La televisión, fue importante para mí a finales de los años sesenta, podía explorar cosas que me encantaban

El amigo de todos Los niños (Xavier López ‘Chabelo’ 1935-2023)

Rafael Aviña

Atleta que estuvo a punto de participar en los Juegos Olímpicos de Helsinki y que, habiendo nacido en Chicago, se libró de ir a la Guerra de Corea, y desertor de la carrera de Medicina, porque se metió por azar a la actuacíon en la televisión, la carrera en ese medio y en el cine de Xavier López ‘Chabelo’ es versátil en argumentos y personajes. Este artículo muestra su trayectoria ganada a pulso.

 

La televisión, confieso, fue importante para mí a finales de los años sesenta, ya que en ella podía explorar no sólo múltiples películas, sino series televisivas que me encantaban (La dimensión desconocida, Dr. Who, Los vengadores, El prisionero, La isla de Gilligan, Mi bella genio, Hechizada, Los Monsters, Los Locos Adams y Ultramán, entre otras). A fines de septiembre de 1968 mi querido tío Carlos, el único hermano de mi papá, me imagino que con sacrificios adquirió un televisor a color, motivado por los inminentes Juegos Olímpicos que se llevarían a cabo en nuestro país. Así, en aquellas ocasiones que no asistíamos a las matinés dominicales de los cines Máximo, Florida o Alarcón, visitábamos a mis tíos y a mis únicos tres primos: Paty, Gina y Carlos, en su casa de la colonia Moctezuma.

Solíamos llegar temprano y, por ello, los encontrábamos viendo “a todo color” En familia con Chabelo (transmitido entre 1967 y 2015), programa que adoraban. Recuerdo incluso un LP que atesoraban mis primos, con canciones que interpretaba el animador y en cuya portada aparecía Chabelo recostado en el piso, rodeado de cubos de madera enormes. La verdad no me producía mucha emoción el personaje, aunque me divertía su sección “Lo que no se debe hacer” y los concursos con preguntas de cultura general para niños de primaria (Marco Polo, Magallanes, Gabriela Mistral, etcétera), que hoy en día alumnos de postgrado no responderían, en una época en la que Editorial Novaro fue patrocinador del programa.

 

El eterno niño de Chistelandia

El reciente fallecimiento del conductor, comediante y actor ha desatado una serie de polémicas sin sentido en ese escupidero de banalidades, narcisismo, ignorancia, frustración y doble moral que son las redes sociales. Lo curioso es que, más allá de su vida personal y de su trabajo como presentador en la ambigua y fascinante televisión mexicana (Salvador Novo decía que la TV era la hija monstruosa nacida del coito clandestino entre el cine y la radio), Xavier López Rodríguez Chabelo participó a su vez en decenas de películas, intrascendentes la gran mayoría, pero algunas delirantes, así como en múltiples programas de televisión hoy impensables, ejerciendo junto con sus compañeros no sólo una inquietante violencia física y fársica, sino una libertad de expresión brutal incluso contra los gobernantes en turno, en una época donde los hipócritas tentáculos de la corrección política no existían.

Nacido en Chicago en 1935 y naturalizado mexicano, Xavier trabajó desde los seis años de edad, estuvo a punto de participar en los Juegos Olímpicos de Helsinki en la disciplina de lucha grecorromana, evitó su participación en la Guerra de Corea y abandonó pronto la carrera de Medicina cuando el azar lo llevó a trabajar en un medio desconocido incluso para quienes lo detentaban: la naciente televisión que, en breve, se trastocaría en la educadora de sentimientos, gustos y hábitos de consumo de la nación mexicana con el contubernio de los gobiernos en turno, liderada por figuras como el propio Chabelo, Chespirito, Raúl Velasco y otros más.

Xavier López Chabelo no sólo tuvo su propia historieta, sino desternillantes intervenciones televisivas al lado de excepcionales comediantes como Alejandro Suárez, Héctor Lechuga, Manuel Loco Valdés, Guillermo Rivas y principalmente con César Costa en Do re mi de costa a costa La carabina de Ambrosio, donde interpretó con gracia y malicia a personajes como Pujitos, un grotesco muñeco de ventrílocuo, un rollizo panda bebé, o un monaguillo llorón, sin faltar por supuesto su programa de concursos, así como su personaje de “niñote”, atípico en nuestra cinematografía, en filmes realizados con premura y presupuestos raquíticos bajo las órdenes de artesanos fílmicos o notables directores como Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez y José Perro Estrada, bajo argumentos de fórmula o de un delirio inimaginable, en el que se conjuntaban repartos memorables.

Rodeado de figuras como Tin Tan, Borolas, Vitola, Antonio Brillas, Eduardo Alcaraz, Viruta y Capulina, la entonces pareja de bailarines Alfonso Arau y Sergio Corona, Los Xochimilcas y la despampanante Kitty de Hoyos, Chabelo debuta en cine con Viaje a la luna (1957), dirigida por Fernando Cortés. En ella aparecía disfrazado de soldado egipcio panzón y desgarbado, abanicando a Kitty y compartiendo escena con el estupendo locutor Ramiro Gamboa –el futuro Tío Gamboín–, el mismo que ese año le daría la oportunidad de su vida en televisión interpretando al niño Chabelo, mientras se desempeñaba como ayudante en el set de televisión.

Con una amplia cuellera, corbatón, pantalones cortos y voz aniñada, Chabelo supo sacar provecho de su personaje de niño chiqueado, como en alguna ocasión lo hiciera el propio Tin Tan en El niño perdido (1947). Algunas de sus mejores viñetas para la pantalla grande fueron recogidas en varios cortos de Tele Revista; una serie de sketchs que se exhibían en los cines antes de la proyección de las películas. Producidos por Manuel Barbachano y bajo la dirección de Carlos Velo, Jomí García Ascot, el locutor Fernando Marcos y el propio Barbachano, Chabelo y Ramiro Gamboa consiguieron geniales rutinas cómicas que más tarde serían agrupadas en los filmes Chistelandia, Nueva chistelandia y ¡Vuelve chistelandia!, realizados en 1958, en los que además intervenían, entre otros, Pancho Córdova, Piporro, Humberto Cahuich, Silvio Pinole y Cuco Pelucho.

La serie Chistelandia dio oportunidad a Xavier López Chabelo y a Gamboa de lucir su capacidad de improvisación, aunque en películas posteriores Chabelo aparecería como simple comparsa. En El extra (1962), de Miguel M. Delgado, protagonizada por Mario Moreno Cantinflas en su papel de Rogaciano, que busca figurar en el cine y ayudar a la bella Alma Delia Fuentes que mantiene a sus hermanitos, Chabelo tiene una breve aunque divertida participación como el niñote Panchito, que amenaza a los temerosos hermanos de aquélla y de paso abofetea a Cantinflas.

Chabelo repetiría su personaje en breves escenas de comedias como Los reyes del volante (1964), de Miguel Morayta, con Fanny Cano y Viruta Capulina y Escuela para solteras (1964), de Miguel Zacarías, con Luis Aguilar, Tony Aguilar, Javier Solís, Sara García y un ramillete de jóvenes casamenteras como Alma Delia Fuentes, Lucha Moreno, Flor Silvestre y Fanny Cano. En Buenas noches, año nuevo (1964), de Julián Soler, protagonizada por Silvia Pinal y Ricardo Montalbán, Chabelo realiza un breve sketch al lado de otras figuras como Mona Bell, Carmen Salinas y los Hermanos Zavala.También hizo el travesti
de rigor; un robusto mujerón que llama la atención de varios admiradores en Los dos rivales (1965), de Miguel Zacarías, para ayudar a su amigo Tony Aguilar.

En Autopsia de un fantasma (1966), de Ismael Rodríguez, que incluía a un reparto de añejas figuras hollywoodenses como Basil Rathbone, John Carradine y Cameron Mitchell, estrella de la teleserie El Gran Chaparral, Carlos Piñar y la voluptuosa rubia estadunidense Amadée Chabot, Chabelo interpreta al niño consentido. El resultado: una delirante farsa-divertimento cercana al Teatro Fantástico que Enrique Alonso Cachirulo presentaba por aquellos años.

 

Chabelo después de Chabelo

Más tarde, en el papel de Alberto Chalcomús, embajador de la imaginaria república de San Marciano y cuya misión es dar muerte a una joven melliza, Chabelo apoyó a las gemelas españolas Pili y Mili, Enrique Guzmán, Héctor Lechuga y un jovencito Roberto Gómez Bolaños Chespirito en la desorbitada comedia con elementos de suspenso titulada La princesa hippie (1968), rescatable quizá por la breve intervención de Javier Bátiz, en la que Chabelo cambiaba de voz cada vez que se ponía nervioso. A su vez, sirvió de patiño a Los Polivoces en El aviso inoportuno (1968) como un alocado inventor y fanático de los explosivos, hijo de un sastre interpretado por Ramón Valdés.

Es un indígena piel roja en Bang, bang al hoyo (1970), de René Cardona Jr., bizarra parodia del western, y le hace ver su suerte a la empleada doméstica respondona que interpretaba María Victoria en La criada bien criada (1970), de Fernando Cortés, la nana del enorme niño Bebito, que baila a go-gó y gana el demencial concurso del “niño más panzón” de la marca de cereales “Sansón”.

A partir de 1971 protagoniza una serie de películas familiares, en una curiosa trilogía dirigida por cineastas de primera línea como los citados Galindo y Estrada. En Pepito y la lámpara maravillosa es el genio que cumple los sueños del chamaco Martín Ramos Pepito, seguidas de: Chabelo y Pepito contra los monstruos (1973) y Chabelo y Pepito detectives (1973); esta última con curiosas implicaciones políticas y de ciencia ficción en verdad delirante, incluso hoy en día.

Inquietantes y fuera de registro de su personaje “para toda la familia”, Chabelo tendría curiosos papeles en algunas cintas de los ochenta como Dos machos que ladran no muerden, La tumba de MatíasLos pepenadores de acá, Hermelinda Linda II, e incluso en filmes actuales como Amar, Club Eutanasia, Cartas a Elena, Volando bajo, El crimen del cácaro Gumaro (junto con el colega Silvestre López Portillo) y El complot mongol.

El caso de Xavier López Chabelo, “amigo de todos los niños”, resulta insólito en la cultura cinéfila y televisiva mexicana: el niño que se negó a crecer, albergando dos o quizá más personalidades, amado o repudiado por añejas y nuevas generaciones que crecieron con él, sin pensar que su paso por el cine y la TV coincidió con una serie de políticas culturales, empresariales y gubernamentales que “educaron” y siguen educando a todos los cuates mexicanos.

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