Ignacio Fernández Esperón
Nació el 14 de Febrero de 1894 en la ciudad de Oaxaca.
Tata Nacho murió en la ciudad de México el 5 de Junio de 1968;
Sus restos descansan en la sección de compositores del Panteón Jardín.
Fueron sus padres Ignacio Fernández Ortigoza y Piedad Esperón.
Su padre era médico y fue siempre aficionado a la música y las artes.
Su madre era pianista y también muy aficionada a la música, pero no fue ella quien le enseñó a tocar el piano, como era de suponerse, sino Macedonia, una sobrina del destacado compositor Macedonio Alcalá, autor del vals «Dios nunca muere», cuando Ignacio apenas aprendía a leer y escribir.
Posteriormente la familia se trasladó a la ciudad de México.
En su casa, se reunían frecuentemente sus padres con Amado Nervo, Luis G. Urbina, Ángel del Campo Micrós, Rubén M. Campos, y otros poetas, escritores y músicos famosos.
Ignacio se acostumbró al trato con artistas, e intentaba imitarlos, por lo que a los ocho años de edad improvisaba piezas de canciones que escuchaba a menudo en su casa. Las tocaba en el piano o en el violín que le habían regalado y para tocar este instrumento se subía en una silla y se ponía junto a una ventana abierta para que todos en la calle pudieran oírlo.
Cuando él contaba con sólo 10 años de edad, en el año de 1904, su padre murió.
El apodo Tata Nacho viene de una ocasión en que sufrió una terrible caída en su escuela y perdió la dentadura completa. Mientras le preparaban una postiza, los demás niños en la escuela se burlaban de él por el modo en que hablaba como anciano y le pusieron el apodo de Tata Nacho, el cual se le quedó para toda la vida.
Estudió en la Escuela Normal para Maestros y poco después trabajó en un taller donde reparaban máquinas de escribir; atendía a los clientes y manejaba una afiladora para hojas de rasurar. Su trabajo era extremadamente aburrido, le pagaban quince pesos mensuales.
Al estallar la Revolución, su hermano menor, Mariano, murió fusilado en Monclova, Coahuila.
Tata Nacho comenzó a frecuentar el estudio del pintor Nacho Rosas para poder inspirarse más. En ese estudio se reunían Miguel Lerdo de Tejada, José Juan Tablada, El Chamaco Urbina, Adolfo Best Maugard, Francisco Orozco Muñoz y otros artistas.
Tata Nacho componía ya canciones populares, que apenas comenzaba a dar a conocer. Un día, una joven modelo de Nacho Rosas, en quien se inspiraba el poeta Francisco Orozco Muñoz, dejó el estudio para volver a su pueblo dejando desconsolado al poeta. Tata Nacho se acercó al piano y tocó una de sus más recientes composiciones titulada Adiós mi chaparrita, cuya letra cambió en ese momento para hablar de la pena que sufría el poeta en esos momentos.
A todos los artistas ahí presentes les gustó mucho la canción, y Tata Nacho tocó entonces otra de sus canciones titulada La Borrachita, que alegró al poeta Francisco Orozco Muñoz, y lo hizo olvidar su pena.
Tata Nacho radicó en Nueva York de 1919 a 1927.
Durante ese tiempo tomó clases de música con el compositor francés Edgar Varsse, pero como no tenía dinero le pagaba haciendo copias de partituras.
Fue entonces cuando compuso Que triste estoy y Otra vez.
En 1929, Ramón P. de Negri, quien era entonces ministro de Industria, Comercio y Trabajo, antiguo conocido de Tata Nacho, lo envió a la Exposición Iberoamericana de Sevilla, España. Ahí, el poeta Francisco Orozco Muñoz, fue quien encabezó al grupo mexicano.
En Sevilla Tata Nacho conoció al poeta Federico García Lorca, con quien llevó, desde entonces, una gran amistad.
Conoció también al rey Alfonso XIII, quien en una ocasión lo reconoció desde su coche cuando Tata Nacho iba caminando, se detuvo y lo llevó al Pabellón Mexicano de la exposición, aunque en realidad se dirigía a la Venta de la Eritaña para reunirse con sus amigos, pero no quiso decírselo al rey.
La exposición terminó en 1931 y Tata Nacho recibió la cantidad de dinero necesaria para regresar a México, pero prefirió ir a París, donde fue empleado por el cónsul Arturo Pani, entonces tuvo oportunidad de relacionarse con los músicos franceses y tomar clases con Paul le Fleur.
En 1937, el entonces Secretario de Relaciones Exteriores, don Eduardo Hay, recibió una petición de un político amigo suyo, para que enviara a París a un pariente, por lo cual tendría que regresar a algún mexicano que estuviera allá. Al checar la lista de mexicanos en París, vio el apellido Fernández Esperón, que le pareció desconocido y lo eligió para que regresara. Al volver Tata Nacho a México, se encontró con Hay, quien se sintió muy apenado pues hasta ese momento no se había dado cuenta de quién era Fernández Esperón, por lo que le ofreció enviarlo de regreso.
Cuando volvió a nuestro país se reunió con algunos compositores con el fin de poder instituir una organización similar, que velara por los derechos autorales. Tomó la iniciativa el Mtro. Alfonso Esparza Oteo, quien con Ignacio Fernández Esperón Tata Nacho, Mario Talavera y un grupo de alrededor 75 compositores, fundaron el Sindicato de Autores, Compositores y Editores (SMACEM), al ser Sindicato se dieron cuenta que no podían hacer determinados cobros, por lo que en 1946 se fundó la Sociedad de Autores y Compositores de México.
No obstante, Tata Nacho decidió quedarse para dar a conocer las canciones que había compuesto en Europa, como Imagen, Tu imagen, Otoño, Boquita azucarada, etc.
El 22 de Febrero de 1945, Alfonso Esparza Oteo, Ignacio Fernández Esperón y otros compositores, fundaron el Sindicato Mexicano de Autores, Compositores y Editores de Música (SMACEM), que pocos meses después se convirtió en la Sociedad de Autores y Compositores de México, y después en la Sociedad de Autores y Compositores de Música (SACM).
En 1947 Tata Nacho fue contratado por la radiodifusora XEW, y fue cuando inició un magno programa de música mexicana, llamado Así es mi Tierra, que fue tomado del título que tenía una de sus canciones.
En 1952, fue nombrado por el Jefe del Departamento del Distrito Federal, director de la Orquesta Típica de la Ciudad de México junto con el maestro Pablo Marín. A la muerte de Marín, en 1960, quedó como director único.
Una anécdota interesante de la vida del maestro Fernández Esperón, es que en el año de 1919, José Agustín Hernández y su hermano, quienes tenían un restaurante mexicano en Nueva York, le escribieron a Tata Nacho una carta donde le pedían que fuera a tocar a su restaurante y le ofrecieron a cambio un muy buen sueldo, casa y comida. Lo único que él tenía que pagar era el viaje, lo que consiguió gracias a sus amigos del estudio del maestro Rosas, María Conesa, Ernesto García Cabral, José Juan Tablada, y otros, quienes entre todos pagaron el pasaje.
Al llegar a Nueva York, se encontró con que el restaurante había quebrado y lo habían cerrado, por lo que se presentó con el cónsul Ramón P. de Negri, quien le dio trabajo como escribiente de segunda, duró en este puesto ocho años.
Compuso cerca de 200 canciones en toda su vida, muchas de ellas fueron muy conocidas y populares alrededor del mundo, como Serenata ranchera, Que sí, que no, Reproche, etc.
Alcanzó grandes éxitos con su conjunto musical Rondalla Mexicana, que tocaba música popular mexicana, dignificándola. En 1963 fue nombrado presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de Música y también recibió un Disco de Oro por haber sido el artista más destacado de ese año.