El abrazo, un gesto fuertemente arraigado en lo más primitivo de la naturaleza no sólo humana

Ternura y piel: anatomía de un abrazo

Anitzel Díaz

El abrazo, un gesto de profunda sencillez y elocuencia tan fuertemente arraigado en lo más primitivo de la naturaleza no sólo humana, es el asunto de este artículo que evoca algunas de las obras maestras de la escultura y la pintura, la filosofía y la literatura con ese tema.

El abrazo, el primer gesto que hace
un humano y el último.

Eduardo Galeano

 

Una mañana de 1889, Friedrich Nietzsche abrazó a un caballo. Ese impulso cambió su vida para siempre. Se cree que ese día perdió la cordura. El animal, que estaba siendo maltratado por un cochero, fue el último con el que estableció un contacto afectivo. Quizás el filósofo reconoció en el sufrimiento del caballo el suyo propio. El de la humanidad. Un gesto tan sencillo como un abrazo quedó inscrito para siempre en la historia de uno de los más grandes pensadores occidentales.

Milán Kundera recreó la escena en su novela La insoportable levedad del ser. Béla Tarr rodó El caballo de Turín. Cuando Nietzsche abrazó al caballo susurró llorando las palabras: “Madre, soy tonto.” Para Kundera fue una súplica de perdón por el modo en que la humanidad ha tratado al resto de los seres vivos.

En inglés hay dos palabras que se traducen al español como abrazo; embrace y hugEmbrace es un concepto más espiritual, mientras que hug es el hecho físico de rodear a alguien o algo con los brazos. En Cuba todavía se usa el verbo abracar, sí con c (del portugués abraço), y quiere decir abrazar fuertemente, con intensidad.

Cada abrazo establece un lenguaje secreto, un núcleo irrompible. Como el abrazo que antecede al beso en El amor de Psique, conjunto escultórico del italiano Antonio Canova. El artista encontró en ese momento un lenguaje simbólico, la fuerza de expresión de un sentimiento y la confianza que de esto se desprendía. El mito cuenta que, por su belleza, Psique amedrentaba a los hombres, quienes no osaban acercársele. Fue entonces que un oráculo predijo que Psique se casaría con un monstruo. Al escuchar la predicción, sus padres la abandonaron en lo alto de una montaña. Céfiro, el viento del oeste, la rescató y la llevó a un hermoso prado, pero Psique estaba sola. Fue ahí donde la encontró Eros y la hizo su esposa. Eros es el amor; psique el alma.

La escultura tiene una naturalidad de la figura y el gesto que sublima, que la convierten en un retrato idílico del amor. La composición, las texturas destacan: la piel es suave y tersa mientras que las telas, los cabellos, las alas, muestran cada pliegue y curva. Canova tiene la capacidad de convertir en movimiento el mármol con una destreza que muy pocos han logrado.

Se dice que Napoleón y Catalina la Grande se pelearon por esta escultura, aunque más bien existen dos: una en el Louvre y otra en el Hermitage. Lo que sí está documentado es que fue esta pieza, que Napoleón vio en el castillo de su hermana Caroline y Joachim Murat, lo que hizo al emperador interesarse por Canova.

Anatomia de um abraço, es el título de una escultura que vi en internet y me conmovió. La escultura, de cerámica, presenta un abrazo al desnudo, esto es, sólo hay huesos y dos corazones que se acercan. Es el espacio entre los corazones lo que es el abrazo. El reconocimiento de dos almas.

“No me había conmovido tanto con una obra de arte en mucho tiempo. Posiblemente porque no he visto una obra de arte en mucho tiempo, posiblemente porque los abrazos son escasos en estos días, pero también es definitivamente porque esto es hermoso”, escribió en Twitter el cantautor estadunidense Jason Manns. La imagen ha dado la vuelta al mundo; lo curioso es que se sabe muy poco de la artista. Luna Lu nació en Brasil, se graduó en escultura en la Escuela de Música y Bellas Artes de Paraná y su obra se compone de figuras anatómicas, siluetas desconstruidas, formas y profundidades.

Fue esta pieza la que me hizo cuestionar la naturaleza de los abrazos y su continua presencia en la historia del arte. Está la pintura de Pablo Picasso, la de Gustav Klimt, la de Egon Schiele. Amantes II es una de las pocas obras del artista donde la ternura le gana a la carnalidad. Aunque tiene toda la crudeza de color y forma del artista, hay un guiño de intimidad, los cuerpos son suaves, el movimiento apenas perceptible.

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