El 8 de febrero, la Orquesta de la Salsa de la UV dará inicio a las actividades del programa 2023 Xalapa, Ciudad Migrante
Xalapa, Ver.,
Veracruz ha trascendido en la historia musical por ser tierra fértil para los ritmos caribeños, lo mismo para la salsa, como antes fue con el danzón y el son montuno, dijo Bernardo García Díaz, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad Veracruzana (UV), quien explicó que esto fue posible porque la entidad pertenece a la región caribeña y por su estrecha relación con Cuba, que data de la época colonial, y que se extendió hasta la época poscolonial, por el intercambio comercial, de navíos, incluso, de los pillos –ya que prisioneros de La Habana veían a trabajar al San Juan de Ulúa.
El danzón nació en Matanzas en 1879, y no pasó ni un año para que el danzón se estuviera tocando en Veracruz, en 1880, hace más de 140 años. Cinco décadas más tarde llegó el son montuno, a finales de los años 20; este binomio provocó que Veracruz se volviera cabeza de playa de la música cubana en el país.
Pero no sólo fueron el son y el danzón, resaltó García Díaz, sino que junto con la conga, la guaracha y la rumba, Veracruz de alguna manera se volvió la patria de la música cubana, y se vería nacer la músi-ca criolla de Veracruz, que dio origen a una serie de conjuntos musicales, y sonoras.
Dijo que una de las grandes riquezas del estado es su música popular, porque además del son jarocho y huasteco, tiene toda la música caribeña que llegó y se reinterpretó. Hubo compositores de danzón, de son, de mambo, y así se dieron a conocer figuras como Memo Salamanca, Toña La Negra o Agustín Lara, quien influyó en cómo se tocó la música cubana en la propia isla.
El autor del libro El renacimiento del son jarocho y el grupo Mono Blanco (1977–2000) dijo que todo este contexto dejó un terreno fértil para que la salsa se expandiera en el territorio, al grado en que la universidad creó la Orquesta de Salsa, que ronda 45 años de su fundación.
El investigador de la UV definió la salsa como una fusión –muy interesante, muy libre– de ritmos caribeños, que le faltaría el respeto a diferentes géneros, al tener de tronco común el son cubano, la bomba y la plena de Puerto Rico, y de la música estadunidense, sobre todo del jazz.
La salsa no es un género, sino una fusión de ritmos caribeños, que se originó en la parte más norteña del Caribe
, que se incrustó en Nueva York. “Fue ahí, entre los años 60 y 70, cuando la comunidad latina, sobre todo de jóvenes originarios de Puerto Rico y de República Dominicana –hijos de la migración–, dieron origen a la salsa, una música que renovó la tradicional música caribeña, y no hablamos de una copia, sino de una reinterpretación”.
Ritmo sin nacionalidad
García Díaz, director fundador del museo de historia de Ciudad Mendoza, consideró falsa la discusión en torno a si los padres de la salsa son los cubanos o los puertorriqueños, porque la salsa permite que los ritmos se fusionen, y también que las nacionalidades se pierdan; es evidente que el son cubano está detrás de la salsa, pero sin la presencia de la plena puertorriqueña no hubiera nacido
.
Explicó que si bien Nueva York fue el epicentro del origen de la salsa, pronto comenzó a conquistar espacios en Colombia, Venezuela, Puerto Rico y México, sobre todo en Veracruz y Xalapa, donde hay un territorio propicio para la música antillana. En 1977 se originó el grupo 77 y en 1978 se conformó la Orquesta de Salsa de la UV.
La salsa es un fenómeno importantísimo, que no sólo se generó en Nueva York y que se extendió rápidamente por América Latina, sino que alcanzó impacto mundial. En Londres hay 53 lugares para bailar salsa, en Europa es raro el país donde no se baile y en Asia también hay lugares para bailar este ritmo.
Destacó que en medio de la expansión del reguetón, la salsa se mantiene viva, “y para que así siga tiene que renovarse, tener nuevas creaciones, experimentar, que es lo que le da vida a los géneros.
“La salsa fue un fenómeno musical del siglo XX, que dio identidad a los latinoamericanos, no sólo que estaban en Nueva York, sino de todo el continente. Y tuvo una virtud muy importante, ya que además del encanto musical –que provoca mover los hombros e inyecta alegría–, era una música política, aunque no panfletaria, que mostraba una crítica al racismo y la desigualdad, pero que también mostraba lo que se gozaba, daba la idea de que en un mundo tan complicado había un poco de remedio.”
El 8 de febrero, los grupos musicales de la UV arrancarán la programación 2023 denominada Xalapa, Ciudad Migrante a las 19:30 horas en la sala Tlaqná. En esta programación participará una fusión de ejecutantes académicos y músicos de varios grupos de la casa de estudios.
Este año, una característica del programa es que el repertorio incluirá obras de los países de donde son originarios los músicos, de tal forma que habrá canciones de Cuba y Chile, y de estados del país como Oaxaca y Chihuahua.