Hablar del cuerpo tres autoras latinoamericanas: Guadalupe Nettel, Lina Meruane y Agustina Bazterrica
Alejandro García Abreu
La contrariedad y la literatura
Las tres escritoras abordadas en este texto –Guadalupe Nettel, Lina Meruane y Agustina Bazterrica– constituyen claros ejemplos de la versatilidad, la energía y el poder de persuasión de la literatura latinoamericana y sus aproximaciones al cuerpo.
Para el poeta e iconógrafo Juan Eduardo Cirlot (Barcelona, 1916-1973), los ojos heterotópicos, es decir, desplazados de sus lugares anatómicos y trasladados a diversas partes del cuerpo en figuraciones fantásticas –manos, alas, torso, brazos, distintos lugares de la cabeza– aluden al correlato de la visión: la clarividencia. Puestos en la mano, por ejemplo, se asocian al simbolismo. La notoria multiplicidad de ojos tiene aspectos que conviene no olvidar. Alude a la noche, con sus miríadas de estrellas, y Cirlot apreció la voz como una forma de relación, elemento sustancialmente dinámico.
Existen diversos vasos comunicantes entre las tres autoras, como la contrariedad del cuerpo. Por ejemplo, surgen los problemas de visión de Guadalupe Nettel y Lina Meruane, males explorados en sus respectivas obras. Por su parte, Agustina Bazterrica recurre a las cuerdas vocales, otra parte esencial de la anatomía. En una novela, ella plantea que los humanos son criados para ser animales: “les sacan las cuerdas vocales.” Meruane percibe cierta sintonía entre las escritoras contemporáneas que se atreven a hablar del cuerpo.
Guadalupe Nettel: muchas vivencias aún por digerir
“Una de las más singulares escritoras mexicanas” –según el escritor y crítico literario J. A. Masoliver Ródenas–, Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) es autora, entre otros libros, de El huésped (2006), Pétalos y otras historias incómodas (2008), El cuerpo en que nací (2011), El matrimonio de los peces rojos (2013), Después del invierno (2014) y La hija única (2020). Es egresada de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánica de la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, tiene un doctorado en Ciencias del Lenguaje por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Ha sido traducida a casi una veintena de idiomas y ha recibido diversos galardones, como el Premio Nacional de Narrativa Gilberto Owen, el Ana Seghers, el Antonin Artaud y el Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. Su obra versa sobre ciertas inquietudes: la intimidad, el pasado, la maternidad, la pérdida, la infancia, la lucha contra la muerte.
Nettel colaboró con el cuento “Fenêtre” en el proyecto In my Room, dirigido por la artista multimedia Agnès De Cayeux en el Centro Georges Pompidou. Como ensayista dedicó libros a las obras de Julio Cortázar y Octavio Paz y como editora se encargó de la revista literaria Número 0 y dirige la Revista de la Universidad de México, de la UNAM.
En Después del invierno –libro con el que obtuvo el Premio Herralde de Novela– expone la pulsión literaria. En el volumen se lee: “No sé qué valor tenga todo eso ni como biografía ni como literatura, lo que sí puedo decir es que lo disfruto y con eso me es suficiente. Haydée opina que es una buena idea. Según ella, tengo muchas vivencias aún por digerir…” Y en el relato “Los últimos días de Ulises” –de 2019– se refiere a la inminencia de la muerte: “Antes de morir, mi tío estuvo tres semanas en el hospital. Por ese tiempo, la madre de Verónica, mi mejor amiga, sufría un cáncer muy avanzado y estaba en terapia intensiva.” Apela a la contundencia y al deleite literario.
Lina Meruane: observaciones determinadas y autobiografía
Durante una conversación, Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970) le confesó a Marta Sanz (Madrid, 1967) que no sufre con la escritura –a diferencia de una multitud de autores–, que nunca se ha enfermado por escribir, pero sí por querer escribir y no poder. Su enfrentamiento a la página en blanco le genera inquietud. Meruane continuó: “Los libros se escriben porque a una le importan determinados problemas. En ese importar está ya sembrado algo muy fuertemente autobiográfico.” El planteamiento proviene de la teoría de Silvia Molloy (Buenos Aires, 1938-Long Island, Nueva York, 2022). Para la escritora y profesora argentina, la autobiografía se presenta de varias maneras en un texto. Está en las lecturas, en las observaciones, en los sueños, en las obsesiones. Lo autobiográfico no sólo reside en la anécdota, “sino en todo aquello que a una le preocupa.”
La obra de Meruane –una mujer comprometida con distintas causas– exalta simultáneamente el valor estético y la aproximación a la política. Le dijo a Sanz: “La literatura se tiene que hacer cargo de no bajar su nivel en términos estéticos, pero al mismo tiempo no dejar de decir lo que hay que decir, especialmente en los temas que son realmente políticos.” Ha escrito libros como Las infantas (1998), Póstuma (2000), Cercada (2000), Fruta podrida (2007), Sangre en el ojo (2012), Viajes virales (2012), Contra los hijos (2014), Sistema nervioso (2018), Zona ciega (2021) y Palestina en pedazos (2022), que contiene los textos Volverse Palestina, Volvernos otros y Rostros en mi rostro. Se opone a las calamidades ocurridas en ese territorio: “Por más que una ponga un punto final, la terrible realidad de la ocupación ha continuado, exigiendo ser contada para evitar la desaparición de la historia palestina y de su gente.”
Entre sus temas están la visión, el amor y la libertad sexual. Ha ganado los premios Cálamo Otra Mirada, el Sor Juana Inés de la Cruz, el Anna Seghers y el del Instituto Chileno Árabe de Cultura. Obtuvo las becas de la Fundación Guggenheim, del National Endowment for the Arts y del Deutsche Akademische Austauschdienst/Artists in Berlin. Ha sido traducida al inglés, francés, alemán, portugués e italiano.
En Sangre en el ojo escribió: “Yo visualizaba mi cuerpo succionado por el vacío, mi esqueleto cubierto de músculos y grasa vertiginosamente cayendo hacia Chile…” Percibe a los ojos como partes esenciales del cuerpo y a su país natal como una sucesión de crisis.
Agustina Bazterrica: el canibalismo y el lenguaje como cómplice
Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974) es autora de Matar a la niña (2013), Antes del encuentro feroz (2016), Cadáver exquisito (2017) –novela traducida a nueve idiomas y próximamente a ocho más– y Diecinueve garras y un pájaro oscuro (reedición, 2020). Ha ganado los premios Municipal de la Ciudad de Buenos Aires Cuento Inédito, el Edmundo Valadés y el Clarín de Novela, entre otros. Fue gestora y curadora cultural junto a Pamela Terlizzi Prina del Ciclo de Arte Siga al Conejo Blanco desde 2015 a 2020. Es Licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires.
Cuando conversé con Bazterrica sobre Cadáver exquisito (2020), me dijo: “El canibalismo es literal en la novela. Pero nos comemos los unos a los otros simbólicamente. El ejemplo más radical es la trata de personas. Se trata de mujeres raptadas, drogadas, en cautiverio.” La escritora también se compromete políticamente. En ese entonces escribí que la novela ocurre en una distopía caníbal. A causa de un virus mortal que afecta a los animales y contagia a los seres humanos, la sociedad se divide. Se naturaliza el consumo de carne humana. Se faenan –matan y preparan para el consumo– hombres y mujeres y hay carroñeros. En la novela de Agustina Bazterrica, los humanos son criados para ser animales comestibles: “les sacan las cuerdas vocales”. Ocurre el proceso de deshumanización cuando se pierde la voz, el sistema de comunicación, como si de un régimen totalitario se tratase. “Nadie quiere que hablen porque la carne no habla”, escribió. Anulan una parte del lenguaje para ejercer control.
La autora argentina colige: “Su cerebro le advierte que hay palabras que encubren el mundo. Hay palabras que son convenientes, higiénicas. Legales.” Examina el lenguaje visto como cómplice que encubre el mundo. Previamente dije: Bazterrica plantea el dilema de la otredad. Hay humanos que comen a otros y hay humanos que serán consumidos, previamente faenados. Jazmín representa a las mujeres silenciadas y maltratadas del mundo. Es una representación del feminicidio. Se convierte en alegoría de la trata de personas y del asesinato sistemático de mujeres como un ejercicio de canibalización.
Ganadora del Premio Clarín Novela 2017, Cadáver exquisito fue seleccionada por un jurado compuesto por los escritores Jorge Fernández Díaz, Pedro Mairal y Juan José Millás. El jurado destacó que “se trata de una novela mayor, que incursiona en los mecanismos siniestros de una sociedad distópica y caníbal, valorable por su atmósfera densa e hipnótica, su trama sorprendente, su lenguaje directo y despojado, y su capacidad para volver visibles algunas prácticas oscuras y normalizadas de la vida cotidiana actual”.
Durante la investigación realizada para el desarrollo de la novela, la escritora argentina conversó sobre la alimentación consciente con Gonzalo Bazterrica, su hermano, un chef dueño de un restaurante a puertas cerradas. Agustina Bazterrica asevera: la alimentación consciente se relaciona con la máxima de Hipócrates: “Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento.” Se trata del cuerpo visto desde una perspectiva inusitada.