Familias visitan panteones; lamentan que jóvenes no sigan las tradiciones
Comentan con tristeza que estas tradiciones se comercializan y pierden mucha de su esencia
“Ya no es como antes, a los jóvenes ya no les gusta gastar en las celebraciones del Día de Muertos”, lamenta Beatriz Jiménez Cortés, quien ayer como muchos otros xalapeños acudió a los camposantos a limpiar y dejar flores en las tumbas de sus difuntos.
Mientras que las cercanías a los cementerios Palo Verde, Bosques de Xalapa y Xalapeño, se apostaron cientos de comerciantes que ofrecían flores, antojitos, coronas, veladoras, rehiletes, dulces típicos y pan de muerto, entre otros, en el interior eran menos visitantes que en otros años en este día; hoy se espera que arribe el mayor número de familias a los camposantos.
En el interior familias en pequeños y grandes grupos llegaron con cubeta, escoba y jabón en mano para darle una “manita de gato” a las tumbas de sus seres queridos para que lucieran implacables.
Fue el caso de doña Beatriz Jiménez Cortés, quien apurada con uno de sus nietos, limpiaba la tumba de sus familiares en el panteón Xalapeño. “Desde hace 23 años murió mi esposo, por eso estoy aquí lavándole, pero también me tocó limpiar la de otra amiga que se enfermó y me pidió que le limpiara a sus difuntos”.
Cada año está aquí, no importa el clima ni la multitud que se llega a juntar en los cementerios.
Ahora los jóvenes ni un vaso con agua le ponen a sus difuntos porque es muy caro instalar la ofrenda, “pero aunque sea un chocolate, tamales y pan, yo le pongo a mis difuntos y hoy me vine a lavarles bien para mañana regresar a traerles sus flores. Eso es lo que me enseñaron en mi familia y veo que ya pocos lo hacen, pero eso sí andan vestidos de catrines”.
En este panteón Xalapeño hubo visitantes, pero se espera que hoy sea cuando llegue la mayoría de personas a visitar a sus difuntos. Afuera había una gran verbena de comerciantes que ofrecían sus productos a los visitantes.
Se ofrecía una gran variedad de coronas de flores elaboradas en distintos materiales y tamaños; había pequeñas desde 120 pesos y las grandes en 280, “hay para todos gustos y bolsillos”. Lo mismo con las veladoras, se podían comprar de vaso de cristal o plástico, y los precios varían de acuerdo a los tamaños. Desde 5 pesos hasta 45 la que sirve para toda la semana.
CON CONTROL
Por su parte en el panteón, Bosques de Xalapa también se podía percibir que había pocos visitantes. Aquí se espera la llegada de miles de personas mañana.
El encargado del panteón, Jair Alfredo Quiroz, junto con otros ayudantes buscaba evitar el paso descontrolado de automovilistas. En los camposantos se podía ver a personas que llegaban con flores y rehiletes para adornar sus tumbas.
Se podía percibir una gran cantidad de tumbas ya con sus rehiletes y flores que les dan vida en una mañana tarde fría, en la que había un viento otoñal que calaba los huesos de los visitantes.
Con azadón en mano, don Guadalupe Hernández, espera la llegada de familias que lo contraten para limpiar los sepulcros. “La verdad es que todavía no agarro mucha chamba, porque hay algo de competencia, somos varios los que ofrecemos el trabajo de limpieza”.
Cuenta que trabaja como sepulturero desde hace dos años ya que antes fue policía, “pero imagine los peligros, por eso mejor me salí me jalaron para acá a apoyar a realizar los nichos y aquí estoy tratando de ganarme la vida”.
Comenta que también hay poco trabajo porque muchas familias traen sus instrumentos para hacer el trabajo con su manos; “se ahorra los 50 pesos que en promedio cobramos por el trabajo de delimitación y limpieza de la tumba”.
VENDIMIA EN LAS AFUERAS
En el caso del panteón Palo Verde también en la calle de acceso se instalaron infinidad de vendedores de flores, coronas, antojitos en los que se detenían algunos a comer gorditas, empanadas, garnachas y huevos duros.
Los floristas, como doña Eloísa Melgarejo, comentaron que las ventas todavía estaban bajas, pero que tenía esperanzas de que mejoren en este jueves que es cuando llega la mayoría a visitar los sepulcros de sus difuntos.
En la entrada, infinidad de jóvenes y hombres maduros esperaban con sus cubetas a clientes que les pidieran limpiar las tumbas. En el interior del cementerio había otro buen número de hombres que esperan para ver si podían hallar una familia que los contratara.
Este panteón lucía limpio, sin tanta yerba en los pasillos; solo en tumbas con muchos años se podía ver que tenían maleza, el resto lucían limpias en espera del día 2 de noviembre en que como cada año son visitadas por las familias.