Cuando Messi toca el balón sin tocarlo, sus cuerdas tocan a un ritmo que sube como tromba en gigantesco espiral hasta perderse en el espacio interno. La samba brasileña, el tango argentino, las sinfonías de Beethoven hacen sentir al balón moverse, removerse, crecer, reblandecer y humedecerlo sin tocar por una mezcla musical.
Palpitar transformado por milagro en un arco que guarda balones y un enigma de lo desconocido. Acercamientos futboleros que son misterio y no tienen reglas, ni ataduras, son frescos pases espontáneos que es lo que debe ser, lo lógico, que no concuerda o concuerda con lo afectivo, ese es el Messi interno que desborda y se queda dormido en los mundiales.
Balón tocado por el argentino catalán que llega sin llegar llegando a las cuerdas del balón en un intento recuento de múltiples afluentes sonoros que se vuelven música de pequeños ríos que serpentean por entre las lombrices del verde pasto y arriban en el arrullo suave de tiernos cantos maternales, tiempo que se despega del espacio y es exceso de alma y de ser.
Canto de melodías y arrullos maternales, resonancias de ayes lastimeros abiertos en otros más, formando contornos que resbalan, pasan y envuelven el sonido del balón y aparece y desaparece entre incendios de gemidos y días de llanto.
Cuando el balón comienza acariciando las riendas laterales del balón, un suave canto al paso de las alas de una mariposa alegre como el aleteo de una pluma, suavísima, sufre las centrales más lentas e intensas tocando, destocando, entrando y saliendo a placer sobre la central que quiere, se esconde: salta y desaparece en el misterioso milagro del contacto sin tacto, vibra del encuentro, dos en uno. Baile voluptuoso, danza huracanada, repercusión oscura que tendrá que enfrentar la Selección Mexicana este sábado en que seguramente despertará el que fuera la estrella del club Barcelona.
Tendrá que sacar la casta la escuadra azteca para resbalar desde las alturas recogiendo humedades en la africana Qatar al encuentro de un espacio-tiempo tanguero y ranchero. Atención, concentración, arco y balón en música que resurge armoniosa diferenciando latidos de las porras de las tribunas.
Suavidad de rasgaduras, ternura de cachondeo: arqueo que consiste en palpar y pisar la nota del tango y el gemido de la cuerda central. Fantasma resbaladizo de las otras cuerdas encargadas de cuidar melodías y ritmos del margen, llegar a la cuerda central transmitida a otras.