Para mí la poesía es como la flor que brota en lo más profundo de mi ser, la palabra que ilumina mi vida, mi camino y me da fuerzas para seguir escribiendo
, afirma el poeta nahua Natalio Hernández, quien presentó ayer su poemario Tlilamatl en el Museo Nacional de Culturas Populares.
El autor es originario de Lomas del Dorado, Izhuatlán de Madero, Veracruz, y en su obra deja un testimonio de su cultura. Eligió el nombre tlilamatl porque el libro contiene poemas de diversos temas.
“Tlilamatl quiere decir papel negro. Al español podría traducirse como boceto o borrrador. Su contraparte es istacamatl, que significa papel blanco. En este sentido, la imagen metafórica del libro Tlilamatl alude al día y a la noche”, explica en entrevista el también narrador.
En cada uno de los poemas subyace la visión del mundo que tiene Hernández. Los textos, publicados por la editorial Trajín, combinan la narrativa en los idiomas español y náhuatl, ambos manejados con la rigurosidad que implican sus estructuras sintácticas y los contextos culturales.
“Lo que subyace en el libro es que hoy, 500 años después de que el mundo mesoamericano se eclipsó porque llegó otro mundo cultural, estamos viviendo un cambio global porque la pandemia nos metió en una crisis a nivel planetario y en Tlilamatl subyace esa idea de un augurio, de un cambio de tiempo y dejar algo a las nuevas generaciones.
Necesitamos mirar a los otros pueblos y al mundo desde nuestra propia lógica de pensamiento mesoamericano; expresar la palabra desde la lengua y lógica propias
, sostiene el autor.
Diversidad de temas
En su poemario, Natalio Hernández incluye Yancuic tlapoali
, una crónica en español con conceptos nahuas sobre el temblor del 19 de septiembre de 2017. Hay un poema que escribí a raíz del sismo. Recuerdo que le había comentado a mis amigos que el temblor de 1985, que fue devastador, no me había asustado, pero el de 2017 lo sentí, vi cómo se mecían los árboles. Ese día sólo estaba con mi perro, no estaba mi familia, y escribí el relato
.
Han robado mi nombre
, poema que escribió en 2014 y que está dedicado a los 43 normalistas de Ayotzinapa, también es parte de Tlilamatl, así como Ilhuicac Tlahcuiloli, Constelación
, el cual es una lectura del universo donde rememoro cuando era niño y en las noches nuestros padres empezaban a nombrar las estrellas
, explica el Premio Toltecayotl de Letras Indígenas 2000.
“El poema ‘Coquitl’ (luciérnaga) refiere a mi infancia, cuando jugábamos con las luciérnagas porque no había luz y nos alumbrábamos con velos o candiles. El libro termina con ‘Semanahuac cuicatl’, un poema nuevo que también cuenta con una traducción al inglés; es un canto mundial en el que, por un lado, se promueve la diversidad, pero también se debe trabajar por la unidad de los pueblos del mundo.”
Para Natalio Hernández, “nos hemos robotizado, adorando al dios de la tecnología. Se habla de la inteligencia artificial y nos hemos olvidado de nuestro ser más profundo el to be que dejó Shakespeare, el espíritu que llevamos dentro, que nos hace vivir, soñar. Le hemos apostado a las máquinas, eso lo veo en mi propia comunidad, hoy los campesinos ya no caminan. Si uno consigue un trabajador, hay que ir por él y dejarlo en auto, cuando lo que necesita es caminar porque eso nos da energía, nos conecta con la naturaleza, tanto como contemplar las flores, el aleteo de los pájaros, la salida del sol; en fin, esas son las ideas provocadoras del libro”.