México fue para José Saramago el país de sus amigos, en particular por tratarse de una nación con una gran capacidad para recibir al exilio y las distintas migraciones; José fue siempre muy sensible a eso
, dijo a La Jornada la periodista Pilar del Río, viuda del Nobel lusitano.
La también traductora presentó este lunes su libro La intuición de la isla en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como parte de las actividades de las primeras Jornadas Internacionales de Estudios Afro-luso-brasileños en memoria de José Saramago, que organizó la Facultad de Filosofía y Letras (FFL), a través de la Cátedra Extraordinaria José Saramago para conmemorar los cien años del natalicio del autor.
Del Río explicó que en el volumen editado por Alfaguara narra varios pasajes de la convivencia cotidiana con el autor, entre ellos, cuenta que años después de la entrega del Nobel, fue precisamente la UNAM la que asumió el reto lanzado por José Saramago en su discurso de recepción del Nobel, acerca de las carencias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.
La máxima casa de estudios convocó entonces a un congreso internacional para elaborar la Declaración Universal de Deberes Humanos.
José Saramago ya no estaba
, detalla Pilar en su libro, “pero la Fundación que lleva su nombre asumió este proyecto con la seriedad y el rigor con que el escritor leyó su discurso en Estocolmo. En abril de 2017 el documento, surgido de las distintas deliberaciones de México y suscrito por un conjunto representativo de personalidades, fue presentado en la ONU. El secretario general, el presidente de la Asamblea y la Comisión de Derechos Humanos recibieron la iniciativa y animaron a impulsarla.
“Desde entonces, la Declaración de Deberes está siendo tratada en diversos sectores de la sociedad y en distintos continentes. Es un instrumento que potencia los valores de civilidad y de igualdad, también los deberes de respeto y cuidado de las personas y de la naturaleza tan necesarios, tan urgentes, tan definitivamente humanos. Cuando la Declaración fue asignada en México, el rector que la impulsó, José Narro, dijo ‘Gracias, Saramago’. La noche en que José Saramago pronunció su discurso también se oyó un ‘obrigado Saramago’, que bien pudiera entenderse como un abrazo.”
En las primeras Jornadas Internacionales de Estudios Afro-luso-brasileños también se presentó el libro Saramagia, coordinado por Alma Delia Miranda, encargada de la Cátedra Extraordinaria José Saramago en la FFL.
La académica, quien invitó a participar en ese volumen a los periodistas de este diario Elena Poniatowska, Pablo Espinosa, Hermann Bellinghausen, entre otros testimonios, señaló que fue la palabra revolucionaria y fértil de Saramago la que tuvo consecuencias en diversos ámbitos
cuando el escritor visitaba México.
“Por eso decidí que el libro tuviera una sección con testimonios y recuerdos de intelectuales y periodistas; otra con su equipo editorial (entre ellas, Laura Lara y Marisol Schulz), que está justo en el centro, porque me parece esencial y ejemplar su articulación con los medios, especialmente con La Jornada, para la difusión de los autores y sus obras. Sin esa difusión, no existiría la tercera parte de este libro, que es el impacto de Saramago en la academia”, puntualizó Miranda.
Las jornadas concluyen hoy con diversos diálogos acerca de la literatura brasileña, los desafíos de la traducción y los pasos de Saramago en Chiapas. El programa se puede consultar en la página de Facebook de la FFL: https://www.facebook.com/facultaddefilosofiayletras/
El encuentro contó con el apoyo del Instituto Camões y la embajada de Portugal en México.