Está a una victoria de consumar el sueño
Lionel Messi escucha de fondo que sus compañeros cantan, pero no termina de identificar la letra de la canción. Responde como pue-de a las felicitaciones de Rodrigo de Paul y Ángel Di María, con los pies sobre el césped del estadio Lusail y el alma en la gloria. Los abrazos son imágenes que se multiplican y a la vez lo conmueven. En su quinto y muy probable último Mundial, el capitán de Argentina se convirtió en el máximo anotador de su selección en la historia del torneo, en la victoria por 3-0 contra Croacia que lo llevó de nuevo a la final.
Con el corazón a mil por hora, Messi, de 35 años, celebró otra noche inolvidable para el pueblo argentino.“¡Que de la mano/ de Leo Messi/ todos la vuelta vamos a dar!”, se escuchó por todos los niveles del esta-dio mientras el Diez, abrazado a su ejército, estallaba en sonrisas saludando a su familia. Después de caer en la final de Brasil 2014, la Albiceleste hizo suya el hambre y la voracidad del deportista argentino más trascendente desde la aparición de Diego Maradona, su símbolo en México 86.
Ese gen competitivo, indescifrable para cualquier sistema táctico, forma parte del combo que derrocó la voluntad y buen toque de los subcampeones croatas. Acaso la única mancha en la victoria de la Albiceleste fue el penal con el que Messi convirtió el 1-0 (minuto 34) y superó los 10 goles en Mundiales de Gabriel Batistuta.
En un choque de piernas con el portero Dominik Livakovic, quien trató de evitar el contacto luego de quedarse a mitad de camino, Julián Álvarez cayó dentro del área y provocó la falta señalada por el italiano Daniele Orsato. Aunque los croatas juzgaron que el impacto era inevitable, sus reclamos no cambiaron la decisión del silbante. Curiosamente, tres de los cinco tantos de Messi en esta Copa han sido desde la misma vía, como ocurrió con Maradona en la edición de hace 36 años. Ahora le falta uno para igualar la cuenta de Mario Kempes en 1978.
El primer gol avivó el fuego de los argentinos, que fueron por más en la siguiente jugada y encontraron en Álvarez a su nueva piedra angular del futuro. Luego de un pase de Leo, el delantero del Manchester City galopó desde la media cancha entre varias camisetas croatas y definió con el empeine derecho el 2-0, favorecido por dos rebotes en el área (39). La misma fórmula sirvió para marcar el tercero, obra también de Álvarez (69), con una genialidad incluida del Diez, quien fue de norte a sur y escudó la pelota como una trinchera antes del toque definitivo.
Maradoneando –como recientemente describió Jorge Valdano– el capitán de la Albiceleste fue la cara opuesta de Luka Modric, el astro croata de 37 años quien, a pesar de sus destellos extraordinarios, no tendrá la posibilidad de tomarse revancha de la caída de su selección en la final de Rusia 2018. Fue apenas la segunda derrota de los europeos en sus últimos 13 partidos de la Copa del Mundo.
Ahora Argentina, campeona en 1978 y 1986 y finalista por última vez en 2014, jugará la final el próximo domingo en el mismo escenario ante el vencedor de la otra serie, que hoy disputan el vigente monarca Francia y la indomable Marruecos. Mientras en las tribunas los argentinos se fundían en abrazos, Messi se apuntaba además otro récord: con 25 partidos en la Copa igualó la marca del alemán Lothar Matthaus como el jugador con más presencias en la historia del torneo.
Contrario a lo que ocurrió ante Países Bajos, esta vez no hubo burlas ni provocaciones del lado argentino. Lo que sí tomó fuerza fue una canción que los sudamericanos han convertido en himno: ¡Muchachos/ hoy nos volvimos a ilusionar/ quiero ganar la tercera/ quiero ser campeón mundial!
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(Con información de Afp y Ap)