La caja (2021), su segundo largometraje de ficción, filmado ahora en México con un guion suyo, de Laura Santullo y Paula Markovitch, relata la historia de Hatzin (Hatzin Navarrete), adolescente de 13 años que viaja de la Ciudad de México hasta una zona desértica de Chihuahua para reclamar los restos de Esteban Leyva, su padre desaparecido. Después de recibir la caja que contiene las osamentas rescatadas de una fosa común y una credencial con el nombre de su progenitor, el joven advierte en la calle a un individuo con un físico casi idéntico al de su familiar. Sin vacilar un instante, Hatzin decide seguir, incluso acosar, a ese hombre llamado Mario Enderle (Hernán Mendoza), quien rotundamente niega tener cualquier parentesco con él. Pese a ello, el chico persiste en su empeño de hacerse aceptar por esa persona y lo hace a la manera de un huérfano desamparado.
La caja cierra una trilogía sobre la figura del padre que incluye el cortometraje Los elefantes nunca olvidan (2004) y el largo Desde allá (2015), con un eco temático en el documental El vendedor de orquídeas (2016), donde el cineasta evoca la personalidad de su padre, el pintor Oswaldo Vigas. Esta vez la nueva cinta está ambientada en una región rural y maneja de modo novedoso el tema de la identidad desde la observación social. Y así como resulta ardua la tarea de identificar a las miles de personas desaparecidas en esa región norteña, también es difícil para Jazmín reconocer sus propios rasgos físicos en los del hombre al que ha decidido considerar su padre.
En su afán por hacerse aceptar, el joven emula la conducta turbia de su nuevo tutor, improvisándose como capataz, aprovechando sus estudios de secundaria para destacar en un entorno analfabeta, incurriendo incluso en alguno de esos actos de violencia y abuso que propicia, organiza o avala Mario Enderle, hasta volverse cómplice de varias fechorías suyas. Entre los dos personajes se va creando una disputa de poder, ciertamente desigual dada la diferencia de fuerza y edades, pero tan inquietante como la protagonizada por los dos personajes de la cinta Desde allá.
Algo sobresaliente en el trabajo de Lorenzo Vigas es su notable intuición artística para dirigir actores. Hernán Mendoza, originalmente buen actor de teatro ofrece una estupenda interpretación. A lado suyo brilla el talento de Hatzin Navarrete en su primer papel estelar, quien soporta el peso de casi toda la cinta dando lo mejor de sí en tanto en expresividad gestual como en contención dramática. Hacia la mitad de la película, cuando su proceso de degradación moral parece bien avanzado, se ve a un Hatzin desencantado y hosco que de modo casi imperceptible parece haber alcanzado, sin transición adolescente, una edad adulta. Se ha mencionado la influencia que sobre la obra de Vigas tendría el cine de Robert Bresson o el de Michael Haneke, incluso el de François Truffaut de Los 400 golpes. Cabe sugerir, sin embargo, que en el terreno de las relaciones padre e hijo, con sus duros desencuentros y sus venturosas conciliaciones, es más evocadora la filiación sutil y compleja de los personajes de Vigas con los que interpretaron Olivier Gourmet y el joven Jérémie Renier en La promesa (1996), de Jean-Pierre y Luc Dardenne, emotiva cinta belga sobre la manera en que un padre involucra a su hijo adolescente en la explotación y tráfico de trabajadores indocumentados.
La caja, coproducción de México, Venezuela y Estados Unidos, es uno de los mejores estrenos de este mes y, hasta la fecha, el trabajo más estimulante de Lorenzo Vigas.
La película se exhibe en Cineteca Nacional, Cine Tonalá y salas de Cinemex y Cinépolis.