Silvestre Revueltas
(Santiago Papasquiaro, México, 1899 – Ciudad de México, 1940) Compositor, violinista y director de orquesta mexicano considerado uno de los máximos y más influyentes representantes de la corriente nacionalista. Formado como violinista y director de orquesta en su tierra natal y Estados Unidos, empezó a componer relativamente tarde, a principios de la década de 1930, seguramente influido por el ejemplo de Carlos Chávez, de quien fue director asistente entre 1929 y 1935 en la Orquesta Sinfónica de México. En 1937 marchó a España, y participó de manera activa en la guerra civil a favor del bando republicano. Compositor autodidacta, su producción musical es muy escasa, aunque valiosa, con títulos como el ballet El renacuajo paseador (1933) y las obras orquestales Ocho por radio (1933), Redes (1935), Homenaje a Federico García Lorca (1935) y La noche de los mayas (1939). Destaca entre sus obras Sensemayá (1938), su partitura más conocida dentro y fuera de su patria. Un profundo conocimiento de la música mexicana y la primacía absoluta del ritmo otorgan a estas páginas de Revueltas un singular atractivo.
Silvestre Revueltas fue el mayor de cuatro hermanos que cultivaron diferentes disciplinas artísticas (José fue escritor; Fermín, pintor, y Rosaura, bailarina y actriz). Desde muy joven manifestó interés por la música. En 1913 ingresó al Conservatorio Nacional y en 1917 viajó a Estados Unidos para perfeccionar sus estudios de violín. En los años veinte y treinta difundió la música de concierto en toda la República Mexicana, ocupó la subdirección de la recién creada Orquesta Sinfónica Nacional (1928-1935) y dirigió la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios.
Movido por sus convicciones políticas, viajó a España, donde apoyó la causa republicana durante la Guerra Civil Española (1936-1939). De regreso a México compuso numerosas piezas sinfónicas y continuó desarrollando su labor docente. El devenir de la Guerra Civil, sin embargo, le había sumido en una profunda melancolía que no hizo sino aumentar una destructiva adicción al alcohol que acabó prematuramente con su vida.
Silvestre Revueltas formó parte de un grupo autores nacionalistas que buscaba la renovación de las formas recuperando los valores de la música indígena y el pasado prehispánico (la cultura maya y las tradiciones aztecas), acercándose al mismo tiempo a los lenguajes de la vanguardia europea para, a partir de ésta, obtener una auténtica expresión nacional. El más influyente fue sin duda Carlos Chávez, que agrupó a su alrededor a un buen número de seguidores. En el marco de esta corriente nacionalista, la música dionisiaca y vital de Revueltas ofrece novedades en todos los sentidos. Revueltas aprovechó todos los recursos instrumentales, dio a las cuerdas papeles percutivos y a los metales un énfasis melódico que recuerda el sonido de las bandas pueblerinas. En cuanto a la estructura de sus obras, las armonías son disonantes y los contrapuntos chocan rítmicamente.
Su obra abarca desde piezas para dotaciones pequeñas, como es manifiesto en Ocho por radio (1933), hasta obras para gran orquesta, como Janitzio (1933) y Sensemayá (1938). Para el cine elaboró partituras que han seguido interpretándose en forma independiente, como Redes (1935) y La noche de los mayas (1939). Sus composiciones fueron numerosas; entre ellas destacan, junto a las citadas, los poemas sinfónicos Cuauhnáhuac (1930), Esquinas (1930), Ventanas (1931) y el ballet El renacuajo paseador (1933). A pesar de su absoluta brevedad, que contribuye de hecho a hacerla aún más efectiva, Sensemayá (1938), título que hace referencia a una serpiente tropical, es la obra más conocida de Silvestre Revueltas. Todos los rasgos del estilo del músico están presentes en ella, empezando por la absoluta primacía del ritmo como generador de la composición, influencia directa del Stravinsky de La consagración de la primavera.
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena.