Querétaro, y entonces encontré México
A la belleza de su arquitectura y sitios naturales, agregan que la entidad es sinónimo de aventura, gastronomía, cultura y tradiciones vivas en cada una de sus regiones y sus siete pueblos mágicos.
Esta riqueza brinda una nueva experiencia en cada uno de sus lugares, como los sueños que evocan los fantásticos parajes de la Sierra Gorda, declarada Reserva de la Biosfera y protegida como área natural por la Unesco, al igual que sus cinco misiones franciscanas, coloridas gemas barrocas que son un vestigio vivo del sincretismo entre los pueblos chichimecas y la evangelización.
La lista de los sitios que es imperativo conocer y disfrutar en Querétaro es inacabable: la Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo; la ruta de los viñedos y los quesos, zonas arqueológicas, originales museos, vuelos en globo, fiestas patronales con danzas y gastronomía únicas, zonas de desierto, bosques y cascadas.
En muchos se practican juegos de altura, tirolesa, senderismo, observación de aves, pesca deportiva, paseos en bote y kayak; en Amealco, para los ciclistas, hay un bike park con una zona de acampar junto a una gran variedad de pistas para recorrer al máximo.
Por supuesto, en primerísimo lugar está la capital Querétaro, donde se encuentran la tradición y la cultura con la vanguardia y la contemporaneidad de una ciudad en la que hay de todo. Destaca su oferta gastronómica, que va de las sencillas cenadurías a excelentes restaurantes de postín.
La señorial Santiago de Querétaro, que desde 1996 está inscrita como Patrimonio de la Humanidad en la Unesco, posee muchas muestras del barroco queretano, que es único, con una exuberancia que difícilmente se ve en otros lugares; muchas de sus edificaciones tiene una marcada influencia árabe.
Les pongo una muestra: el templo de Santa Rosa de Viterbo, que desde el exterior nos sorprende toda pintada de colores y con los contrafuertes sostenidos por unas exageradas volutas; se dice que su vista nos introduce en una fábula.
En el interior, los retablos que realizó el maestro Francisco Martínez Gudiño en el siglo XVIII se consideran, junto con los de Santa Clara, una de las culminaciones del arte religioso.
El púlpito de madera con incrustaciones de plata, carey y huesos fue pieza especial en la exposición México. Esplendores de 30 siglos, que deslumbró a los neoyorquinos hace más de tres décadas.
Esta marca Querétaro, y entonces encontré México
, busca mostrar al estado como un ícono del México del futuro, consciente, creativo y auténtico, a través de un modelo turístico sustentable.
A poco menos de un año de su lanzamiento, C&E Campaings and Elections otorgó el galardón Reed Latino Award, en la categoría de mejor campaña de marca-ciudad, estado, país o turismo.
Para festejarlo han traído una pequeña muestra a la Ciudad de México que vale la pena visitar en la sede de la Secretaría de Turismo, en Presidente Masaryk 172, Polanco. La exposición ofrece artesanías y productos como dulces típicos, quesos, vinos, salsas, cerveza, miel, licores y textiles de una gran belleza.
También podrán deleitarse con la elaboración de obleas, degustar exquisitos chocolates, conocer la técnica ancestral de la cestería y la talabartería, así como con catas de vinos y quesos que conquistarán su paladar.
En la misma colonia, en la Torre del Reloj del Parque Lincoln, en su pequeña galería hay una muestra de algunos de los atuendos que utilizan los danzantes en las distintas fiestas de la entidad y algunas prendas de lana bellas y originales.
En ambos lugares le obsequian unos coloridos folletos en que se conocen los atractivos que hay en las distintas regiones: bosques y campos del sur, región Sierra Gorda, Semidesierto y la ciudad capital. Si todavía tiene apetito, en Emilio Castelar 14 están las famosas quesadillas y antojitos María Isabel.
Desde 1956 ocupan un sencillo local y los fines de semana hay fila. Son fritas, de masa gruesa, bien rellenitas, bañadas con crema y salsa verde. Hay de carne, champiñón, rajas con queso, papa con chorizo, huitlacoche, sesos, picadillo, nopal con queso, sesos, flor de calabaza y muchas más, además de distintos antojitos. Sólo aceptan efectivo y todas cuestan 26 pesos.