Tiene miedo de pedir y miedo de callar. Miedo que da miedo del miedo

Bemol sostenido

Alonso Arreola t:

Hay numerosos temas formados para erigir esta columna, mas algo se impone en el estómago. Fue hace unos días cuando nos contaron lo acaecido a un amigo en carretera cercana a la capital. Ocho policías fiscales lo detuvieron y golpearon sin razón para luego llevarlo al Ministerio Público y aguardar a que el miedo hiciera lo suyo: atraer el dinero de la familia. No es la primera vez que su apellido pasa por un “secuestro”.

Nosotros reviramos: en lo que va del año, dos personas cercanas y por separado fueron encajueladas durante horas para luego ser liberadas en un sitio lejano, despoblado. Entrados de lleno en el susto, recordamos juntos lo sucedido recientemente con los jóvenes del call center de Guadalajara; las balaceras del sureste… (lo de siempre en el México de hoy). Entonces pusimos la canción “Miedo” del cantautor español Pedro Guerra. Nuestra versión favorita es la acústica de Lenine con Julieta Venegas como invitada. El arreglo es intrigante, la letra profunda.

“Tiene miedo del amor y no saber amar –dice–. Tiene miedo de la sombra y miedo de la luz. Tiene miedo de pedir y miedo de callar. Miedo que da miedo del miedo que da.” Terminado ese primer verso enlistamos canciones, nombres de grupos, discos que usan la palabra electrizante… Lo que más despertó nuestro interés, empero, fue preguntarnos si los intérpretes más exitosos del urbano o de los corridos llamados belicosos y tumbados sentirían miedo ante algo.

Así es. ¿Son superhumanos o tienen miedo de algo personas como Peso Pluma, Natanael Cano o Santa Fe Klan? El primero canta: “Y bien forrados los paquetes van. No hay pendiente, no puedo fallar. Siempre estoy listo para cruzar polvo, ruedas y también cristal.” Escribiendo rolas por encargo, según se dice, entretiene a criminales y consumidores (de sustancias o música) por igual, unificando el ánimo colectivo sin que nada puedan hacer quienes condenan ese tipo de mensajes o actividades. Y aquí una aclaración, lectora, lector: no deseamos juzgar valores de composición, arreglos o producción en estos géneros (muchas veces interesantes, la verdad); tampoco queremos criticar la calidad de sus letras (cada vez más deplorables, honestamente). Iniciando un dialogo forzado, azaroso, pensamos en un simple contraste.

Aquí la fina pluma de Guerra, quien insiste en su manar reflexivo: “Tiene miedo de subir y miedo de bajar. Tiene miedo de la noche y miedo del azul. Tiene miedo de escupir y miedo de aguantar. Miedo que da miedo del miedo que da.” Aquí Natanel Cano, quien responde: “Arriba de dos, tres carros, todos polarizados… La baby no se sube si no está bien controlado. Fiesta, drogas, gente, armas… Eso le gusta. ¿Quién soy yo para decirle que me asusta?”

Pregunta sincera: ¿de verdad le “asusta” eso al señor Cano? ¿Conocerá ese miedo del que habla Guerra en este coro maravilloso? “El miedo es una sombra que el temor no esquiva. El miedo es una trampa que atrapó al amor. El miedo es la palanca que apagó la vida. El miedo es una grieta que agrandó el dolor.” Buscamos ahora la lírica de Santa Fe Klan. Mucho más cursi que sus colegas, el de Guanajuato externa: “Sigo fumando de la verde. Ese cuerpo me enloquece. La jefa enojada porque el niño no duerme. Por andar entre drogas, envuelto entre papeles. Dime si no soy de la calle, así que detente. Me topas a mí solo y te topas con la muerte.” Luego de leer eso, no lo sabemos: ¿conocerá el miedo Santa Fe Klan?

En una tierra consumida por incendios, ¿tendrían alguna responsabilidad los vendedores de cerillos y quienes distribuyen gasolina? Y el resto: ¿podríamos separar los aciertos sonoros de los desatinos verbales que alimentan el fuego? Sí. Son tiempos violentos. Unos matan. Otros sienten miedo del miedo que da. Otros riman despreocupados en la isla de cristal. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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