Entre los títulos de la programación actual figura Alta costura ( Haute couture, 2021), de Sylvie Ohayon, comedia agridulce sobre las tribulaciones de una mujer sexagenaria (Nathalie Baye), modista muy experimentada de la casa Dior parisina, quien atraviesa por una crisis existencial provocada por el distancimiento afectivo de su hija. La fórmula es conocida. La entrega total y perfeccionista a su oficio ha hecho que la madre desdeñe sus deberes domésticos y que en esto imite a su propia madre quien hizo antes con ella exactamente lo mismo. La llegada providencial a su vida de una adolescente rebelde (Lyna Khoudri), que pronto se convierte en su aprendiz estrella e hija sustituta, habrá de restituir a la costurera todo el ánimo vital que creía ya perdido. Otra historia aleccionadora sobre el vigor que imprime a una vida el dominio total de un oficio artístico es En movimiento ( En corps, 2022), de Cédric Klapisch, un director favorito del tour. La joven Élise (Marion Barbeau) pierde aquí toda la confianza en su talento como bailarina clásica cuando simultáneamente sufre un accidente que la inhabilita temporalmente y una decepción amorosa más dura aún de soportar. Dos figuras tutelares –un fisioterapeuta comprensivo y secretamente enamorado de ella, y una mujer madura, dueña de un albergue campestre donde se practica la danza–, se encargarán de hacerle recobrar el entusiasmo por el amor y por el baile. Más allá de esta trama convencional y previsible, el talento de Klapisch se despliega en un manejo sobrio de las coreografías de danza que por sí solas constituyen todo un espectáculo. La destreza narrativa del realizador y guionista se expresa mejor en el diseño de un relato polifónico donde se entrecruzan amores contrariados y vocaciones artísticas al borde de la frustración, que en la disección errática de historias individuales que aquí resultan poco convincentes o atractivas. Algo curioso sucede con La cruzada ( La croisade, 2021), de Louis Garrel, prestigiado exponente juvenil del cine de autor, quien deposita en el punto de vista de un niño (Joseph Engel), todo un alegato en contra del calentamiento global y otros desastres ecológicos, a su juicio responsabilidad absoluta del mundo de los adultos, representados aquí por sus padres: Mariane (Laetitia Casta) y Abel (el propio Garrel), todo en una suerte de prolongación de la comedia Amante fiel (2019), en la que el mismo director hacía intervenir a esos personajes con los mismos tres actores. Finalmente, la mejor sorpresa del tour: Crónica de una relación pasajera ( Chronique d’une liaison passagère, 2022), de Emmanuel Mouret, una estupenda comedia sobre la infidelidad y los dilemas que enfrenta una pareja abierta (Sandrine Kiberlaine y Vincent Macaigne) al comprometerse a no tener jamás una relación comprometida. Únicamente sexo ocasional, jamás amor. El desempeño actoral y la elegancia de la realización, así como unos diálogos brillantes, llevan esta comedia a un nivel de calidad artística que oscila, lúdicamente, entre el cine de Eric Rohmer y el de Woody Allen, con un guiño al Bergman de Escenas de un matrimonio. Una combinación francesa muy afortunada. Otros títulos en el tour: Kompromat: el expediente ruso (Jerome Salle, 2022), El mundo según Pierre (Clovis Cornillac, 2022) y La brigada de cocina (Louis Julien Petit, 2022).
Se exhibe en la Cineteca Nacional y en salas Cinépolis.