Generar más participación y transparencia enriquecería la vida en la institución y daría oportunidad de encontrar soluciones a temas que nunca se discuten
El físico, sociólogo, experto en políticas educativas y ex dirigente del Consejo Estudiantil Universitario (1986-1987), señala la necesidad de dignificar las actividades docentes, en vez de priorizar la investigación. Contra la violencia de género, propone garantizar la igualdad en trayectoria y vida académica de las mujeres, para que puedan llegar a los nombramientos más altos
La democratización de su vida interna es uno de los pendientes más importantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pues la falta de escucha y participación de la comunidad en la toma de decisiones del organismo ha sido fuente constante de conflicto en los años recientes, señaló Imanol Ordorika Sacristán.
Fue dirigente del Consejo Estudiantil Universitario en 1986-1987, y hoy es candidato a ocupar la rectoría. Subrayó en entrevista la necesidad de poner a los alumnos en el centro
de las preocupaciones de la universidad y no verlos con temor, como sucede hoy, además de dignificar las actividades docentes, en vez de priorizar únicamente la investigación.
El físico, sociólogo y experto en políticas educativas negó ser el candidato de la 4T
o pertenecer a algún grupo político, y se autodefinió como el único aspirante que apuesta a un cambio universitario profundo
, y no sólo a mantener el statu quo en la máxima casa de estudios.
–Una de sus propuestas ha sido democratizar la universidad. ¿Por qué es tan importante?
–La UNAM tiene una normatividad que viene de 1945, cuando era una universidad muy diferente a la actual. Los organismos que prevé la legislación no son suficientes para conducir la vida de la universidad de manera adecuada, porque los órganos colegiados tienen muy baja representación estudiantil y atribuciones muy limitadas.
“Los consejos internos, técnicos y hasta el Universitario (CU) están subordinados a la autoridad unipersonal. Aunque formalmente el CU está por encima del rector, lo real es que éste tiene control absoluto sobre aquél.
No hay espacio para construir acuerdos o tomar en cuenta las opiniones de los estudiantes y canalizarlas. Esto es lo que hace necesario un proceso de cambio en las formas de gobierno. Generar mayor participación y transparencia enriquecería la vida de la universidad y daría la oportunidad de encontrar soluciones a temas que nunca se discuten.
–Hay voces que consideran que la democratización no es una prioridad en la UNAM…
–Si vemos de 2018 a la fecha, prácticamente no ha pasado ni un mes en el que no haya por lo menos un conflicto en un plantel universitario, motivado por la falta de participación y representatividad. Tenemos incluso casos en que los propios órganos colegiados desatan grandes conflictos, como en el caso de 1999, con la propuesta de aumentar las cuotas.
“Hay acaparamiento de la vida universitaria en los niveles de dirección. Hay quien sostiene que el procedimiento de la Junta de Gobierno (JG) es democrático porque es un cuerpo elegido por el CU, pero cuando le das la atribución del nombramiento de autoridades, estás generando una exclusión de la gran mayoría de la Universidad.
La UNAM no va a discutir esto antes del nombramiento del próximo rector, pero quien llegue a ese puesto tiene la obligación de abrir un proceso de discusión interna al respecto.
–¿Tendría que elegirse al rector por voto universal?
–Mi propuesta es que hubiera un voto ponderado, en que la votación de los estudiantes fuera equivalente en el peso porcentual a la del personal académico. Esto puede tener otra modalidad, y que se establezca que quienes queden arriba en las votaciones fueran las personas a las que la JG considerara para los nombramientos.
–¿Cómo atender los casos de violencia de género?
–Primero, tenemos que garantizar la igualdad en las trayectorias y la vida académica de las estudiantes, para que las mujeres tengan las mismas oportunidades de llegar a los nombramientos más altos. Hay que tener comisiones dictaminadoras paritarias y capacitarlas para tomar en cuenta las diferencias en la trayectoria femenina, como la maternidad o la dedicación a los cuidados familiares.
“Por otro lado, está el tema del examen de selección, que tiene un profundo sesgo en contra de las mujeres, y el tema de la violencia. Tienen razón las estudiantes y las mujeres universitarias en protestar, porque el problema no está resuelto, pues se hizo que la Defensoría de Derechos Universitarios concentrara la atención en los casos y eso no funciona.
“Yo propongo que haya una unidad de violencia de género constituida con abogadas, sicólogas, gente muy capacitada, que sea completamente autónoma de la rectoría y pueda atender todos los casos y acompañar a las estudiantes, profesoras y trabajadoras.
“También necesitamos que los protocolos cambien, porque dejan la última decisión en manos de las y los directores de cada entidad y ahí es donde se da el pacto patriarcal; incorporar un ‘3de3’, para que no se contrate a nadie con antecedentes de violencia; sancionar con rescisión contractual inmediata el que haya relaciones románticas o sexuales entre profesor y estudiante, y establecer materias obligatorias en todas las carreras y el bachillerato sobre temas de género.”
–¿Qué hacer en el tema de los profesores de asignatura?
–Ellos son 70 por ciento del personal académico de la universidad y es una población muy heterogénea, pero hay que atenderla, porque sí hay un problema serio de desigualdad. La primera medida es establecer políticas diferenciadas para atender necesidades diferenciadas y aumentar el pago de la hora clase; es factible hacerlo entre 15 y 20 por ciento en el corto plazo.
También hay que establecer mecanismos claros de asignación de cursos, compensar a los profesores con muchas horas frente a grupo con horas liberadas para que hagan otras actividades y abrir los concursos de definitividad para las personas que tendrían derecho a ello.
Apostar a entidades foráneas
–¿Cómo resolvería el tema de los aspirantes rechazados?
–La universidad puede contribuir a la apertura de otras universidades regionales. En lo que toca a la UNAM, podemos crecer todavía, pero debe hacerse con un plan y no de forma reactiva. Tenemos que apostar a las entidades foráneas, donde hoy se imparten carreras de muy baja demanda. Podemos buscar acuerdos para impartir carreras de alta demanda y expandir ahí la matrícula.
–Hay voces que lo ubican como un candidato cercano a la 4T. ¿Usted es de algún grupo?
–No soy de la 4T ni formo parte de Morena. No soy un candidato de nadie, más que de sectores de la comunidad universitaria. Ese es un argumento para descalificar mi candidatura y mis propuestas y decir que son intentos de otras personas para perseguir tal o cual propósito. Es absolutamente falso.
“El escenario que estamos enfrentando hoy son 16 candidaturas que básicamente apuestan a mantener el statu quo en la universidad, y una candidatura que apuesta a que haya un cambio universitario profundo, que se construye a partir de lo que hoy existe, de manera participativa. Lo que está en juego es el cambio impostergable de la UNAM.”