obsesión de que haya más libros
El catedrático recibirá el Homenaje al Bibliófilo José Luis Martínez en el encuentro de Guadalajara
Reconoció el papel de la feria editorial en el ánimo de la ciudad jalisciense
Guadalajara, Jal.,
Sobre el reconocimiento que se le concederá hoy, el escritor expresó a La Jornada el gusto que le da que lo reconozcan como bibliógrafo, ya que ese honor se lo han dado a gente de mucha importancia, generalmente de fuera, y es de las pocas veces que se lo dan a un local
.
El colaborador de este diario participará en el conversatorio Las literaturas indígenas y la defensa de la identidad del Encuentro de Literaturas en Lenguas Originarias de América 2023 en la feria editorial, el 3 de diciembre.
Viví miserias bibliográficas
Murià Rouret mencionó: “Si algún mérito real tengo en favor de los libros, en cierta medida se debe a las miserias bibliográficas que viví en Guadalajara cuando era joven; por ejemplo, la biblioteca pública no servía absolutamente para nada.
Sólo había una librería más o menos buena, que tenía un sentido muy ahorrativo: cuando aparecía un libro compraban sólo uno; si iban a reclamar, pedían más.
Recordó que accedió en los años 60 a la preparatoria, a la universidad y al mundo de los libros; “había algunos en mi casa; leí todos en un verano. Los títulos que a mí me interesaban, de problemas locales, historia y todo eso, los teníamos que ir a comprar y sin mucho dinero.
Mi imagen de joven era de una miseria bibliográfica impresionante. La ciudad de Guadalajara no tuvo una biblioteca pública como tal, porque en la que llamaban así había un amontonamiento de libros inaccesibles.
El investigador ha centrado su trabajo en la historia de Jalisco, los acontecimientos de Nueva Galicia, el origen de la charrería y el desarrollo del tequila, entre otros temas.
Murià Rouret refirió que su entusiasmo por adquirir ejemplares no era al principio un placer por tenerlos o por disfrutar del libro, sino una necesidad
; de esta forma se hizo de un acervo de entre 25 mil y 30 mil títulos. A partir de entonces me quedó la idea de que había que hacer libros. No sólo los que uno escribe, sino que había que publicar más
.
En entrevista, Murià reconoció que su necesidad de acceder a los libros se debió en cierta medida a las miserias bibliográficas que viví en Guadalajara cuando era joven; por ejemplo, la biblioteca pública no servía absolutamente para nada
. En la imagen, captado en junio pasado.
Se congratuló de la fortuna de haber participado en la hechura de libros, por ejemplo cuando estuvo durante casi 10 años en la Dirección General de Archivos, Bibliotecas y Publicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, época en que la institución publicó más ejemplares.
Ahora sí tenemos una biblioteca para presumir
Más tarde, a su regreso a Guadalajara a principios de los años 90, presidió y revitalizó El Colegio de Jalisco, desde donde editó muchos títulos. Sin embargo, “a veces la desesperación es que los libros se hacen pero no circulan.
“Tuve la fortuna de quedar implicado en el proceso de gestación y los primeros pasos que dio la FIL de Guadalajara, que, obviamente, cambió mucho la mentalidad respecto de la literatura en nuestra ciudad; ha tenido una influencia sumamente benéfica.
A partir de su existencia aparecieron librerías que funcionaban todo el año. El golpe maestro fue hace 10 años, cuando la Biblioteca Pública del estado se trasladó a su nueva sede y se convirtió en una verdadera biblioteca: libros catalogados, bien cuidados, con el clima y la humedad adecuados. Ahora sí tenemos una biblioteca pública para presumir. La gente compra menos libros porque va a la biblioteca.
Relató que en la Secretaría de Relaciones Exteriores organizó el primer acto público de la FIL –antes de que se llevara a cabo la primera–: un cóctel en el que presentó el encuentro editorial a embajadores. Cuando terminó el sexenio de Miguel de la Madrid decidí que era hora de regresar a Guadalajara, y que existiera la feria fue uno de los elementos que me hicieron pensar en que valía la pena volver
, añadió.
José María Murià opinó que tras el deceso de Raúl Padilla no espera mayores cambios en la feria del libro, aunque “hay que hacer algunas correcciones.
“La feria ha jugado un papel muy importante en la vida, en el ánimo de la ciudad por varias razones. Primero, que una vez al año nos inundamos de libros y todos los que van compran al menos uno y acaba leyéndolo. Por otro lado, tiene tantas actividades culturales y siempre hay algo atractivo, no nada más se trata de ir a ver publicaciones.
El prestigio mundial con que cuenta la FIL de Guadalajara es muestra de la importancia que tiene para nosotros también
, concluyó el ex funcionario.