San Blas, Nayarit: un muelle como un barco
Xavier Guzmán Urbiola
La SEDATU del Gobierno Federal encargó al colectivo C733 (Gabriela Carrillo, Eric Valdez, Israel Espín, José Amozurrutia y Carlos Facio) estudiar el problema anterior para cumplir las expectativas. Así, se mejoró su plaza, la aduana original, el antiguo templo, y se dignificó el muelle y sus instalaciones.
Este último se dotó de una serie de servicios que se integraron a un atractivo espacio público. Pero se debía colocar ahí otro imán. Se pensó en ofrecer una gran cubierta que brindara un remanso con un clima más benigno. ¿Cómo hacerlo a un bajo costo y casi nulo mantenimiento? Se ideó una gran cubierta de 15.73 metros de ancho por 96 de largo y 13.11 de alto, hasta su cumbera, misma que termina en una ranura acristalada para permitir su iluminación interior. Bajo ésta se colocó una serie de módulos de tabique con baños, tiendas, la administración y sobre las losas de estos volúmenes un foro cultural para eventos. Toda la planta baja, de 3 metros de altura, se dejó abierta y con sus cabeceras se enfatizaron. Una estación es un punto de tránsito donde los usuarios por lo general pasan tiempos muertos más o menos prolongados. Por lo tanto, la cubierta de un espacio de este tipo debía tener lo anterior en cuenta, pero además fue consciente de su contexto y del clima extremoso. Entonces, para cubrir este volumen se idearon un par de secciones metálicas de arcos, tensadas en su interior, que están definidas por un módulo que se repite treinta y dos veces. Cada sección de arco se cimentó con pilotes hincados a 12.50, no por su peso, son bastante ligeras, sino para conjurar un posible problema de licuación del subsuelo por hallarse en el borde de la playa. Así, las coronas de los pilotes se remataron con unas bisagras que a la vez eliminan el momento, y sobre éstas desplantan el marco del módulo de la sección de cada arco, tienen un peralte de 50 centímetros para formar una cama térmica y se decidió cerrar la cubierta con dos forros de tablones de madera de eucalipto con un tratamiento retardante de fuego y fungicidas. Se consiguió así un espacio abierto con más de 10 metros libres, lo cual genera un cañón ventilado (con costo nulo) para quien llegue a ver un espectáculo o deba permanecer ahí antes de partir o al llegar en el ferry.
La cromática del conjunto combina la apariencia cálida de la madera tratada con el ocre y rojizo del ladrillo de la región, así como los tonos de la tierra, rocas y la piedra bola.
El resultado no puede ser más atractivo. Los autores dicen que querían evocar una enorme embarcación invertida. Lograron también un espacio a media escala entre lo público y lo privado, y en la frontera de lo arquitectónico y lo urbano. La obra abarca un área de 21 mil 360 metros. Arrancó en noviembre de 2021 y se concluyó en abril de 2022. Toda buena arquitectura contiene en ciernes una posibilidad de armar ciudad, de ofrecer un orden a su alrededor. Aquí lo construido tiene una talla que se expande a los módulos para los servicios exteriores, que también son de tabique, al espacio público, así como un parque de 14 mil metros arbolados, el cual llega al estacionamiento y se trama con la población y su paisaje definiéndose como un nuevo punto de referencia. Es una estación, un muelle y un parque, sin duda, para atesorar recuerdos, y no se olvide que, a veces, las remembranzas se tornan más importantes que las experiencias vividas.