Malecón de Salina Cruz, Oaxaca
Xavier Guzmán Urbiola
Hoy se está reconceptualizando el transístmico entre Coatzacoalcos y Salina Cruz. Es un proyecto de planeación estratégica de largo alcance. Eso explica la inversión en la infraestructura de ambos puertos y a lo largo de sus vías. Esta será la real gran obra del sexenio.
La SEDATU encargó a las arquitectas Mariza Flores Pacheco e Ivonne Labiaga Peschard estructurar un programa integral para Salina Cruz. Los trabajos arrancaron en 2021. Sus propuestas debían interconectarse para ordenar la ciudad. Así, se mejoró la plaza y se le construyó una atractiva cubierta para atenuar el sol, se levantaron varios deportivos, se transformó una antigua bodega de sal en un centro cultural y se proyectó y erigió un malecón. Las arquitectas observaron los planos de la ciudad. El que existía contaba con 30 metros; en una zona se levantaba a 10 de la playa, haciéndolos mutuamente inaccesibles; se habían permitido improvisados negocios mal ubicados, una escuela y hasta un estadio e instalaciones de PEMEX, pero sobre todo sólo se podía llegar con facilidad a esos 30 metros. Era un patio trasero. No debía persistir una ciudad así de importante sin un malecón respetable y con accesibilidad. Las arquitectas pensaron que justo este engarzaría sus intervenciones. Lucharon por alcanzar mil 600 metros, incluyendo 400 de un manglar, que protegieron. Aprovecharon las diferencias de altura para formar un foro al aire libre con el mar de fondo; racionalizaron los accesos a los restaurantes, al estadio, al CONALEP y a las instalaciones de PEMEX, cada uno con sus salidas de desechos separadas de las escurrentías. Las distintas gradas poseen formas escultóricas, porque son a la vez rompeolas. Se dejó una alberca con agua marina, pues pensaron en los usuarios de todas las edades; colocaron rampas para la accesibilidad universal, escalinatas, fuentes, asientos, arriates, juegos para niños, pérgolas, baños, árboles y luminarias para transformar ese malecón en paseo nocturno seguro. Todo se hizo con piedra del lugar y concreto ciclópeo con colorante integrado. La playa y su malecón se transformaron en orgullosa fachada al mar y puerta de recibimiento.
Por lo anterior, esta obra obtuvo una mención honorífica en la Bienal CAMSAM de CDMX de 2021 y otra en la XVII Bienal Nacional de Arquitectura Mexicana de la Federación de Colegios de Arquitectos en 2022.
Mariza Flores e Ivone Labiaga dejaron ahí, con su corazón, un complemento extra: un mirador frente al dique seco para que los pobladores contemplen el paso de los buques hacia el puerto, así como su calafateo. Sus gradas escalonadas homenajean las paredes de concreto de Cowdray.