Filósofo, historiador y teólogo, la polifacética formación de Enrique Dussel dio como frutos la publicación de decenas de libros, la impartición de centenares de cursos por todo el mundo y la publicación de cuantiosos artículos; esto, sin contar los numerosos reconocimientos que recibió de diferentes universidades.
Por lo anterior, la obra de Dussel aportó significativamente a la filosofía, pero también a otras disciplinas, por ejemplo, la historia, la antropología, la sociología, la pedagogía y hasta la arquitectura. Sin embargo, la trascendencia de su pensamiento no sólo se reflejó en la academia o los círculos letrados, sino que también impactó en la organización y acción de diversos partidos políticos de izquierda, movimientos sociales, organizaciones sindicales y algunas corrientes dentro del seno de la Iglesia católica.
Hablar de la obra de Dussel es una empresa muy compleja; en parte, porque fue muy extensa y también porque su trayectoria intelectual no se configuró en etapas
o periodos
, ya que muchas de sus preocupaciones filosóficas lo acompañaron, prácticamente, a lo largo de toda su vida; tal es el caso de su simpatía por los pobres, los enfermos y los explotados.
No obstante, existieron dos preocupaciones conceptuales que representan la raíz del pensamiento dusseliano: sus críticas al eurocentrismo y a la modernidad.
Dussel construyó su edificio conceptual a partir de la distinción de que todo ejercicio de pensar se realiza desde un contexto. Sin desconocer las aportaciones del pensamiento europeo, planteó que, en el fondo, este pensamiento encarna los intereses, los prejuicios y las obsesiones, precisamente, de esta región geohistórica. De ahí a que, como lo mencionara en numerosas ocasiones: el súper hombre de Nietzsche
o el Dasein de Heidegger, por mencionar sólo un par de ejemplos, no hayan sido otra cosa mas que la personificación de las agendas geopolíticas, raciales y coloniales de Europa.
Dussel trabajó incansablemente para que su obra incentivara a los lugares periféricos (África, Próximo Oriente, América Latina y el Caribe) a construir un pensamiento afín a sus singularidades históricas; por esta razón otorgó énfasis en rescatar las sabidurías de los diversos pueblos originarios y en difundir a los diferentes pensadores autóctonos que, para la visión eurocéntrica, son inexistentes
.
A la par de este ejercicio, Dussel también se esforzó por erosionar la visión eurocéntrica de los periodos de la historia, ya que como bien lo demostró, en muchos de sus trabajos, las llamadas Edad Antigua, Edad Media o Edad Moderna son construcciones historiográficas que invisibilizan las historias de otros lugares y que provocaban que se considere al Atlántico como el centro primario de la alta cultura, olvidando la riqueza cultural del mundo Mediterráneo, del mundo árabe, del Extremo Oriente y de otros lugares con pasados gloriosos.
El otro tema análogo a esta preocupación fue la cuestión de la modernidad. A juicio de Dussel, la modernidad es el proceso histórico que comienza con la expansión europea en el siglo XVI y que se traslada hasta el XXI, en cuyo escenario emerge y se desarrolla el sistema mundo capitalista hoy en día, aunque con muchas grietas, hegemónicamente neoliberal. Desde su perspectiva, este proceso de larga duración originó la emersión de una racionalidad dominante, instrumentalista y colonizadora del medio ambiente, de los seres humanos y de todas las especies vivas del planeta.
Contrariamente a lo que en los años 80 y 90 se planteaba en los debates universitarios, principalmente norteamericanos y europeos, Dussel consideraba que una de las tareas primordiales de la filosofía era aspirar a construir criterios normativos que contribuyeran a superar no sólo el sistema mundo capitalista, sino también la racionalidad instrumentalista y dominante de civilización de la modernidad; ya que, como se ha observado en los últimos años, ésta ha provocado –directa o indirectamente– el agotamiento de los recursos naturales, el peligro del colapso climático y la posibilidad inminente de una hecatombe nuclear.
De este modo, para Enrique Dussel la tarea fundamental del pensamiento crítico contemporáneo es desarrollar postulados que planteen, además de la superación histórica del capitalismo y su civilización (la modernidad), trabajar a favor de la resolución de las necesidades inmediatas de los seres humanos, como la obtención universal de alimento y agua, así como el aseguramiento al acceso a la salud, la vivienda y la seguridad.
En virtud de lo anterior, Dussel sugirió a las nuevas generaciones de pensadores críticos elaborar nuevos fundamentos que armonicen la resolución de estas necesidades apremiantes con la realización de transformaciones estructurales afín a que se coadyuve a preservar, proteger y reproducir la vida humana en este planeta.
* Investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México
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