la cúpula); un recorrido por los nuevos repositorios de los archivos en las galerías que otrora fueran crujías, el Centro de Información Gráfica y una exposición que dio cuenta de la transformación de la prisión de Lecumberri en la casa del AGN.
Ciertamente, se trató de la oficialización, pues la institución no había parado de trabajar desde enero de ese año, como recuerdan los trabajadores José Zavala y Joel Zúñiga. Ambos ingresaron al archivo en esos años de cambios y protagonizaron, junto con otros, la mudanza desde su sede provisional en el ex Palacio de Comunicaciones, también conocido como Tacuba 8, hoy sede del Museo Nacional de Arte (Munal). En semanas intensas, con esfuerzos extraordinarios, el trabajo colectivo, la solidaridad, el compañerismo y la vocación de servicio hicieron posible la hazaña del traslado ordenado de miles de documentos y su inmediata puesta a disposición de nuestro pueblo. La celebración vino más tarde.
La fecha elegida para inaugurar no era gratuita, conllevaba en sí otro significado. Seis años atrás cerró de manera definitiva la Cárcel Preventiva del Distrito Federal, la prisión de Lecumberri. Atrás quedaron los días de descomposición, crímenes, violencia y represión política que le dieron su triste fama. Por eso el 27 de agosto condensó el fin de la oscuridad y el advenimiento de la luz con el renacimiento de una institución de conocimiento. Devenir en sede del archivo redimió a la prisión y dio al edificio histórico un nuevo lugar en la memoria colectiva al reactivar el significado de la palabra Lecumberri en euskera.
Ese 27 de agosto también conjuntó los sueños, los trabajos y las esperanzas de diversos momentos históricos. Primero, la incesante lucha de larga data por obtener condiciones dignas para los documentos, mismos que apenas unos años atrás estuvieran divididos entre Palacio Nacional, el Palacio de las Comunicaciones y la Casa Amarilla. Segundo, el resurgimiento institucional experimentado en seis años con la recuperación de prerrogativas sobre los archivos de la administración pública, el acompañamiento de la organización de archivos a todos los niveles y la custodia de la documentación histórica. Tercero, una labor sin precedente de identificación, organización y catalogación de fondos documentales, ordenados meticulosamente en las galerías y depósitos en Lecumberri. Hoy es posible revivir todos estos avatares a partir de la exposición conmemorativa preparada por el AGN a través de Memórica, desde cualquier punto de la geografía nacional y mundial.
Desde su nueva sede, el AGN ha realizado una intensa labor para brindar acceso a los documentos, divulgar los fondos existentes e incrementarlos; ha promovido la construcción de un sistema de archivos a escala nacional, rescatado archivos de todo tipo, generado actividades de capacitación, educación y publicación de materiales especializados. Los trabajos de varias décadas se han potenciado con nuevos edificios para laboratorios y depósitos documentales, así como con los avances en materia de transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas que le han permitido progresar en la regulación de la labor archivística, con la Ley General de Archivos como base jurídica para el ejercicio y asesoría sobre archivos de la administración pública y los archivos históricos.
A 40 años de aquel acontecimiento existe un creciente nivel de conciencia nacional sobre la importancia de los archivos para edificar un México más democrático y justo a partir del acceso a la información, la memoria y la interpretación de la historia. La debida organización y puesta a disposición pública de los expedientes con voluntad política ha mostrado el poder de los archivos para establecer las condiciones de posibilidad de la construcción de la verdad frente a las atrocidades y los crímenes, entre ellos los de Estado.
Los archivos, el patrimonio documental y la historia cumplen así un rol en la profundización de la democracia y en la construcción de condiciones para transformaciones presentes y futuras. Aportan a la capacitación política de nuestro pueblo al promover una ciudadanía con conciencia crítica, democrática, capaz de exigir acceso a la información, de interpretarla, de participar organizadamente en la vida política, de conocer y vigilar a las instituciones y a los funcionarios públicos a partir de la comprensión de este momento histórico. Con la experiencia de 40 años en su sede actual el AGN tiene mucha luz que aportar a la vida pública nacional y aún mucho trabajo por realizar.
* Historiador y politólogo