Tres décadas de trabajo para que Jorge Drexler llegara al concierto más grande de su carrera.

Con la pandemia aprendimos que no somos el centro del universo, afirma Jorge Drexler

El cantante se presentó la noche del jueves ante 10 mil personas en el Auditorio Nacional

Estoy tan contento de que esta historia de amor con México se haya dado de manera gradual, señaló el músico uruguayo al término de la canción El plan maestro.
Juan Ibarra
La Jornada

Tres décadas de trabajo fueron necesarias para que Jorge Drexler llegara al concierto más grande de su carrera. En un Auditorio Nacional repleto y a oscuras, la voz de una mujer comenzó a escucharse reverberando en todo el lugar. Sus palabras hablaban de amor y de ciencia, de evolución, de vida, y de cómo todo eso está conectado entre sí, como un preámbulo que anunciaba el rumbo que la presentación tomaría. El público ansioso gritaba emocionado durante los minutos previos, manifestando sus mensajes de cariño desde todos los rincones del lugar.

De pronto la voz de la mujer calló, mientras percusiones y sintetizador iban trazando ya la forma que tomaría la primera canción. Entonces Drexler entró al centro del escenario corriendo para ser recibido por una cariñosa algarabía que él correspondió inclinándose, se encontraba ante 10 mil personas celebrándolo. Estoy tan contento de que esta historia de amor con México se haya dado de manera gradual, de escaloncito a escaloncito, hasta llegar hoy aquí, a este templo maravilloso de la música y del arte que tienen ustedes, pronunció el músico apenas terminó de interpretar El plan maestro.

Entre la primera vez que el uruguayo se presentó en México y su más reciente actuación hay más de 20 años de diferencia, que se acentúan todavía más al comparar a las 22 personas que fueron a verlo entonces y las 10 mil que abarrotaron el Auditorio Nacional el pasado jueves. La conciencia de ese contraste mantendría al cantante atónito y alegre durante todo su concierto.

¡Te amo!

En el Auditorio Nacional la emoción no cesaba. Cada canción que Drexler ofrecía era festejada con un estruendo del que, de vez en cuando, se escapaba algún ¡te amo! que lograba completar su recorrido hasta los oídos del cantante. Yo también los amo, respondía felizmente. El romance se apoderó de la primera parte del concierto, logrando que los asistentes abandonaran definitivamente sus asientos y sumaran sus voces tanto a las melodías más nuevas como las más longevas. De la misma manera en que uno va cambiando con el paso del tiempo, también van cambiando sus canciones, indicó haciendo referencia a las contradicciones argumentales entre Corazón impar y Fusión.

Drexler también se dio el tiempo de explicar el mecanismo de algunas de sus canciones. Antes de tocar Era de amar, contó que el tema surgió en una época en que él estaba obsesionado con la complejidad de la música, por eso su base rítmica es muy peculiar. Tum-tum-pá, tum-tum-pá, tum-tum-pá, ilustró el cantante para pedir al público su acompañamiento. A poco de terminar, la melodía se mezcló con la letra de Puente, de Gustavo Cerati, a quien el uruguayo rindió homenaje con el gesto.

SalvapantallasAsiloMilonga del moro judío y varias más sonaron también. El público incluso pudo escuchar a Drexler rapear en inglés cuando llegó el momento de tocar ¡Oh, algoritmo! Están teniendo una combinación de amor, de participación y de silencio que es absolutamente maravillosa, muchas gracias, reconoció el cantante. Drexler había logrado convivir de una forma casi íntima por medio de su música, aumentando y disminuyendo la intensidad de la energía.

Hagamos de cuenta que estamos en el salón de casa, pidió el uruguayo, pero en lugar de eso, del público comenzaron a surgir peticiones. Drexler complació con Pongamos que hablo de Martínez, un tema que le compuso a Joaquín Sabina. Además recordó que años atrás él mismo había acudido como público del Auditorio Nacional para ver a ese padrino musical al que ahora le cantaba.

Experiencias e influencias

Las canciones de Jorge Drexler están escritas desde una lograda mezcla que concentra las cosas que llaman su atención, sus experiencias y sus influencias; mismas que el uruguayo no duda en revelar a sus seguidores. ¿Por qué la portada del disco es toda blanca?, ¿por qué el escenario es todo blanco? Porque fue una batalla muy dura contra la hoja en blanco durante la pandemia. Me costó mucho escribir. Habitualmente la que ganaba siempre era la hoja en blanco, y muy pocas veces conseguía romper ese vacío, ese precipicio, en la posibilidad infinita. De a poco fui ganando algunas batallas, gané 10, y esas son las diez que suceden y que mostramos en el disco, contó en el ecuador del concierto.

Eufórico, Drexler también manifestó que esa noche quedó grabada en sus retinas la imagen del público en el Auditorio Nacional encendiendo sus lámparas para acompañarlo en Soledad, también tocada a petición de alguien. Hacia el final de la presentación, el cantante sorprendió con unos toques de música jarocha a cargo de un cuarteto originario de la región del Sotavento. Todo se transforma retumbó a miles de voces, lo mismo que canciones previas como Tocarte y Telefonía.

Si aprendimos algo de la pandemia es que no somos más que un bicho, tampoco menos. No somos el centro del universo, es importante que nos demos cuenta de que más allá de todas las narrativas que hemos tenido como especie, siempre nos hemos puesto en el centro, no lo estamos. Ni en el centro de las especies, ni en el centro del planeta, ni siquiera nuestro planeta está en el centro del Sistema Solar; ni siquiera el Sistema Solar está en el centro de la galaxia, señaló en una de las últimas pausas, saber que somos del todo apenas una parte, a ver si nos enseña a cuidar un poquito más esta maravilla que tenemos que es la biosfera, que es nuestra, y de la cual somos sólo una partecita.

El folclor mexicano volvería a aparecer con Luna de Rasquí y Amor al arte, tema que con el que Jorge Drexler despidió su concierto más grande hasta la fecha.

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