Biblioteca fantasma
Evelina Gil
Claritito le advirtieron a Lupe que no escribiera sobre ella… ni de Monterrey o Houston (donde vive alternadamente) y, ¡por amor de Dios!, tampoco sobre su más reciente decepción amorosa, quizá porque sus lectores se enterarán de que es lesbiana “de ésas” muy abiertas, activas, progres. Y, además, ya chale con su afán de hacerse la valiente y llorar a través de ese sarcasmo que le es tan propio. El problema es que Lupe necesita escribir, es su droga predilecta, y no se le ocurre mejor tema que ella misma, porque la circunspección y hacerse la misteriosa tampoco son lo suyo. Ella es superlupe y está muy orgullosa de caminar de noche las calles de Monterrey, tomadas por el narco, el crimen organizado y los feminicidas. ¡Que todos esos cabrones se enteren de que La reinita pop no ha muerto! (Literatura Random House, México, 2022).
Publicada originalmente en 2013, esta breve y delirante novela de la autoría de Criseida Santos Guevara (Doctor Arroyo, Nuevo León, 1978) rescatada por Literatura Random House, nos presenta a una heroína, asimismo narradora, con un estridente pero muy genuino sentido del humor, que recrea la gama de micro y macro violencias cotidianas, en medio de efectos de cómic sesentero, sacando provecho de una muy calenturienta imaginación que le permite vivir vidas simultáneas que, increíblemente, infieren una en la otra… porque hasta cuando es “la reinita del pop”, la rapera M.C. Akaótome, invitada al talk show de Cristina Saralegui, o la “casi ganadora” del Pulitzer Prize, su vida pinta miserable, ni siquiera se explica por qué es tan famosa, tan amada y aclamada, si no es más que una plagiaria de Eminem y, por su fuera poco, hasta en esa faceta es desdeñada por Inés, su jefa en la, llamémosle, “vida normal”… y su amor imposible. Un amor, huelga decir, especialmente sádico. Lupe es tan, tan realista respecto a su desgraciada vida amorosa, que ni en sueños o fantasías consigue que los enigmáticos ojos/puñales verdes de su amada se apiaden de ella. Y hasta la Saralegui le tiene lástima. Dentro de lo que cabe, es lo bastante sensata para no convencerse, como ciertos hombres gays, que asumen como realidad científica que en el fondo todo hombre hetero es gay, que ya caerá la sujeta de su obsesión: “[A] las mujeres […] todo nos da asquito. La celulitis, las boobies de otras mujeres, que si el asunto le huele a pescado, que si el drama premenstrual […] Yo digo que deberíamos irnos perdiendo el asco, ¿no?”
Básicamente, estamos ante la biografía de Lupe que contundente afirma que mientras su madre la paría, ella hizo lo posible por regresar de donde la extrajeron a la mala. Si los progres porfían en que cada bebé debe elegir su sexo, no darlo por sentado ante la ilusión de unos genitales tal y cual, debieran empezar por idear una estrategia para preguntarle a la criatura si prefiere quedarse dentro. Pero si alguien cree que nuestra heroína empezará a lamentarse por sus circunstancias, se equivoca. Ella se siente a sus anchas en Machacado Ville, que también es Monterrey; que también es Houston,
y es perfectamente capaz de trabajar en un carcelario call center de día y ser estrella de noche, entre muchas más hazañas, como la de reinventarse un lenguaje a la medida de sus circunstancias que no alcanzan a explicarse con un discurso tradicional o poético.
Estamos ante una obra que, además de tremendamente divertida, es extraordinaria y escuetamente inteligente. Historia que se pretende sencilla, pero es, ni tan en el fondo, compleja en extremo. El temperamento de las ciudades que la narradora cruza a diario se mimetiza de algún modo, no sólo en su lenguaje, también en su carácter, en su organismo, en su psique… en ese dolor del que hace una inmisericorde autoparodia. Ya desde su inolvidable primera novela, Rhyme and reason (FETA, 2008), Santos aterrizó, de grácil costalazo, en el panorama de lo más irreverente, refrescante y renovador de la actual literatura mexicana.