Daniel Catán fue uno de los grandes compositores, querido por el público y, por los músicos

Catán en la Ópera de NY
José Cueli
Daniel Catán figura en el programa de diciembre de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Doce años después de su muerte, resucita en una de sus óperas en español, Florencia en el Amazonas.

Plácido Domingo lo recuerda en la introducción al programa: “Haber perdido un compositor de su estatura a la misma altura de sus poderes es una pérdida devastadora para el mundo de la música clásica. Daniel Catán fue uno de los grandes compositores de nuestro tiempo, querido por el público y, sobre todo, por los músicos que tuvieron el privilegio de ejecutar su increíble trabajo. Cuando se presentó su ópera Florencia en el Amazonas, aquí en Los Ángeles, en 1997, su obra fue abrazada con entusiasmo por el público angelino, que pedía programar más frecuentemente óperas de este maravilloso compositor. Su ópera final completa, Il Postino, encargada por la Ópera de Los Ángeles, se presentó como la producción de apertura de la temporada del 25 aniversario y demostró que fue uno de los grandes momentos en la historia de la Ópera de Los Ángeles. Durante los años en que trabajé con él para preparar Il Postino, Daniel se convirtió en un miembro de la familia de la Ópera de Los Ángeles, amado y respetado por todos los miembros. Cada momento de su colaboración era un auténtico placer, pues era un hombre muy simpático y un compositor maravillosamente dotado. Todos lo echamos de menos, tristemente, pero él vivirá para siempre a través de sus brillantes logros artísticos”.

El estilo lírico romántico de Daniel Catán se presta para la voz humana en la mayoría de sus obras. Este estilo de Daniel puede escucharse en su Florencia en el Amazonas, primera ópera en español encargada por una importante compañía estadunidense. Daniel describió su objetivo para la obra: Empecé a escribir música hermosa para una historia del viaje al amor trascendente, cuando la muerte se acerca y que nos concierne a todos los que hemos vivido el amor con todas sus complejidades, sutilezas, miseria y gloriosa felicidad. A los ojos del público y la crítica fue elogiada su labor marcada por la honestidad, belleza y arrullo de un dramático efecto devastador, consiguiendo sus objetivos.

La crítica estadunidense habla de que sus influencias contradicen las vivencias de su tierra natal. Daniel ha sido comparado con Debussy, Richard Strauss y Puccini, con un dejo de influencia japonesa. Un común denominador habla de una herencia transmitida de una tradición operística muy rica. En palabras de Daniel: En mi trabajo estoy orgulloso de decir que uno puede detectar la enorme deuda que debo a compositores de Monteverdi a Alban Berg. Pero quizá la mayor de mis deudas es haber aprendido que la originalidad de una ópera no tiene por qué implicar el rechazo de mi tradición (que sería como aceptar ciegamente la condición de huérfano), sino más bien la asimilación profunda de lograr la conexión entre texto y música.

Aunque estudió filosofía en la Universidad Sussex, y en Princeton, con Milton Babbit, es evidente que tiene influencias mexicanas como quedaron patentes en la música que escribió para la serie de televisión sobre la vida de Benito Juárez. Larga es su lista de óperas: La hija de Rapaccini, una obra escrita en colaboración con el libretista Juan Tovar y la influencia de Octavio Paz, y Florencia en el Amazonas, en colaboración con Gabriel García Márquez y Marcela Fuentes, ópera basada, como señalé anteriormente, en palabras de Daniel, la historia del viaje de regreso que todos nos comprometemos en nuestras vidas: el momento cuando se repasa lo soñado una vez cada vez y nos enfrentamos a lo que somos. En el 50 aniversario de la Ópera de Houston se encargó a Daniel la obra Salsipuedes, historia de amor y guerra. Una comedia negra que tiene lugar en la isla ficticia de Salsipuedes, estrenada en 2004. Antes de que la muerte lo sorprendiera, en septiembre de 2010 estrenó en Los Ángeles Il Postino, con Plácido Domingo en el papel estelar.

La Ópera de Los Ángeles y Plácido Domingo, en particular, organizan este homenaje que México, su país natal, no realiza. Aparte de músico, Catán fue encantador, lo que transmitió en su música, en que graduó el tono, comunicó los signos corrientes de la ópera al estilo suave y romántico de los mexicanos, abrazando las notas con su pasional naturaleza de poeta. Optó por la sencillez y esa ingenuidad de los genios para que sus obras cobraran perpetuidad. Su música fue vivencia, invención intuitiva; dramatizó la vida y le dio suspenso metafísico. Fue Daniel raza subterránea que aparecía en sus óperas y su música no operística.

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