Marco Antonio Campos
Premio Universidad Nacional 2023
Nancy Hernández García
I
Octubre trajo entre sus hojas el Premio Universidad Nacional 2023, en el campo de la “Creación artística y Extensión de la cultura”, para el escritor Marco Antonio Campos. El galardón es el reconocimiento máximo que otorga la Universidad Nacional Autónoma de México, institución que es el alma mater del poeta y a la que ha estado ligado desde 1965 cuando, al ser alumno de la Preparatoria 1, inició la trayectoria académica que hoy la UNAM le reconoce. “Un sueño anhelado”, dijo el poeta en una primera impresión tras la noticia del premio.
Desde luego, es un reconocimiento más que merecido. Marco Antonio Campos ha construido una sólida carrera literaria desde 1968, año en el que decidió no ejercer la abogacía, aunque terminó la carrera de Leyes. El compromiso del poeta con la Universidad ha sido firme, la ha representado en el extranjero durante sus estadías como lector y profesor invitado en las universidades de Salzburgo, Viena, Brigham Young, Buenos Aires, Nacional de La Plata y la Universidad Hebrea de Jerusalén. Asimismo, en la propia UNAM se ha desempeñado como director de Literatura de Difusión Cultural y como investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas.
El centro de su trabajo literario es la poesía, pero también ha visitado otros géneros: cuento, aforismo, novela, entrevista, ensayo, crónica y traducción. La producción escrita de Marco Antonio es muy vasta y su trabajo como promotor cultural también es encomiable: organiza el Encuentro de Poetas del Mundo Latino cada año, considerado el festival de poesía más importante de México.
II
El Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM es un lugar silencioso al que parece que “sólo los becarios van”, como me dijo una vez Federico Álvarez –en broma pesada–, pero de mi época de becaria recuerdo las tardes cuando Marco Antonio Campos llegaba al cubículo del Diccionario de Escritores Mexicanos.
Sin la investidura del poeta y, más bien, con el saco de lector bien puesto, Marco Antonio Campos me regaló muchas conversaciones en las que, tal vez sin saberlo, me disipó dudas sobre la poesía, me aclaró anécdotas que en la repetición se han deformado hasta ser otras, y me enseñó a leer los ensayos de Octavio Paz. Lo que más le agradezco es ser el puente entre el lector y la poesía. Gracias a él conocí personalmente y leí a Juan Gelman, Eduardo Lizalde, Efraín Bartolomé, Minerva Margarita Villarreal y Luis García Montero, entre muchos otros, que ahora son parte fundamental de mi biblioteca. Desde luego, la proximidad me ha permitido ser una lectora inmediata del poeta. Viernes en Jerusalén es el poema suyo que más disfruto y al que vuelvo cada tanto; Joven la muerte niega el amor joven, cuentos sobre poetas mexicanos del siglo XIX que murieron jóvenes son sus cuentos que más me conmueven.
Por las tardes, en Filológicas, era frecuente verlo platicando muy a gusto –lo delataban las risas– con Fernando Curiel (“míralos, parecen niños traviesos”, me dijo alguna vez Gina, la eficiente secretaria del CEL). Permanecen en mi memoria como las estampas que Campos describe en sus crónicas
de viajes.
Por el cariño, la gratitud y el oficio compartido, celebro el Premio Universidad Nacional 2023 de Creación Artística y Extensión de la Cultura: ganó el impulso a la poesía y la literatura desde hace más de cuarenta años