La cinta, de Ángeles Cruz, se presentó en el FICM
Morelia, Mich.,
La cineasta oaxaqueña Ángeles Cruz hechizó al público del 21 Festival Internacional de Cine de Morelia, con su enorme fábula Valentina o la serenidad, sobre una niña que se niega a aceptar la muerte de su padre, a tal grado que la corriente del río le regala el susurro de la voz de éste en mixteco y el blasón ancestral del árbol partido en dos por un rayo como totémico cuerpo paterno, una especie de Pedro Páramo en el mundo imaginario de una niña.
En entrevista con La Jornada Cruz confesó que Valentina o la serenidad la escribí en 2020 en plena pandemia, ya tenía por ahí una línea sobre esta historia en un taller de escritura que tomé, donde abordaba la pérdida de mi padre quien murió cuando yo tenía 9 años. Arrumbé la historia y en 2020 me entró mucho miedo y decidí enfrentarme a este pasaje de mi vida escribiendo el guion desde el punto de vista de una niña que atraviesa este duelo. Estaba en mi comunidad Tlaxiaco y platiqué con algunos pequeños que han pasado por lo mismo, investigué sobre el duelo, entonces me di cuenta de que los menores con los que conversé tampoco habían hablado acerca de cómo se sentían. Me identifiqué, se me hizo un hueco en el pecho, salí a caminar por el bosque y regresé convencida que debía hablar sobre la pérdida, de cómo cruzamos este camino para lidiar con la ausencia
.
Precisa que no es una película autobiográfica, eso sí trasladé muchos elementos y sensaciones como el deseo, al igual que Valentina, de que mi padre no estuviera muerto sino en otro lado. De que me engañaran y que iba a volver, que mi deseo y mi ser fueran tan poderosos que devolvería la vida a mi padre, esa fue una de las cosas que compartí con las niñas y niños para realizar el guion
.
Por eso la frontera entre la Ángeles niña y su personaje principal, Valentina, es muy invisible entre el deseo y un punto intermedio entre el anhelo y la fantasía, nuestra entrevistada declara: “cuando era niña me pegaba a la corteza de los árboles para perderme en las hendiduras. Porque cuando me fugo y no puedo más, cuando siento que me quiebro por dentro las vetas de la madera me sirven como refugio o cuando estoy perdida veo al bicho extraviado en la inmensidad de la hoja… eso me pareció un lenguaje apropiado para Valentina. En mi comunidad el celular entró apenas hace un par de años, lo que permitió a las infancias crecer con otro tipo de imaginación, relacionarse con la naturaleza de otra forma y por supuesto los juego y si el bosque está ahí pues se juega con y en él”.
La trinidad el asombro, la magia y la jettatura, parecen poblar la vida de Ángeles Cruz: en nuestra comunidad vivimos la pandemia, claro que no nos juntábamos mucho, pero salíamos a caminar, lo veíamos como con asombro respirar y eso me fue contagiando y dando ritmo al escribir el guion. Después, al final de la escritura llegó la magia, encontré un árbol atravesado por un rayo junto al río de mi comunidad, porque a lo largo de la escritura del guion estuve mencionando con la omnipresencia del rayo y el trueno, porque de niña sentía, que cuando murió mi padre, como si me hubiera pasado un rayo
.
Por último vino la imprecación, la jettatura, Cruz comenta: el proceso de escritura fue brutal como también los hechos. Cuando terminé el primer tratamiento y mi hermano enfermó de covid y pereció. Dejó huérfano a un niño de 10 años y otro que nació dos días después de que falleciera. Esta película me atravesó el corazón, me volvió a partir en dos ese rayo pero, como ese árbol de la película sigo en pie
.