Demoledor informe: Más de 400 mil víctimas sexuales de la Iglesia, menores de edad y del sexo masculino.

La también sexópata Iglesia española
José M. Murià
La historia de violaciones a los derechos humanos en España, aun en tiempos recientes, es sumamente rica. Al parecer, son muchos los rescoldos de tres décadas y media de franquismo, en el que era nulo el respeto por parte de su gobierno a lo que se considera inalienable y nadie debería violentar. Franco llegó al poder por la fuerza de las armas y el respaldo de nazis y fascistas, y se sostuvo en él gracias a la salvaje guardia civil, una policía secreta sedienta de sangre y una Iglesia Católica abyecta que se benefició sobremanera con su régimen.

Más de un pensador asegura que el fascismo cristiano es endémico en el corazón de la sociedad española, especialmente en el centro de ese país, prueba de ello que un partido político de esa tesitura, recientemente, se ha forjado y crecido increíblemente.

Hace ocho días, el espléndido corresponsal de La Jornada, Armando G. Tejeda, a diferencia de otros que lo callaron o en sus respectivas redacciones no los pelaron, hizo de nuestro conocimiento el demoledor informe sobre más de 400 mil víctimas sexuales de la Iglesia católica, casi todas ellas menores de edad y, mayormente, del sexo masculino.

Es un documento que convierte a España en el peor de todos los países del mundo en lo que a ello se refiere, muy por encima de Irlanda, Francia o Portugal, que se habían colocado en la delantera.

El informe inicia en 1970, cuando todavía España era gobernada por el caudillo por la gracia de Dios con la solidaridad de la Santa Madre Iglesia, que durante toda la dictadura incluso aplaudió crímenes gubernamentales de la peor ralea.

Basta recordar, de lo que no se habla: la solidaridad clerical con la masacre que hicieron los triunfadores nazifascistas de la Guerra Civil. Aquellos curas que entraron a los pueblos con el ejército triunfador señalando a quienes pasaban de inmediato a ser fusilados. Es un famoso ejemplo aquel padrecito que, al frente de un piquete, personalmente, frente a su madre mató a un niño golpeándolo contra las paredes de su propia casa cuando supo que su nombre era Lenin.

También conviene recordar los niños que eran declarados muertos al nacer para ser entregados a familias adeptas al régimen que deseaban tener uno. Conocí a una mexicana víctima de tal trapacería, quien pasó toda su vida tratando infructuosamente de encontrarlo… Todo ello fue perpetrado por la Iglesia española, cuya jerarquía, ante la acusación reciente, después de deliberar durante muchas horas, pretende eludir la responsabilidad simplemente pidiendo perdón.

No fue un delito, como dicen, causado por algunos miembros de la Iglesia: la cul-pable es la Iglesia española misma, que tan-to daño hizo otrora en América, y concentrada como quedó a la península, donde centró toda su maldad apoyada en un régi-men sanguinario al que respaldó y del cual España no se ha podido liberar del todo.

Vale decirlo con todas sus letras: el franquismo, que aún sobrevive en España, precisamente porque es inherente a su idiosincrasia, cuenta con el respaldo de la jerarquía eclesiástica de ese país y de una caterva de curitas ignorantes y de espíritu todavía feudal, aceptados con gusto por una buena cantidad de españoles de pura cepa.

De ahí que el respeto y la admiración por los españoles que están fuera de este esquema resulte mayor y merezca nuestra solidaridad.

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