Consideremos la historia de Olivia, quien murió por un coágulo encajado en la vena pulmonar derecha la madrugada del 5 de marzo. Su cuerpo fue despedido por dos amigas que trabajan la calle con ella. Se dijo que murió por fumadora. Pero empecemos desde antes, desde que la escasez de información certera sobre la atención a la salud transgénero llevó a Olivia a adquirir hormonas femeninas inseguras a través de canales subterráneos y no regulados, y a darse a sí misma dosis incorrectas. A la par, ella buscaba feminizar su apariencia y afirmar su género inyectándose por su cuenta silicona, y los pechos se le infectaron dos veces debido a la falta de esterilización y las agujas contaminadas. Amigas de ella perdieron la vida por técnicas incorrectas de inyección. Las que sobrevivían contraían infecciones bacterianas. Cuando finalmente pidió apoyo a personal profesional, le informaron que tenía VIH, pero no le informaron de los medicamentos para aliviar su situación.
Son muchas las consecuencias negativas derivadas del pobre acceso a la asistencia médica para esta población. La escasa sensibilidad social hacia sus necesidades promueve la discriminación y el estigma, cortándolas de tajo en muchas esferas de nuestra civilización urbana. Compartiendo la historia de Olivia, podemos reconocer que su precariedad y exposición a riesgos sanitarios es muy alta debido al desconocimiento y la falta de información relevante, pero también podemos conocer que desde la regulación sanitaria hay mucho que hacer para proteger los derechos de esta población.
Las cosas deben y pueden ser diferentes. Los medicamentos, como un bien social, pueden ser una realidad a través de la regulación sanitaria.
Para conocimiento general y técnico, el modelo de prevención más útil es el implementado por la Clínica Condesa, que inicia con acciones de alcance a la población objetivo, la cual, al acudir al llamado recibe una serie de citas. Durante este periodo se conoce a la persona, sus pasos y ritmo de vida, para aconsejarla sobre los diagnósticos de enfermedades comunes como VIH, hepatitis C y otras infecciones de trasmisión sexual.
En específico, para la profilaxis prexposición (PREP), la oferta terapéutica en México consta de cuatro medicamentos autorizados por Cofepris para combatir estas enfermedades: un medicamento de referencia y tres genéricos. Cuando se toman según las indicaciones, estos son altamente eficaces para prevenir la infección por el VIH.
Ya no hay más excusas para ignorar las voces de las poblaciones con mayores necesidades. La población en general y la población LGBT tienen el derecho de conocer la información relevante para prevenir enfermedades y alargar su vida.
La misión de garantizar que los medicamentos sean seguros, eficaces y de calidad es imperativa en el caso de esta población. También tenemos la responsabilidad de vigilar que se cumpla el más alto estándar sanitario en los establecimientos de salud que atienden a pacientes, así como laboratorios y centros de transfusión sanguínea.
La persona y sus necesidades varían con el tiempo y las circunstancias, y éstas son continuamente valoradas por el sistema de salud del gobierno de México para tomar las mejores decisiones sobre la agenda de la regulación sanitaria. Llegar a territorio es esencial para consolidar este conocimiento.
* Titular de la Cofepris