Veracruz un estado con riquezas sin igual, pero la política local ha sido un mar denso de corrupción espeluznante

Veracruz y CDMX
José Blanco
El capitalismo de segunda de estos lares y sus personajes gandalla adversan con tirria cualquier propósito de superar la carencia mil veces ostensible de los de abajo. Por eso hoy sigue siendo indispensable, para la izquierda de Morena, ganar espacios decisivos del Poder Legislativo y del Ejecutivo, sin lo cual nada cambiará para ellos.

Por primera vez en mi larga vida veo con optimismo inicial lo que está por ocurrir en Veracruz. Empezó la historia con un giro dificilísimo pero positivo –apenas audible– con el gobierno de Cui­tláhuac García, pero se anuncian mejores tiempos. Desde que nací –hacia el norte de ese querido estado–, oí hablar de dos planos de realidad peleados a muerte entre sí: 1) Veracruz es un gran estado con riquezas sin igual, tal que podría ser una nación por su población y su potencial productivo, pero 2) la política local ha sido un mar denso de corrupción espeluznante y la mayoría de sus gobernadores han sido o ineptos, o ladrones o matones o han sido portadores de cualquier combinación de esos atributos, o de todos ellos a la vez.

Debido a ese mal fario histórico inenarrable, Veracruz tiene apenas (en 2020), según las cifras de Coneval, el 13.7 por ciento de población no pobre y no vulnerable; el resto se halla en algún nivel de pobreza, o pobreza extrema, o vulnerable por carencias sociales, o vulnerable por ingresos. En 2020, 27.8 por ciento estaba en rezago educativo (población con tres a 21 años, que no cuenta con la educación obligatoria y no asiste a un centro de educación formal), 31 por ciento no tenía acceso a servicios de salud, o 65.2 por ciento no contaba con acceso a la seguridad social. En 2022, Veracruz ocupaba, en PIB per cápita, el lugar 26 de las 32 entidades federativas, mientras se encuentra en el lugar 11 por superficie y en el cuatro por volumen de población. Una estadística contundente de los dos planos de realidad referidos.

Ahora, ya le tocaba. Veracruz, con Rocío Nahle o con Manuel Huerta Ladrón de Guevara, iba (va) en el caballo de la hacienda. Con sus dos candidatos punteros Morena no tenía problemas, ni por ellos ni entre ellos. Ahora sumados sus proyectos y sus bases sociales, tendremos un buen comienzo. Representan el camino de la 4T en Veracruz. Rocío ganará la elección. Veracruz tendrá su primera gobernadora.

La CDMX muestra un caso diferente y complejo. Las cosas por fortuna se han decantado por Clara Brugada, pero es inquietante el resultado de la encuesta notablemente favorable a Omar García Harfuch (GH). Hay interrogantes que es preciso despejar. Ahora GH se ha convertido en un activo de Morena con un respaldo social notorio y comprobado.

Sospecho que mi información sobre el policía debe ser similar a la de la ciudadanía en general: escasa. Algunos datos curriculares: hijo de Javier García Paniagua, titular que fuera de la (siniestra) Dirección Federal de Seguridad, nieto de Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa de Díaz Ordaz. Abogado y licenciado en seguridad pública; estudios de especialización en seguridad en la Universidad de Harvard, en la FBI y en la DEA. Peña Nieto lo nombró comisionado de la Agencia de Investigación Criminal de la FGR en sustitución de Tomás Zerón; ahí permaneció hasta el 1º de diciembre de 2018. Para la experiencia de la izquierda mexicana, una trayectoria ominosa.

No obstante, Claudia lo nombró jefe de la Policía de Investigación de la Procuraduría de la Ciudad de México. El 20 de septiembre pasado se destapó como candidato al gobierno de la CDMX. Ocurrió (muchos coinciden) con la aprobación de Claudia y la aquiescencia más bien discreta de AMLO. Fue desplazado por Clara debido a las reglas de la paridad de género, pero Claudia lo rescatará. A partir de ese conjunto de datos y hechos, pueden abrirse dos vertientes de entendimiento: decir en el extremo que Claudia y AMLO cayeron en una postura de derecha inadmisible, o detenerse a considerar el asunto a la luz de que AMLO y Claudia son dos figuras genuinas de la 4T que merecen confianza. Nos faltaría saber cuáles son las razones de sus respectivas posiciones. Parece que por ahora no las tendremos.

Es menester evitar el error craso del esencialismo: las cosas son lo que son porque poseen una esencia inmanente que las hace ser lo que son. Lo concreto es algo muy distinto. Marx lo apuntó famosamente: Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto unidad de lo diverso.

¿Es GH un policía? ¿Tiene esencia de policía? Como cualquier otra persona debe tener otras muchas experiencias y vivencias que en conjunto son GH. ¿Cometió alguna acción reprobable? ¿Puede verse esa acción sin su contexto, uno imposible de crear por GH? En su caso: ¿esa acción y su historia familiar lo descartan para siempre? ¿Puede contribuir con su experiencia a un plan nacional de seguridad más efectivo? Probablemente sí, bajo la dirección de Claudia. Hay un área opaca de GH, pero AMLO y Claudia parecen tenerla en cuenta. Y estará vigilado por los ciudadanos.

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