, ya que los clientes bajaron y a veces hasta siente incertidumbre de saber si alguno de ellos ha sido víctima de la enfermedad.
Don Miguelito relata que sus clientes siempre lo han salvado de no estar en la quiebra, pues acuden con él desde hace varios años jarochos de corazón o que han llegado a vivir a la ciudad y conocen sus servicios.
“Tengo muchos clientes, políticos, alcaldes, empresarios, reporteros, personas de familias de aquí de Veracruz”, cuenta.
Para él, el oficio que práctica es uno de los más necesarios para la sociedad, ya que siempre las personas buscarán verse bien, tanto que dice que en Veracruz hace un par de años hubo espacio para que se diera un “boom” en el ramo de las barberías, sin que esto le bajara a los clientes.
Sobre estas nuevas barberías estilo americano o modernas no habla mal, al contrario, afirma que le da gusto que jóvenes se dediquen al oficio y se involucren en una labor que parecía se iba perdiendo.
“Eso de las barberías de hoy es una cosa cíclica, antes eran muy comunes los cortes con difuminado por allá de los años de 1960, pasaron de moda y ahora veo que de nuevo los están regresando a usar, esas son cosas de la moda, que siempre regresan.”
También se dice un agradecido del oficio de barbero, pues con esto ha logrado dar comida a su familia, así como estudio a sus hijas, quienes a pesar de no dedicarse a esto terminaron una carrera universitaria y tendrán el legado del edificio que compró siendo peluquero.
“Este oficio me ha permitido ser dueño de este edificio viejo, gracias al esfuerzo y el trabajo de barbero de siempre me pude hacer de este inmueble, son cuatro locales de los cuales ocupo uno y rento otro, será un patrimonio que deje a mi familia”.
Delfino impuso una nueva escuela
Delfino Jesús Rojas Romero no tiene los mismos años que don Miguel Gil en el oficio de la peluquería, pero al igual que él tiene una pasión desmedida por lo que hace y practica el oficio desde que era un niño.
Delfino inició en septiembre de 1983, cuando junto con sus hermanos tuvo que entrarle a atender el negocio que su papá les heredó tras fallecer. Sin embargo, la fecha de inicio en este negocio no fue la misma en la que aprendió, lo hizo antes, a la edad de 10 años, inspirado por el hombre que le dio la vida.
“Desde septiembre de 1983, pero aprendió desde los 10 años, cuando su papá le enseñó el oficio, a partir de ahí empezó a cortar el cabello, empezando desde cero cuando su papá falleció y después decidió que tenía que empezar a trabajar en la peluquería Hidalgo.”
“Antes de que muriera mi papá yo ya sabía del negocio, él me enseñó cuando yo tenía como 10 años, después de su fallecimiento empezamos de cero mis hermanos y yo, fue una época difícil y tuvimos que fajarnos, nosotros estábamos en Hidalgo 829, entre Canal y Morales, que era la peluquería Hidalgo, muy conocida por muchos, yo trabajé ahí hasta mayo del 2003, 21 años trabajando.”
Pero la historia de Delfino no se quedó en la peluquería Hidalgo, en el 2003 emigró a Estados Unidos en donde comenzó a estudiar en una escuela de barberos, aprendió nuevas técnicas, el uso de nuevas herramientas.
Más tarde, esos conocimientos los trajo al puerto de Veracruz, en donde motivó la apertura de varias barberías de estilo americano o moderno, atendidas por jóvenes que comenzaron a ver el oficio como algo atractivo y apasionante.
“Me gradúe en la escuela de barberos, trabajé cerca de siete años con los americanos, hice muchos cursos, me puse a la par de los barberos de allá, llegué con una técnica muy atrasada, pero en la escuela me enseñaron muchas cosas, desde técnicas hasta máquinas, era algo muy diferente a lo que mi padre me había enseñado»
En el 2015 abrió la primera escuela de barberos en el puerto de Veracruz y actualmente enseña el oficio dando clases en el Icatver avalado por diversas certificaciones, pero sobre todo por el talento que sus alumnos muestran al egresar.
“Logré abrir la primera barbería con esa denominación, porque aquí la mayoría eran estéticas, las peluquerías estaban muriendo y los jóvenes no se les prendía el foco de que podían ser barberos, de que pensaban que se quedarían con ese estigmas de que los peluqueros son viejitos, pero no es así, muchas cosas han cambiado, se tienen técnicas distintas”, concluye.