Alejandro García Abreu, el escritor triestino rinde homenaje a ‘El río de la escritura, el mar de la memoria.

Las diferentes caras de mi escritura

Claudio Magris

 

Querido Alejandro:

 

Me he quedado sin aliento, impresionado y conmovido como pocas veces por este magnífico regalo que, una vez más y más que otras veces, los amigos y colegas hispano-mexicanos han querido hacerme. Uno de los más bellos, generosos y congeniales que se me hayan hecho a mi persona y a lo que trato de escribir, y por tanto a mi mundo, a los paisajes humanos y culturales que intento narrar en lo que escribo.

He tenido la suerte de ser acogido con generosidad y cercanía en diferentes culturas, pero la lengua en la que me he sentido más comprendido y amado con intensidad y afinidad especial es la española, que siento ya como la lengua por excelencia de lo que escribo, aunque el mérito es de los traductores, los cuales, como sabemos bien, en muchos casos (como el mío, afortunadamente) se convierten en auténticos coautores. También yo he sido traductor y me doy cuenta de cómo María Teresa Meneses es un claro ejemplo del esfuerzo para hacer suyo el texto, para llevarlo a vuestra lengua que siempre he admirado, de Cervantes y Gracián a Borges, Sábato y Carlos Fuentes; este último recuerda en sus líneas mis palabras sobre la totalidad de la literatura latinoamericana. Una larga serie de autores que me han ayudado a comprender la escritura y el modo de ver el mundo, que forman parte de mi memoria en cuanto memoria como presencia de las cosas; ellos están presentes, no pertenecen al pasado.

Ciertamente no es la primera ni la segunda vez que encuentro nombres amados de críticos e intérpretes que me son próximos en una ininterrumpida continuidad en todo mi trayecto. Es curioso, o mejor, un misterio, cómo algunos autores, Antonio Muñoz Molina por ejemplo, consideran que yo soy uno de vosotros, “El nuestro Magris” del que habla con generosidad, considerándome un modelo a seguir, representante de una Italia más auténtica.

Sería interesante un día encontrarnos todos juntos para comprender las razones de esta especial e intensa cercanía que me conmueve profundamente. Herralde, editor y amigo, explicaría el camino recorrido por la edición de mis libros.

Con algunos de los autores he compartido momentos felices, viajes intensos y alegres, como –es un ejemplo entre muchos que podría citar– la ruta de Don Quijote, recorrida conjuntamente con Mercedes Monmany, María José Rodulfo y César Antonio Molina. Mercedes es quizá la persona del mundo hispanoamericano que mejor conoce mi escritura.

Con otros he compartido el amor por ciertos escritores, pienso en Carlos Fuertes y la figura de Machado de Assis, Margo Glantz y los autores que crearon y crean la Trieste literaria, Svevo, Saba y Marisa Madieri, mi esposa. Con Margo comparto el haber recibido el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (antes llamado “Juan Rulfo”) en Guadalajara y nos trae el recuerdo de la maravillosa exposición sobre Trieste en Barcelona, cuyo comisario fue el director de teatro, amigo y “primo”, Giorgio Pressburger.

Conmovido especialmente una vez más por el texto del amigo Javier Marías, cuya relación conmigo ha sido estudiada por Pedro Luis Ladrón de Guevara. Tras su muerte, sus palabras contienen matices hoy más emotivos y desgarradores, con su capacidad de exaltación de mi obra.

Me impresiona cuando un lector, como Vila-Matas, se detiene en la historia que se desarrolla en el Museo del Monasterio de Pedralbes, donde un padre enseña a su hijo ya mayor y con síndrome de Down la belleza de Velázquez, quitándose el sombrero, dejando nuestra sensibilidad a flor de piel. Y el querido Josep Ramoneda, que considera que transformo en imaginario para la literatura todo lo que veo y toco. O Jesús Silva-Herzog Márquez, que se detiene en mi sólida posición entre ficción y poder, donde la literatura nos enseña a reír de lo que se respeta y a respetar aquello de lo que se ríe.

Alejandro García Abreu, gran factótum de este volumen, recuerda mi vínculo con el mar y recorre algunos de mis pensamientos: la pasión por el viaje, “cartógrafo de la vida” me define, capaz de crear al mismo tiempo desasosiego y tranquilidad. Asumiéndose la responsabilidad de unir todos estos textos para relatar la escritura de un hombre. Al final del volumen establece un diálogo conmigo donde se explica cómo escribí El Danubio, viaje rectilíneo, frente al viaje circular de Microcosmos, así como la relación de A ciegas con Noticias del Imperio, y el mito de Eurídice desde el punto de vista de la mujer.

En definitiva, este libro recoge las diferentes caras de mi escritura que no nace definida ni catalogada, sino libre para buscar el modo de narrar la historia ante la que me encuentro: del relato de viaje a la crónica, de la confesión personal a la erudición, del detalle mínimo a la reflexión
política.

 

Claudio Magris

 

Traducción de Pedro Luis Ladrón de Guevara.

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