El explorador y humanista jesuita se acercó a una China amurallada no como un proceso colonial, sino con el conocimiento y la posibilidad de la amistad
, refirió el dramaturgo en entrevista // La temporada de la puesta en escena en el Cenart concluye el 11 de junio
la amistad como forma de relación entre los seres humanos y entre los diferentes, dijo De Tavira,
La aventura de Matteo Ricci, misionero jesuita del siglo XVI, matemático y cartógrafo italiano, da una clave fundamental para el presente: la amistad como forma de relación entre los seres humanos y entre los diferentes
, afirmó el dramaturgo Luis de Tavira.
El también ensayista dirige y es coautor de la dramaturgia del montaje Matteo Ricci, cuya temporada en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) concluye el 11 de junio. Sostiene que el explorador es enormemente interesante e inspirador
por ser el sujeto de una aventura apasionada por lo otro
.
En entrevista con La Jornada, De Tavira (CDMX, 1948) explicó que Ricci fue un hombre del Renacimiento, un humanista, científico que sucumbe al asombro de lo ignoto, de la China remota y legendaria, a la que decide acercarse para conocerla
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Ricci “es enormemente divertido; verlo aprender astronomía, intentar la nemotecnia; él aprendió chino solo, a partir de un método nemotécnico que viene desde los clásicos; pero luego la aventura oceánica, porque estamos en el momento en el que el mundo va a cambiar a partir de la navegación y de las artes de navegación.
“Es un cartógrafo, es uno de los primeros diseñadores de un mapamundi. Entendió que hay una visión del mundo eurocentrista (…) Dibuja el primer mapamundi con China en el centro, con lo cual es una propuesta de superación cultural de lo que llamamos el eurocentrismo, que tanto nos ha limitado.”
Luis de Tavira dijo que la aventura de Ricci también involucra a los misioneros jesuitas en México, “fundamentalmente a los que se han ido a buscar las culturas de resistencia, tanto en Chiapas como en la Tarahumara. Este montaje ha sido ocasión de recordar a los asesinados en la Tarahumara.
Estuvieron inspirados en la visión de Ricci. Unos mexicanos que quisieron hacerse rarámuris, unos evangelizadores que se dejaron evangelizar por los ellos y que vivían entre ellos presenciando su vida y dando testimonio de la tremenda pobreza de este pueblo en resistencia que es rehén del crimen organizado.
El dramaturgo refirió que el renacentista llegó a pie y solo a China, con enormes humildad y deseo de aprender. Para ello, se enfrentó a la muralla de la lengua y del pensamiento y a la extrañeza de la escritura china.
La época es finales del siglo XVI y principios del XVII, en el apogeo de la dinastía Ming, en una China que es potencia y está poco interesada en los demás, amurallada en sí misma, pero una cultura superior. Por eso el asombro de Ricci no tiene que ver con el proceso colonial, sino con el conocimiento y la posibilidad del encuentro y, más allá, la posibilidad de la amistad
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Ciencia, el lenguaje universal
Mateo Ricci, continúo De Tavira, estaba convencido de tres cosas: hay muchos mundos, pero todos están en este. Este es uno y es el mismo. En medio de esta diversidad nos separa el malentendido, la incapacidad de aproximarnos y de aventurarnos al otro mundo o a que el otro visite nuestro mundo
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El otro punto es su creencia en que hay “un lenguaje universal que es la ciencia. La razón es un metalenguaje. Las matemáticas son una ciencia universal, y es a partir de la ciencia donde él transita la posibilidad del encuentro. También está convencido de que hay un solo Dios, que tiene distintos nombres en distintas culturas y que, incluso, en el agnosticismo existe la misma aspiración de plenitud y de infinitud.
Todo esto es la llave para crear la comunicación y la posibilidad de un mundo en la amistad humana; el globo hoy enfrenta una crisis que nos está formulando el fantasma de lo poshumano, o que nos tiene atrapados en la barbarie, en la violencia, la inhumanidad de las relaciones humanas: capitalismo salvaje, la guerra y la competencia económica y la destrucción de la naturaleza y del mundo.
Para el montaje, detalló el director teatral, “acudimos a la diversidad de posibilidades de la teatralización. Hay un plano de ficción histórica que hacemos a partir de la actuación con máscaras. Son 10 actores haciendo más de 100 personajes, la mayoría chinos, siendo nosotros mexicanos.
También el lenguaje de las marionetas, el del teatro Kathakali, el de la ópera china Kunqu. Hay una escena en la que proponemos al espectador la confrontación de las lenguas. Entonces nuestros actores aprendieron a hacer la escena en chino. Esta experiencia importante de la frontera de las lenguas, que son los grandes recursos del teatro.
Además, es una obra de teatro que invita a reflexionar a partir de acontecimientos reales, como los asesinatos de los jesuitas de la Tarahumara. Ahí no hay teatralidad, simplemente hay testimonio de los hechos planteados al espectador, con sus imágenes, su drama, y con lo que nos exige pensar
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La obra de teatro Matteo Ricci tendrá funciones de miércoles a viernes a las 19 horas, así como sábado y domingo a las 18 horas en el Teatro de las Artes del Cenart (avenida Río Churubusco 79, colonia Country Club Churubusco).